Cuando pensamos que somos más fuertes que los demás, más listos que los demás, más necesarios que los demás, muy probablemente estemos siendo soberbios.
El soberbio se considera a sí mismo superior a todo lo que le rodea, piensa que los demás no merecen ser tomados en cuenta, se siente seguro de que los que lo rodean se equivocan, y que solo él siempre tiene la razón.
Es común que los políticos, al probar las mieles del poder, empiecen a mostrar una fuerte cantidad de soberbia, parece que el poder marea y hace olvidar a muchos las razones por las que se encuentran en el puesto que les han confiado.
Muchas personas olvidan que una posición de poder, tanto en el servicio público como en la empresa privada, solo son encargos temporales, en la medida que dejen de tener sus pies en la tierra sus decisiones dejarán de ser acertadas, porque el poder solo busca más poder no resultados.
Curiosamente el líder soberbio tiene una capacidad mágica para presentarse como una persona sensible y humilde cuando sabe que necesita de otros, por ejemplo, la llegada de épocas electorales o cuando sorpresivamente pierden el favor de los dioses y regresan a ser simples mortales.
Ser soberbio no significa solo estar orgulloso de lo que tú eres, lo cual en si no es malo, sino del menosprecio de lo que es el otro, el no reconocer a los semejantes, el queremos poner por encima de los demás.
En mi desempeño profesional me ha tocado ver como muchas personas se desconectan de la realidad a los pocos minutos de saberse agraciados con el poder, dejan de pensar en que se deben a los demás y empiezan a pensar solo en su beneficio.
Hoy en día vemos como muchas decisiones, públicas y privadas, se toman sin tener en cuenta la técnica, el deber ser, la legalidad, el debido proceso, sin anteponer el interés público al privado, debido a políticos que pierden el piso.
La labor de un líder es muy compleja, debe de dejarse ayudar por un equipo de gente capaz y sin perder el sentido común, definitivamente la soberbia es muy mala consejera, debemos saber aceptar los consejos, la asesoría y las opiniones de otros antes de tomar nuestras decisiones.
El funcionario público y el dirigente empresarial deben saberse comprometidos con los ciudadanos y con sus clientes, es decir aquellos a quien se deben, por quienes llegaron al lugar en el que se encuentran y que serán los que en realidad valoren su desempeño.
Las personas están esperando líderes que den resultados, ya no se ocupan iluminados o caudillos, necesitamos líderes ordinarios haciendo cosas extraordinarias, tomando decisiones inteligentes que permitan hacernos crecer como país, requerimos dejar atrás la mediocridad, las decisiones simplistas o populistas.
La soberbia de nuestros dirigentes nos ha costado mucho como nación, muchas veces hemos retrocedido mucho de lo que avanzamos, porque el nuevo líder no le quiere dar crédito al anterior. Muchos políticos se nos han mareado al tomar el poder y han trabajado solo para ellos.
Por otro lado, la soberbia no solo la padecen los líderes, también las personas comunes y corrientes tenemos la propensión a ser soberbios. Creemos que solo los que piensan como nosotros están bien, tendemos a dividir todo en blanco o negro, a decidir quienes son buenos o malos solo basados en cuanto se parecen a nosotros.
Debemos de ser más inteligentes, no podemos estar peleados con el resto de la comunidad, todos somos mexicanos, todos tenemos derecho a opinar, a tener nuestra propia visión del futuro que queremos y no ser criticados por ello.
Dice un viejo proverbio chino “Si quieres conocer a alguien: dale poder y veras quién verdaderamente es”. La soberbia muestra lo mas malo de nosotros, trabajemos juntos mostrando sencillez, colaboremos aún con gente que piense diferente para poder tener mejores líderes, organizaciones más fuertes y así vayamos construyendo una mejor comunidad.
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