Quiero empezar con una frase que me encontré de Berkeley: “Levantamos primero la polvareda y luego nos quejamos de no poder ver”
Cada día observamos mas la deshumanización en la que nos encontramos. Que se muera alguien o que maten a alguien cada vez es mas común y nos sorprende menos.
Pasaron los tiempos aquellos en que a los niños no nos permitían ver una persona muerta, no permitían ni tan solo se acercaran. Hoy con las redes sociales, en algunas ocasiones se enteran los niños primero que los adultos. ¿Que mundo construimos?
Muy importante es reflexionar cual es el mundo en el que se forjaran la vida como adultos los niños que hoy están en sus primeros años de vida, o aquellos que aún no nacen y preguntarnos si lo que esta ocurriendo es lo que queremos heredarles. Aplica para las personas, las familias y la sociedad entera.
El quienes somos, nuestro saber más profundo sobre nosotros mismos al parecer corre paralelo al mundo cambiante y estresante en el que nos encontramos.
El misterio de nuestros orígenes y el valor de la vida nos trae en una dinámica cada vez más acelerada
Sin lugar a duda la percepción del mundo y de la vida es diferente en función de la edad y la experiencia de cada persona.
Así podemos ver los ojos con los que un niño ve al mundo, un adolescente, un joven, un adulto hasta un adulto mayor, cada uno tendrá una explicación diferente sobre los acontecimientos.
Pero donde si no podemos diferir es en la necesidad que todos tenemos sobre el conocimiento sobre si, sobre sus orígenes, sobre la conexión de su esencia con algo mas
Hoy estamos ante la posibilidad de cambiar para que el legado sea de menos temores y mas valores. Imaginemos un futuro con personas mas humanas, con mayor armonía consigo mismo, con el medio ambiente y también, mas conscientes del significado de la vida y de la muerte.
La misma imagen de una persona fallecida tirada en una banqueta cobraría otro sentido, se valorizará de una manera distinta a la que hoy desafortunadamente se le otorga.