Columna Política y medios
Durante los días de finales de 2020 y principios de 2021 enfermé fuertemente de covid, fueron días muy complicados donde pude ver el sufrimiento de decenas con mi padecimiento, las historias eran similares a la mía, rechazo del gobierno a hacerles pruebas, falta de medicamentos apropiados, falta de información, temor a auscultarnos, desdén de los centros Anticipa.
Presencié escenas que decían que aquí no suceden, una abuelita de muy avanzada edad que se desplomaba como sin vida la tarde del 4 de enero en una larga e inútil espera a la intemperie del centro de atención Isssteson en calle Nayarit, ver familias enteras contagiadas con el virus, el compartir el miedo a ser hospitalizados o la negación de la necesidad de ser atendidos como pacientes covid.
Me tocó ver diariamente otros como yo, buscando ayuda en los consultorios de las farmacias privadas, gastándonos el poco dinero en quien nos quisiera atender o de perdida escuchar nuestras dudas. Pasé en el desesperado intento de que no se agravara mi caso, por las ahora video llamadas medicas vía depósito bancario, vi a muchos endeudarse para comprar sus propias medicinas, pagar con apuros costosos laboratorios para poder llegar a tener un diagnóstico. Algo que mis ahorros personales como profesor universitario pudieron sortear, pero muchos tal vez no lo pueden hacer, o pudieron hacer, mucho menos los adultos mayores que son en muchos sentidos, los más vulnerables en la perversa cadena depredadora del virus.
El estado ha quedado rebasado en medio de lo más terrible de la enfermedad, cuando tuvo tiempo para prepararse para la cruda realidad del repunte invernal, sabía que venía y nos volvieron a recetar los mismos cuentos, engaños, una retórica muy barata que día a día nos arrebata a más y más sonorenses y mexicanos.
Es necesario que todos, para acabar de una buena vez con el sistema de salud neoliberal que se ha recrudecido en tiempos de covid, alcemos la voz: sociedad civil, ciudadanía, personal de salud, partidarios intelectualmente honestos y libres de la Cuarta Transformación, cibernautas, artistas, empresarios, comerciantes y trabajadores en general. Los que enumero a continuación, son en mi humilde opinión los 5 puntos más preocupantes en esta etapa de la pandemia.
1.- Una gran parte de los enfermos han sido dejados a la merced de su entorno, de sus propias fuerzas, de sus propios recursos para enfrentar la enfermedad, sólo armados de su poca experiencia, de sus conocimientos, de los consejos familiares y de sus exiguos recursos económicos.
2.- El estado mexicano y los gobiernos locales, sólo se han dedicado en tratar de defenderse ideológicamente e intentar amortiguar las cifras, pese al heroico esfuerzo de su personal, los hospitales y centros de atención, se han convertido, en ocasiones, en sólo muros de contención, en un mecánico y ofensivo sistema de filtros que inicia con el celoso control de la prueba de la enfermedad como efecto disuasorio, posteriormente con el rechazo de muchos casos para recibir atención hospitalaria, ante incluso graves y evidentes síntomas. La idea es no generar una imagen ante la opinión pública de estar rebasados. La poca cobertura de la prensa alrededor de los hospitales por temor a más muertes y contagios entre el gremio, ayuda a la impunidad oficialista.
3.- El sistema neoliberal se manifiesta en la falta de apoyo para asistir a los casos más necesitados, a los más pobres, con medicinas, víveres, apoyos en vales médicos, nebulizadores, vitaminas, laboratorios. En el caso de insumos como el oxígeno, desde meses atrás se habló de lo necesario de poner en cintura a los especuladores y haber establecido una política de impulso industrial tutelado por el gobierno para producir el necesario. Pero se quedaron cruzados de brazos para observar el desastre y el procurador del consumidor, hace una apología de las empresas productoras de oxígeno en plena mañanera, asegurando que todo está bien, mejor imposible.
4.- La crisis en el sistema de salud está ensanchando un mercado dé atención ofensivo en el que están involucrados, incluso médicos servidores públicos, que ante la falta de valoraciones y las largas esperas, afuera en la intemperie, estancias de horas y horas insufribles para quien inicia con las dolencias de la enfermedad, en donde encuentran otros, la oportunidad dorada para el surgimiento de otro mercado, en el que se ofrecen consultas en línea, productos milagros, terapias que ellos y sólo ellos, saben son sólo paliativos para desesperados incautos.
5.- El estado neoliberal también se expresa en la falta de anuncios efectivos propagandísticos de orientación a la población enferma, no sólo de prevención, sino consejos inteligentes para medir oxigenación, para reducir la fiebre, ejercicios de respiración, recetas de comidas saludables, prácticas que ayuden un poco a reducir el sufrimiento, números 911 que funcionen y no sean atendidos por gente sin preparación alguna.
En lugar de las miles de horas de auto propaganda en la conferencia “Gateliana”, que no sirven ni un comino, después de haber visto cientos de ellas, a la mera hora de la verdad, en un divorcio grande entre su realidad y la de los enfermos, necesitamos espacios que ayuden a generar vida, sobre todo en lugar de los nefastos promocionales de la pandemia electoral que se avecina comandados por los multimillonarios INE y la partidocracia.
Son necesarias acciones que contribuyan a la plena rehabilitación de decenas de miles que si bien, afortunadamente sobrevivieron al covid, las nuevas y más potentes cepas del virus les han dejado innumerables secuelas. Hay una increíble demanda de rehabilitación pulmonar, sobre todo y el sistema de salud no ofrece alternativa alguna, sólo el sector privado y algunas iniciativas desde la sociedad civil.
Nos preguntamos ahora sobre el sentido de la retórica presidencial que anunció las pompas fúnebres del neoliberalismo, pero en lugar de ello, parece que, entre otros rubros de la actividad económica, sólo estamos presenciando el enriquecimiento explicable de los grandes negocios funerarios, de los grandes hospitales privados, observamos escaladas de precios impresionante en alimentos, medicinas, entre otros productos de primera necesidad.
Pues sí señor presidente, es verdad, hay luto, pero no en el alma herida de la oligarquía empresarial, como se trata de vender caricaturescamente en sus estampitas del poder, ellos siguen en el festín, hay luto en el pueblo, hay luto entre los más pobres, que son los que siguen pagando los costos de un sistema de salud fallido y de un cinismo crónico gubernamental que parece no tener límites.
Amílcar Peñúñuri Soto, Doctor en Ciencias Sociales, profesor universitario, miembro de la Academia de Comunicación Política, Unison, director de Política y Rockanroll Radio, 106.7 FM