Columna Desde la Polis
(segunda parte)
Como se advirtió en el texto de la semana anterior, existe una gran expectativa entre los medios de comunicación por conocer a las personas que integrarán el próximo equipo que gobernará nuestro estado. Es natural, pues estos doce años generaron la noción colectiva que se (des)gobernó a partir del amiguismo, del tráfico de influencias, de la conveniencia personal y sobre todo de la incapacidad. Hubo honrosas excepciones entre las filas de ambos gobiernos, pero fueron eso… excepciones.
Es claro que no existía al momento de la elección una alineación para el gabinete; de lo contrario, se hubiera anunciado desde hace tiempo. Mientras que por un lado refleja la falta de dominio sobre el capital humano que podría -y querría- ingresar a las filas del gobierno, también representa una oportunidad para escoger bien. El pasado (en Sonora y en el resto del país) múltiples veces nos ha mostrado que los “compromisos” que se adquieren con la gente que trabajó en campaña, trasladados a colocar a esas mismas personas dentro del gobierno, puede resultar altamente perjudicial. Desafortunadamente, por el raquítico nivel político por el que atravesamos, es que personas que se encargaron de girar las matracas, hoy están convencidas que merecen direcciones generales.
No es lo mismo la destreza para movilizar votantes el día de la elección, que la habilidad para diseñar políticas públicas de desarrollo social; si alguien salió muy bueno para acarrear gente a eventos deportivos, no implica que deba encargarse del deporte estatal, etcétera. Por eso es de la mayor importancia que las personas que comisione el gobernador electo para filtrar y seleccionar perfiles para las áreas críticas, sí tengan un dominio pleno del tema que les ha encomendado. Ya no se repetirán los ciclos del pasado: peligrosísimo sería que alguien que jamás ha puesto un pie en un juzgado, entreviste personas para reforzar el Poder Judicial; terribles consecuencias tendría para Sonora que alguien que no sabe ni qué es una oficina del ministerio público, seleccionara perfiles para elegir gente para la Fiscalía General del Estado. Ya quedó atrás aquello de que el gobernador(a) electo(a) le confiaba a alguien responsabilidades -por un gran afecto- para las cuales simplemente no tiene instinto político ni experiencia. Lo mismo aplica para las áreas de desarrollo económico, de desarrollo social, o del manejo de la hacienda pública. Mención especial merece el aparato de seguridad: las duras lecciones del pasado deben haber dejado un amplio legado de conocimiento, aprendizaje y preparación para esquivar los agujeros donde se cayó. Personalmente confío en que, por sus casi cinco décadas en el aparato público, nuestro próximo gobernador tendrá el temple y la sabiduría para minimizar los riesgos anteriormente señalados.
Hay dos aspectos que merecen atención central y pienso que el próximo gobierno tiene pocas posibilidades de fallar; pues si quiere, puede generar un importante cambio. Uno tiene que ver con el qué hacer para darle justicia a Sonora; el otro tiene que ver con la alternativa inexplorada para generar oportunidades de paz a partir de un intenso y novedoso trabajo de desarrollo social en todo el Estado.
Justicia
Durante la campaña hablé con grupos vulnerables, con gente de clases populares y con micros y pequeños empresarios (estos últimos representan el mundo real de nuestra economía). Fuera San Luis o fuera Huatabampo, Hermosillo o Agua Prieta: lo que más mortifica es el raquítico Estado de Derecho. ¿Qué sociedad puede progresar sin justicia? ¿Qué capitales no-corruptos querrán venir a Sonora si no hay certeza en la aplicación de la ley y en un sentido de equidad para competir?
El próximo gobierno tiene que integrar gente capaz, con conocimiento y oficio para iniciar un proceso de regeneración dentro del Poder Judicial. Aunque ya transitarán hacia este poder, hay que vigilar el camino de las juntas de conciliación y arbitraje, que representan verdaderas mafias. Ni qué decir sobre la Fiscalía Estatal; basta ver cómo trabajan los ministerios públicos, cuál es el rezago, cuáles son los vicios y cómo operan las policías ministeriales. Alguna madre buscadora me platicó que a su hijo lo abdujeron y ejecutaron quienes tienen como obligación cuidarnos a todos. Problemas serios existen en el Tribunal de Justicia Administrativa y ya no sabe uno si reír o llorar al tratar los temas anticorrupción en nuestra entidad. Sin justicia no hay futuro, no hay dignidad, no hay crecimiento… no hay nada. Esa es la diferencia entre el desarrollo y el bananerismo.
Entiendo que un grupo del más alto nivel trabajó de manera paralela a la politiquería, desde antes que comenzara la campaña, y tiene una clara ruta de acción al respecto; sin improvisaciones, fantasías ni ocurrencias. Qué penoso hubiera sido que quedara en manos de charlatanes una tremenda labor de estudio y propuesta como la anterior. Afortunadamente para las esperanzas de Sonora, sí hay con qué entrarle al problema.
En la próxima y última entrega, expondré la posibilidad de armar un binomio histórico para el desarrollo social, con el fortalecimiento de la seguridad como primer consecuencia.
Jesús Manuel Acuña Méndez
@AcunaMendez
El autor es Presidente Fundador de CREAMOS México A.C. y especialista en políticas públicas por la Universidad de Harvard. jesus@creamosmexico.org