Columna ¿Qué sigue?
Qué tranquilidad, el primer domingo de este mes por fin se celebraron elecciones en seis estados del país con un resultado de 4 a 3 contra la Alianza, que se configuró de distintas maneras según el empuje de fuerzas de cada entidad. Claro y como es costumbre, después de tan intensa jornada luego viene el torrente de análisis de los “porqués” de los resultados. La verdad que muy atrás quedaron los antiguos parámetros sobre la fuerza o el poder económico de una institución política, en que se acotaba la medición del resultado; partido cerca de eso ganaba, lejos de eso perdía.
Hoy parece que se suman una serie, por no decir un caudal de análisis; algunos bastante profesionales, otros muy estadísticos y nunca faltarán los sesgados hacia un propósito, diseñado desde los “war rooms” de las carreras por la sucesión del poder o desde el poder mismo.
Aun así, dentro de todo este mar de confusiones y de lucha de todos por posicionar “su verdad”, los conceptos de Democracia y Justicia enfrentan una vez más su ancestral debate por su coexistencia o su rivalidad.
Por los últimos tiempos de la hegemonía del PRI en este país en 1988, Luis Donaldo Colosio comenzaba su discurso de toma de protesta como dirigente nacional, evocando como era ritual, el proyecto del entonces presidente entrante llamado “Acuerdo Nacional para la ampliación de la vida Democrática”; diseñado con el afán de subirse a las entonces nuevas exigencias de los partidos, de las organizaciones sociales, de los ciudadanos y de la comunidad entera, como literalmente decía; agregando que la idea era avanzar hacia un nuevo “equilibrio” en la vida política nacional.
Han transcurrido casi 33 años de ese gran discurso y hemos pasado por el tecnocratismo, por la tragedia del candidato a la presidencia, la llamada primer alternancia del poder, el boom de la mercadotecnia política, el regreso al poder del antiguo partido, la aparición de las redes sociales, el tránsito hacia la 4t y el saldo del banderazo hacia la supuesta democracia que dio aquel novedoso Acuerdo, ha dado todo a este país, menos Equilibrio y mucho menos JUSTICIA. Porque si la justicia es ciega, la democracia de plano se mantiene en un constante “secuestro express”.
Siempre me ha llamado la fijación de Colosio hacia la palabra libertad a la que se refirió también en ese discurso, que por cierto y para quienes lo vivieron, planteaba un decálogo que se volvió bastante famoso en esa época, plan que respondía según lo explicó, a la vivencia de toda una campaña a la presidencia en la que Colosio fue coordinador general. Sería tal vez, porque para el sonorense, la justicia social era eso, libertad de ser.
“No queremos priistas en la comodidad de la inercia, sino en el esfuerzo del cambio”. Palabras claves: comodidad, cambio y esfuerzo. El cambio llegó solo, a comodidad se acabó, el esfuerzo nunca se dimensionó. Seguramente esto en lo que terminan cayendo todos los partidos cuando llegan al poder, seden en su esfuerzo seducidos por la comodidad y el cambio los termina rebasando.
Entonces es que resulta más fácil secuestrar la democracia. El poderoso concede el derecho a ser votado y también compra, cohesiona o seduce a los votantes.
Esta situación para nada es nueva, en los inicios de los modelos de democracia, siglos antes de Cristo, sólo la elite tenía derecho a votar; pasaron más y más siglos antes las constituciones del mundo previeran el derecho a votar de todo ciudadano.
Por los últimos años la situación es más lamentable. Se pusieron de moda la compra y la venta de votos, el uso de programas de gobierno y todavía una formula más siniestra, que es la entrega de un gobierno al poder en turno a cambio de impunidad y fortuna.
La democracia que se practica en este país responde cada vez más a enredos de interés, que distan mucho de su concepto puro, que implica el derecho de una sociedad de elegir quien los gobierna. En estas condiciones, no esperemos que la JUSTICIA llegue pronto, no importa que tan alto o seguido hable quien la pregona. Antes de exigir algo, valoremos cuál ha sido nuestro papel en toda esta historia y entonces solo entonces, tomemos la palabra.
¿Qué debería seguir?: una gran responsabilidad en la formación de las nuevas generaciones. Ojalá así sea. Sonríe, ya pasaron las elecciones de este año.
Por Sara Thomson