El embarazo en la adolescencia representa un grave problema de salud pública y social. La frecuencia de embarazo en edad temprana es elevado, incrementando los riesgos de las niñas y adolescentes de sufrir consecuencias devastadoras. Los embarazos en la adolescencia son más probables en comunidades con desventaja económica y social, con poca información y en comunidades rurales.
Muchas jóvenes no saben cómo evitar el embarazo, pues no tienen acceso a la educación sexual. Es posible que se sientan demasiado cohibidas o avergonzadas para solicitar servicios de anticoncepción; puede que los anticonceptivos sean demasiado caros o que no sea fácil conseguirlos.
Aun cuando sea fácil conseguir anticonceptivos, las adolescentes activas sexualmente, son menos propensas a usarlos que las mujeres adultas. Puede ser que las jóvenes no puedan negarse a mantener relaciones sexuales no deseadas o a oponerse a las relaciones sexuales forzadas, que suelen ser sin protección.
Las consecuencias para la salud son diversas; las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años en todo el mundo. Sin embargo, desde el año 2000 se han registrado descenso considerable en el número de muertes 21 a 9 por 100 000 adolescentes de acuerdo a informes de la OMS.
La procreación prematura aumenta el riesgo tanto para las madres como para los recién nacidos. Cuanto más joven sea la madre, mayor el riesgo para el bebé, con una mayor probabilidad de registrar bajo peso al nacer, con sus riesgo a largo plazo.
La condición de embarazo y maternidad anticipada, trae como consecuencias económicas y sociales negativas para las jóvenes, sus familias y sus entorno. Muchas adolescentes se ven obligadas a dejar la escuela, desarrollando menos aptitudes y oportunidades para encontrar cómo reinsertarse a la vida escolar o laboral.
De acuerdo con reportes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, (CONEVAL), Sonora es la entidad federativa con el menor porcentaje de niñas, niños y adolescentes con carencia por rezago educativo en el país, con un valor de 4.3%. En tanto, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) estima, con base en la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica de 2014 que Sonora observa un 28.5 % de población femenina de 15 a 19 años que no asiste a la escuela por falta de dinero, no le gusta estudiar, que está en matrimonio o unión libre, que se embarazó, o por otras razones.
Con respecto al uso de anticonceptivos la encuesta ESANUT ubica a Sonora con una proporción de 62.4%, ligeramente por debajo de la media nacional de 65.5%.
Estimaciones de la Secretaría de Educación Pública reportan a Sonora en el lugar 25º del porcentaje de estudiantes matriculados que reciben educación integral en sexualidad, con un valor de 65%.
La tasa de fecundidad de mujeres de 15 a 19 años en el Estado fue, para el 2015, de 72.27 nacimientos por cada mil mujeres, en tanto que en el 2012 fue de 77.25; una disminución de cinco puntos porcentuales. La Encuesta Nacional de la Juventud encuestó a las y los adolescentes sobre las razones por las que NO habían utilizado métodos anticonceptivos en su primera relación sexual.
La primera razón fue que no esperaban tener relaciones (49%); que su pareja no quiso (11.2%); el entrevistado no había querido (9.3%); no conocer los métodos anticonceptivos (9.3%); el deseo de un embarazo (7%); la vergüenza de conseguir los métodos (5.9%); y que no se sentía igual (3.7%). Estos datos muestran que la falta de planeación, provocada por algunas actitudes negativas respecto a las relaciones sexuales en la adolescencia, es la principal razón que impide el uso de los métodos anticonceptivos y ocasiona el embarazo en adolescentes.
Como gobierno y organizaciones de la sociedad civil, necesitamos garantizar a las y los adolescentes el acceso a servicios integrales de Salud Sexual y Reproductiva (SSR), sin discriminación por su edad, a partir del reconocimiento de su capacidad para tomar decisiones respecto del ejercicio de su sexualidad y vida reproductiva.
Garantizar que en los SSR se proporcione a las adolescentes, información objetiva y veraz acerca del ejercicio de la sexualidad, métodos anticonceptivos y de protección contra infecciones de transmisión sexual.
Garantizar el acceso a servicios de atención prenatal para niñas y adolescentes embarazadas, que incluyan la detección de casos de embarazos de alto riesgo para la salud y la vida de las niñas y adolescentes, especialmente en menores de 15 años, y en su caso garantizar el acceso a servicios de interrupción del embarazo.
Proporcionar atención a las niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual, incluido el suministro de profilaxis para evitar infecciones de transmisión sexual, de la pastilla de anticoncepción de emergencia y el procedimiento de interrupción del embarazo.
Mejorar la calidad de la información y de los mensajes que se difunden en los medios, que sean consistentes con los contenidos de educación integral en sexualidad y de promoción de salud sexual. Fomentar una amplia participación de la comunidad y de las familias, incluidos adolescentes, en la definición de los programas de promoción de la salud, para reconocer sus necesidades y aspiraciones en materia de salud sexual y reproductiva, y fomentar su involucramiento en el desarrollo e implementación de respuestas apropiadas.
Actualizar y reforzar la capacitación del personal docente desde la formación magisterial hasta su capacitación continua, incorporado los contenidos del currículo de educación integral en sexualidad. Fortalecer las estrategias intersectoriales de educación integral en sexualidad y promoción de la salud sexual, que incluya la prevención de enfermedades de transmisión sexual. Así mismo prevenir la ocurrencia y erradicar el embarazo infantil, a través de acciones integrales, mecanismos de atención profesionales, de alta calidad, con total cobertura y con perspectiva de género.
La adolescencia es un período de la vida con necesidades específicas de salud y de derechos. Es una etapa de la juventud para desarrollar conocimientos y habilidades, aprender a manejar las emociones y las relaciones, y adquirir los destrezas que serán fundamentales para disfrutar de los años de la adolescencia y en un futuro muy cercano asumir roles de adultos funcionales con experiencias satisfactorias y plenas.