Columna Desde la Polis
Estuve buscando la traducción exacta al español del concepto “wishful thinking” y básicamente todas las fuentes llevan al término “fantasías”, propias de los ilusos. Es algo así como el imaginar o hablar de un muy improbable evento o situación futura, como si fuera algo posible y fuera a ocurrir; son las expectativas basadas en lo que uno espera que suceda y no en lo que muy seguramente sí va a suceder. La única manera de poder enfrentar los retos que nos rodean es estudiarlos, ajustar nuestros planes y actuar. La realidad ha colocado frente a nuestros rostros, diversos episodios que, cuando decidimos no ver uno y giramos en otra dirección, la misma realidad nos pone otro capítulo enfrente… y al tratar de evadirlo (como mecanismo de protección) y caminar hacia otro lado, viene uno más y así sucesivamente. Llamémosle a estos “capítulos” noticias sobre la pandemia, el estancamiento económico, Trump, la inseguridad pública, etc. A la realidad no le importa si no queremos verla, eso no hará que deje de existir y que sus consecuencias se hagan presentes.
Vincularé la anterior premisa con dos aspectos: el de gente común y corriente, frente a lo que espera ser y lograr… y el de las situaciones que enfrenta Sonora y el tipo de gobierno que deberíamos tener.
Elon Musk es uno de los más famosos hombres de negocios de la actualidad, pues ha sabido mezclar -con ingenio y arrojo- el avance tecnológico y la ganancia económica. En su trayectoria de aventurero empresarial ha fundado PayPal, que vino a convertirse en la plataforma base para realizar operaciones monetarias en internet; Tesla, que es la compañía más conocida de autos eléctricos; y SpaceX, que es la más importante empresa astronáutica. En alguno de estos súper foros internacionales de negocios y gobierno, le preguntaron cuál era su recomendación para lograr avanzar en sus propósitos. Respondió dos aspectos; primero, que había que asumir la posición de que uno estaba -en algún grado- equivocado y que por ende, el objetivo debe ser estar menos equivocado a lo largo del tiempo; segundo, que es clave evitar caer en uno de los desaciertos más comunes: el de las fantasías. “Quieres que algo sea cierto, aun cuando no es cierto y entonces ignoras la verdad real, cambiándola por lo que quieres que sea verdad. Esta es una trampa muy difícil de evitar y es una que ciertamente me cuesta problemas. Hay que solicitar una opinión crítica a los amigos. Si alguien te quiere, quiere lo mejor para ti… pero tampoco querrá decir las cosas malas. Por lo tanto, debes pedirles que te hablen con la verdad.”
¿Lo anterior les suena un poco al autoengaño y la necesidad de combatirlo, para progresar? Este es uno de los temas recurrentes en mis artículos, pues al especializarme en políticas públicas y gobierno, siempre identifico a esta amenaza como uno de los errores críticos que impide que las sociedades avancen. Y ojo: digo sociedades y no gobiernos, pues las fantasías (en el sentido descrito al principio de esta columna) yacen en las primeras y son reflejadas por los segundos. En la actualidad, escucho a gente decir que vamos muy bien, que ya domamos la pandemia, que la gente está muy contenta, que Trump se prepare porque ya se topó con la horma de su zapato, etc. Lo anterior es, por decir lo menos, una imagen distorsionada de la realidad. Son tales las ganas de que esa sea la verdad, que hay quienes llevan esa fantasía a un grado de presentarla como realidad. No sé, quizá sea una retorcida manera de ser optimistas, pero la pretendida evasión a la verdad no nos acerca a resolver los retos, sino que incluso nos puede llevar en la dirección opuesta. Por eso es fundamental que la gran fuerza motriz del país -su ciudadanía- comience a adoptar una postura más realista (que es compatible con ser optimista) y con pensamiento crítico frente a lo que nos rodea, pues de otra manera no veo cómo podamos empujar para que los cambios y circunstancias que necesitamos, se materialicen. Cuidado, que endosarle la concreción de nuestras aspiraciones colectivas a la politiquería, es firmar su acta de defunción.
Como regla general, hemos tenido liderazgos políticos muy medianos: a qué grado hemos llegado, que hoy le aplaudimos al gobernante que sabe pavimentar una calle o al que roba muy poquito. Como si fueran boxeadores (a los cuales se les debe crear una gran confianza personal para ganar los combates), la mayoría de los políticos se rodea de achichincles que les dicen que son los mejores, los más inteligentes, que pronunciaron el mejor discurso, que hacen un trabajo extraordinario y que dan resultados. Si eso fuera compatible con la realidad, seríamos Suiza y no México. La próxima semana, enfocaré lo plasmado en este texto y cómo podríamos emplearlo en la búsqueda de un mejor gobierno para Sonora.
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