Columna Y sin embargo
Cuando salgamos de la caverna del confinamiento doméstico, nos van a estar esperando los partidos políticos para iniciar la campaña para las elecciones intermedias del 6 de junio de 2021. Estas elecciones serán clave para redefinir el rumbo y el régimen político de México en los próximos años; de ellas depende si AMLO tiene un nuevo impulso o si se desinfla. También estas elecciones pudieran ser la presentación de una nueva camada de actores y liderazgos sociales que marcarán el rumbo a seguir.
Los cuatro jinetes de la transformación
Una clave del rumbo a seguir será el diagnóstico de los cuatro principales problemas que la 4T se ha propuesto atacar. Éstos son: la corrupción, la pobreza, la violencia y la economía. En todas ellas se aprecian buenos fines, pero los medios que se quedan cortos.
El combate a la corrupción parece ser la política mejor lograda, pero se queda corta al estar basada en la honestidad personal del líder. Se va el líder y se acaba la confianza en la honestidad del gobierno. Además, entre la absolución a Bartlett y las asignaciones directas de obra, la política no está exenta de contradicciones. Algo va a quedar de nuevos valores políticos para el futuro, pero sin ninguna garantía de que los nuevos equipos de gobierno los mantengan.
La lucha contra la pobreza también se va a quedar corta. Si bien el mayor legado de AMLO para el futuro parece que va a ser el sistema de bienestar y las transferencias directas a grupos vulnerables. Éstas solo mitigan, pero no alcanzan para eliminar la pobreza y su viabilidad está sujeta a los resultados de la política económica. Si la economía se viene abajo, como de hecho está sucediendo, el sistema de bienestar se vuelve insostenible. La eliminación de pobreza requiere más que transferencias, necesita creación de empleos formales productivos y permanentes.
La política para la reducción de la violencia parece una carrera perdida. La tasa de homicidios no cede y la creación de la guardia nacional parece haber sido solo un cambio de nombre y la legalización de la incorporación del ejército en el combate al narcotráfico. No hay muchas expectativas por este rumbo.
Por último, está la economía. Sea por la mala conducción sea por la pandemia, la economía se está derrumbando; los sectores estratégicos de turismo y remesas están colapsados. Además, la inversión privada está inhibida desde hace más de un año. Tampoco ayuda el hecho de que el gobierno y el sector empresarial se han distanciado y discrepan en la definición del rumbo a seguir. Si no hay crecimiento económico, tampoco habrá desarrollo ni sistema de bienestar.
Ante esta situación, no extraña que la popularidad de AMLO tienda a la baja y su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) parece desinflarse.
Los nuevos actores políticos
La contraparte de la visión anterior es que no hay alternativas visibles. Los viejos actores y partidos políticos, del PRI, PAN y PRD están drásticamente disminuidos y desgastados; no despiertan esperanzas sino todo lo contrario. Los partidos del trabajo (PT) y el verde (PV) son más bien negocios familiares y franquicias de oferta y no dan señales de que vayan a cambiar. Quedan Movimiento Ciudadano y los independientes con liderazgos jóvenes y creativos.
Por otra parte, en julio próximo se incorporarán nuevos partidos. Entre éstos tal vez volverá Encuentro Social ahora como Encuentro Solidario; también el de Redes Progresistas de la Maestra Gordillo, así como el partido de Calderón y Margarita Zavala (Libertad y Fuerza Social). Como puede verse, puro material reciclado.
Total, en 2021 se prevé una lucha sorda por el poder en la cúpula, con pocas esperanzas y ofertas alternativas para la base del electorado. Si Morena aún tiene posibilidades es porque los demás están peor. ¿Cómo la ves?