Por Karla Acosta
De las calles me rescataron cuando vagaba por la colonia Balderrama. Yo era un gato feliz, me peleaba de noche en los techos, escarbaba en la basura para conseguir alimento… Eso no era tan difícil, siempre había qué comer, en ocasiones una cucaracha, un grillo o rata. Pero cuando realmente me daba un banquete eran los domingos y miércoles por la noche, una noche antes de que pasara el camión de la basura.
Disfrutaba romper las bolsas porque nunca sabía qué iba a encontrar: desde comida podrida hasta sobras que ya a nadie le apetecieron. Lo complicado estaba en encontrar agua para beber.
De vez en cuando me le acercaba a una humana para que me alimentara. Ella me daba croquetas y sobrecitos, pero yo era tan desconfiado que no la dejaba que se acercara a mí hasta ese horrible día…
No recuerdo qué me sucedió. Yo lloraba, sufría y pedía auxilio pero nadie me oía; no sé cómo pero logré llegar a la casa de la humana que siempre me alimentaba. Ella desde hace tiempo quería llevarme a la veterinaria pero yo no me dejaba, no confiaba ni en humanos ni en otros gatos hasta que lo necesité.
Mi pequeño cuerpecito peludo y desnutrido ya no soportaba más, fue agonizante llegar hasta la casa de la Karen que me alimentaba. Ella al verme, inmediatamente habló a la Fundación Pata de Perro para pedir ayuda. Una de las jóvenes que integran la asociación fue rápido por mí, me metió a una jaulita y me transportó a la Clínica Veterinaria Mundo K-nino. Es ahí cuando comienza la verdadera aventura…
La MVZ Liz Martínez, me recibió con una herida en la cabeza. Tenía el cráneo expuesto y una infección en los ojos. Ella me limpió, curó las heridas, me hizo rayos x, y varios estudios para descartar enfermedades… Desgraciadamente, en lugar de descartarlas salí positivo en leucemia felina, anemia, fase 1 de insuficiencia renal… yo pesaba menos de dos kilos, tengo aproximadamente 5 años de edad, y desde hace un año vivo en la veterinaria que me atendieron porque ellas seguían curando mis heridas.
Pero hoy, martes 29 de junio, una Karen se enamoró de mí y me adoptó. Así como me ven, feo con el cráneo pelón por la herida que al parecer fue provocada por una mordida o golpe, ¡ME VOY A UNA CASITA! Espero que mi Karen me quiera mucho… yo nunca he tenido una; así que después les platicaré mi proceso de adaptación en casa.
¿Te imaginas lo que es vivir así? Estar en la calle expuesto a las amenazas de otros animales o personas, buscar comida podrida en los basureros, cazar ratas que portan múltiples enfermedades, los pleitos con otros gatos… que te ahuyenten con agua helada o hirviendo, ¡son muchos peligros!
Yo nací de una gata callejera y no sé cuántos hijos pude dejar yo. La esterilización es el principio de una gran labor para erradicar todo este sufrimiento de los animales que también es un tema de salud pública para los ciudadanos.
Mis hermanitos de Mundo K-nino también buscan casita:
Atentamente: Skeletor.