Hace poco más de 100 años, en México tomaba protesta en el Congreso Constituyente que tuvo como funciones la publicación de la actual Constitución Política Mexicana.
En aquel entonces, y por muchas décadas más, las mujeres no podían participar en las elecciones, ni en la toma de decisiones públicas del país. En primer lugar porque culturalmente se les tenía asignado lugares y roles muy específicos para sus “capacidades” y obligaciones familiares; y en segundo, porque no había un marco normativo que garantizara sus derechos como ciudadanas.
La vida democrática de nuestro país ha atravesado por diversas etapas para su consolidación, con procesos políticos y sociales determinantes como la guerra de Independencia y la Revolución Mexicana que acabaron con la vida de miles de mexicanas y mexicanos. Aunado a la revolución feminista que consolidó una lucha de décadas, y que finalmente logró el acceso del voto y ciudadanía de las mujeres en 1953.
Las primeras elecciones federales de México, se dieron en 1824. En ellas se eligieron por primera vez los cargos de elección constitucional del Presidente de la Republica Mexicana y Vicepresidente de México. Sin duda, cada etapa de la vida política y social del país ha impactado en la cultura política mexicana, en el desarrollo de áreas de oportunidad y en la conformación de ideologías diversas.
A escasos días de culminar el proceso electoral más grande de la historia, en medio de la pandemia de covid-19 y las grandes repercusiones que ha tenido en México y en Sonora, vale reflexionar sobre la famosa frase de Joseph de Maistre, que sugiere que “toda nación tiene el gobierno que merece”.
En verdad, ¿será justo atribuirle está enorme culpa a las más de 70.9 millones de personas pobres en México, que representan cerca del 57% de la población, por no priorizar el ejercer su ciudadanía ante la idea de buscar su propia supervivencia? Y por otro lado, ¿Cómo medir el valor entre ejercer un voto o el buscar proteger la vida y salud familiar ante un virus letal?
La exconsejera electoral del Consejo General del IFE de 1996 a 2003, Jacqueline Peschard, considera que vencer al abstencionismo es el principal reto para el primer proceso electoral que se da en medio de una pandemia. Y es que, en los últimos tres procesos intermedios, la participación ciudadana no ha superado el 50% de votación: en 2015 se alcanzó el 47%, en 2009 el 44%, y en 2003 el 41% de sufragios.
El derecho al ejercicio del voto en todo México es libre y secreto, y por ello, los múltiples factores sociales, políticos, económicos y culturales han incidido en la diversidad de las decisiones ciudadanas, desde la inclinación por ciertos partidos hasta abstención, la anulación del voto o el voto de castigo.
El poder de votar, sin duda, representa la oportunidad de participar en la elección de quienes nos van a gobernar, y por consecuencia, en las decisiones públicas que beneficiarán u obstaculizarán nuestro desarrollo integral. Pero también representa un ejercicio de responsabilidad ética y ciudadana, que debemos promover.
¿No sabes por quién votar? Te comparto algunas ideas sobre el valor de tu voto.
Vota por quien en sus argumentos no divida, no promueva la violencia y los estereotipos de personas, asignándoles una etiqueta por no concordar con su oferta política o ideología. “Ni fifís ni chairos”
Un gobierno categórico pierde la posibilidad de articular políticas adecuadas para abatir los diferentes problemas sociales, como la delincuencia, la inseguridad y la pobreza. Sobre todo, para consagrar el principio de la igualdad y garantizar los derechos de todas las personas.
Vota por quien en sus discurso te informe sobre los problemas sociales que hay en tu entorno, te muestre cifras, y sobre todo, te demuestre estrategias factibles para erradicar esos problemas.
Todos los poderes y niveles de gobierno requieren por obligación revisar su entorno para la aplicación de sus políticas. Los problemas públicos son diversos y progresivos, las estrategias que planteen deben partir de diagnósticos que muestren necesidades reales y actuales.
Vota por quien no se escude por los gobiernos del pasado como forma de legitimar sus acciones. Todo gobierno tiene la responsabilidad de responder a las necesidades actuales desde sus competencias.
Si eres mujer, vota. Hace poco más de seis décadas, las mujeres no tenían ese derecho garantizado, no eran escuchadas, no podían incidir en el devenir de sus familias. Votar es reconocer a quienes lucharon por nosotras, y heredar ese gran poder a las siguientes generaciones.
Las y los sonorenses merecemos un gobierno que abata la pobreza y la desigualdad. Conformemos gobiernos equilibrados y plurales que den representatividad a las diferentes necesidades, ideologías y manifestaciones sociales. No votes por quienes te dicen “Vota todo…” porque ningún gobierno unipartidista representa la diversidad que conformamos todas y todos.