“Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo” (Nietzche).
Cuantas cosas por aprender tenemos hoy, cuantas experiencias por vivir, para formar, armar, pulir y transformar nuestra existencia.
Víctor Frankl menciona que vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar respuesta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida nos asigna continuamente a cada individuo, así como si viniéramos pre-determinados a vivir alguna experiencia en especial.
Pero además, estas tareas difieren de una persona a otra, difieren de un momento a otro, ya que la construcción de este camino es completamente individual, ningún ser humano, ni ninguna experiencia pueden compararse con las de otro ser humano, ni, ninguna situación se repite y cada situación nos pide una respuesta distinta.
En la convivencia diaria tenemos la oportunidad de aprovechar para construir y trascender en lo humano con las experiencias que la vida nos proporciona, porque vaya que diariamente tenemos lecciones y tareas que cumplir, que marcan profundamente nuestra manera de ser, de comportarnos, de llegar al ser.
Pero también hay algo muy importante y es el de estar atentos cada quien, de los mensajes, las señales que le da la vida nos brinda.
Señales que algunas veces no alcanzamos a identificar por el poco contacto que tenemos con nosotros mismos, por el ruido que hay alrededor de cada persona, los distractores externos, que hoy en día son muchos los estímulos que hemos desarrollado y permitimos no nos dejen ser conscientes, atender y valorar lo que verdaderamente es nuestra tarea
Pero una cosa es cierta: cumplimos o cumplimos con nuestra encomienda, con nuestro encargo, con nuestra experiencia, con nuestro aprendizaje.
“En realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros”