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miércoles, julio 30, 2025

Incómodas, pero urgentes: las conversaciones que pueden salvar tu organización

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En el mundo corporativo hay muchas formas de fracasar, pero pocas son tan silenciosas y peligrosas como evitar una conversación incómoda. Los equipos no se rompen por las diferencias, sino por lo no dicho. Por lo que las culturas organizacionales no se pudren de golpe, se corroen en la comodidad de los silencios.

Y, sin embargo, ¿Cuántas veces hemos postergado una retroalimentación por miedo a incomodar? ¿Cuántas decisiones se han tomado en mesas donde nadie se atrevió a decir lo que realmente pensaba?

No es coincidencia que el 70% de los empleados evite conversaciones difíciles con su jefe, según una encuesta de VitalSmarts. Tampoco sorprende que, de acuerdo con Gallup, solo el 30% de los colaboradores se sienta cómodo dando retroalimentación honesta hacia arriba.

Nos han enseñado que lo profesional es lo políticamente correcto. Que el liderazgo se mide por cuántas crisis evitas, cuando en realidad, debería medirse por cuántas te atreves a enfrentar con verdad.

Pero aquí va lo más crítico:

Las empresas que evitan las conversaciones difíciles pierden hasta un 8% de productividad por empleado, al año. (Según datos de Workplace Accountability Study)

Y no solo se trata de números. También hablamos de confianza. De innovación. De dignidad laboral. Porque cuando nadie se atreve a decir lo que piensa, los errores se repiten. Cuando nadie confronta, la cultura se deforma. Y cuando nadie incomoda, el crecimiento se detiene.

Las conversaciones incómodas no son el problema, son el antídoto. Son el espejo que muestra lo que no está funcionando. Son el puente entre lo que somos y lo que podríamos ser, y claro que duelen. Pero como dijo Brené Brown: “La claridad es amable. La incomodidad a corto plazo evita el resentimiento a largo plazo”.

En un mundo laboral que celebra lo fluido, lo rápido, lo urgente es atrevernos a hablar de lo que nos inquieta, de lo que genera ruido. No para incomodar por incomodar. Sino para construir culturas donde la verdad sea más poderosa que el ego, y el respeto más fuerte que el miedo.

¿Te atreves a tener la próxima conversación incómoda? Tu organización lo necesita. Y probablemente, tú también.

Recuerda que cada vez que eliges el coraje de decir lo que incomoda, estás fundando una cultura valiente. Las organizaciones no se transforman en las juntas de estrategia, se transforman en las conversaciones que duelen, que incomodan, que revelan.


Ahí donde nadie quiere entrar… es exactamente donde hay que ir.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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