En los últimos años se ha generado toda una zoología de la catástrofe. Se habla de cisnes negros en referencia a eventos sorpresivos, altamente improbables, pero susceptibles de generar efectos sistémicos considerables; se describe como un rey dragón a un evento enorme en tamaño e impacto, nacido de un origen único; y se llama rinocerontes grises a los sucesos enormes de los que ya estábamos alertados pero ante los cuales nos quedamos impávidos.
La creadora de la teoría del rinoceronte gris, Michele Wucker, argumenta que hay eventos que estaban previstos y que incluso podían ser evidentes, pero que justamente por ello tendemos a no prestarles la atención debida. La escalada de violencia entre Israel y Palestina es un eterno rinoceronte gris. Todos los elementos para los enfrentamientos violentos de los últimos días existen desde hace décadas. Ya en 1982, en un icónico discurso en el parlamento israelí, la Knesset, el entonces presidente francés, Francois Mitterrand, advertía: “No hay duda de que hay un problema, y que de no ser resuelto, tendrá un peso trágico y duradero en esta región del mundo.”
La explosión de violencia de los últimos días es de una magnitud que no se había visto desde la guerra de los 50 días en el verano de 2014. A los elementos históricos, se sumaron una serie de eventos recientes que han desatado una espiral de enfrentamientos que hoy es imposible predecir cuándo y cómo terminará. Desde hace un mes el proyecto israelí de expulsión de familias palestinas del barrio histórico Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, provocó protestas y una escalada de violencia en la ciudad en pleno Ramadán, el mes santo de los musulmanes. Luego, un video de la aplicación Tik Tok que mostraba a un joven palestino cacheteando a un joven clérigo judío en Jerusalén, se hizo viral caldeando aún más los ánimos. Después, los israelíes de extrema derecha llevaron a cabo persecuciones en los barrios palestinos. Y el viernes pasado la policía israelí se enfrentó a los palestinos dentro de la mezquita de Al Aqsa, disparando granadas mientras los palestinos arrojaban piedras. Este y otros enfrentamientos en diversas partes de la Ciudad Vieja dejaron heridos a cientos de palestinos y a algunos policías israelíes. Una lucha de calle se convirtió en menos de dos días en una combate aéreo, Hamas lanzó cientos de cohetes contra Israel desde Gaza, e Israel en represalia ha llevado a cabo cientos de ataques aéreos en Gaza. Al momento de escribir este articulo, los ataques han generado la muerte de al menos 7 israelíes, mientras que 53 palestinos, la mayor parte de ellos civiles incluidos 14 niños, han perdido la vida. Para complicar la situación, el crispado ambiente ha hecho que estallen enfrentamientos, entre civiles judíos y árabes, en diversas ciudades de Israel y Cisjordania. En ausencia de una perspectiva política, una vez más la violencia pareciera convertirse en la única salida. Ambas partes parecen dispuestas a asumir las consecuencias de atacar al otro y el riesgo de que se desate una guerra a gran escala es real.
La situación es francamente preocupante y los liderazgos que pudieran ayudar a encontrar soluciones son escasos. A nivel nacional los lideres de ambos bandos están debilitados. A pesar de cuatro elecciones, Benjamín Netanyahu no ha logrado formar un gobierno. Mientras que del lado palestino el vacío político es enorme, durante los últimos 15 años los palestinos se han dividido entre la Franja de Gaza, controlada por los islamistas de Hamas, y la Autoridad Palestina en Cisjordania, presidida por Mahmoud Abbas. Las elecciones programadas para el 22 de mayo en Palestina han sido suspendidas indefinidamente, y al lanzar los cohetes desde Gaza, Hamas reclama de facto el liderazgo palestino.
Mientras tanto los liderazgos internacionales también han estado ausentes y la respuesta internacional ha sido tibia. El Consejo de Seguridad de la ONU celebró este miércoles una segunda reunión de emergencia a puerta cerrada sobre el conflicto entre Israel y Palestina, durante la cual Estados Unidos, al igual que el lunes, se opuso a la adopción de una declaración conjunta, por considerarla “contraproducente”. Una muestra más de lo absurdo que es el poder de veto de los miembros del Consejo de Seguridad cuando en prácticamente todo conflicto internacional tienen intereses nacionales que proteger.
Cierto es que la expresión “proceso de paz” palestino-israelí ha perdido credibilidad desde el fracaso de los Acuerdos de Oslo, y que existen masacres y guerras en otras latitudes, pero este conflicto debiera ameritar renovados esfuerzos de soluciones profundas. Primero porque todo conflicto armado debiera ser evitado, más aun cuando la asimetría de poderes es tan evidente; después porque se trata del lugar de origen de las 3 grandes religiones monoteístas lo cual podría generar reacciones en otros lugares en donde la tensiones religiosas prevalecen; y finalmente porque el conflicto está enclavado en una región que podría fácilmente contagiarse del caos, generando aún mayor sufrimiento y desestabilización global.
La conflagración que hoy atestiguamos entre Israel y Hamas es un recordatorio de que el status quo es frágil. La mayoría sabe que la única solución razonable es la de dos estados, pero muchos argumentan que es una utopía. Lo cierto es que mantener el status quo también es poco realista, basta una chispa para que el fuego vuelva a encenderse, quizás los bomberos logren apagarlo pero será solo por un tiempo, hasta la próxima crisis. Un perene circulo vicioso de este eterno rinoceronte gris.
@B_Estefan