Fuente Misanimales.com
La agresividad canina supone un serio problema de salud pública y bienestar animal, sobre todo en aquellos casos donde el can llega a morder. Las agresiones por parte de perros hacia otros canes (o incluso hacia las personas) son unas de las principales razones por las que estos animales acaban en perreras o protectoras.
Según los datos, las víctimas más propensas a sufrir las mordeduras de perros son los niños pequeños menores a cinco años. Los estudios sugieren que la falta de reconocimientos por parte del infante sobre el lenguaje canino es la principal razón de estos hechos.
Los niños, por ejemplo, cuando ven a un perro mostrando los dientes (señal clara de amenaza en cánidos) lo perciben como una sonrisa y no cesan en su acercamiento.
No obstante, la agresividad canina va más allá de los ataques a personas. Aquí te mostramos la importancia hormonal en este proceso.
¿Más testosterona, más agresividad?
En muchas ocasiones, sobre todo en perros machos, los propietarios por los esterilizan para así disminuir los niveles de testosterona y evitar la agresividad. Sin embargo, las investigaciones con canes castrados muestran que la agresividad no disminuye. El comportamiento más claro que se observa tras la castración en machos es el cese de búsqueda de hembras.
Sabemos que el comportamiento del perro está mediado por varios factores como la genética, la educación que hayan recibido y, por supuesto, las experiencias vividas. A pesar de ello, conocemos muy poco sobre el origen de la agresividad en perros.
Por esta razón, un grupo de científicos de la Universidad de Arizona, junto a otras universidades, llevó a cabo un estudio con estos animales cuya finalidad fue analizar la función y concentración de otras hormonas, que no fueran la testosterona, para descubrir más sobre esta conducta canina.
En el experimento que mencionamos anteriormente y, al que haremos referencia a lo largo de estas líneas, uno de los niveles hormonales que se midió fue el de la oxitocina.
Esta hormona es la encargada del comportamiento afiliativo y afectivo. Por ejemplo, se produce en grandes dosis tras la cópula en animales que suelen quedar emparejados o durante el parto y lactancia, para que la madre y cría creen un vínculo fuerte. Además, otra de las funciones de la oxitocina es la de disminuir el estrés y la ansiedad.
Durante el estudio, se seleccionaron perros con un historial previo de agresiones a personas y otros canes, y otros que nunca habían agredido a nadie. Se recogieron muestras de sangre antes y después de conducir a los perros ante distintas pruebas, como observar a otro perro o persona desconocidos.
Los resultados en los niveles de oxitocina no mostraron diferencias significativas entre unos perros y otros antes y después de las distintas pruebas.
Hasta el momento en el que se realizó el experimento, nunca se había estudiado el papel de la vasopresina en los perros. Sin embargo, sí se habían realizado estudios con otras especies de mamíferos. En ellos, se mostró que la vasopresina tenía un papel importante en la agresividad hacia individuos desconocidos.
Por ejemplo, un estudios realizado con humanos mostró que los hombres a los que se le administró una dosis de vasopresina tenían dificultades para apreciar los gestos amistosos de desconocidos. Los datos nos muestran que parece haber una clara relación entre vasopresina y agresividad.
Para concluir, este estudio nos muestra cómo otras hormonas diferentes a los andrógenos tienen un papel fundamental en la docilidad o agresividad canina. Es más, estudios similares realizados en caballos, muestran que aquellos equinos que realmente tienen un temperamento dócil y tranquilo poseen altos niveles de oxitocina.
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