Columna Contra las cuerdas
Nos estamos formando criterios sobre el mundo a base de información falsa que se viraliza en redes sociales quizá con mayor rapidez que el nuevo coronavirus.
En la pandemia aumentó la propagación excesiva de avisos sin ningún sustento o fuentes oficiales en el momento de la historia en que más utilizamos las redes por la cuarentena.
Preocupa a los científicos de la OMS todos los rumores relativos a los remedios caseros para prevenir el contagio o curar los síntomas, pues están seguros de que la información falsa puede derivar en el aumento de contagios o el empeoramiento de la enfermedad por COVID-19.
Además del virus enfrentamos la epidemia de la desinformación dejando como resultado sociedades aterrorizadas en las que los sujetos no logran pensar de forma racional, lo que conlleva a problemas de salud mental o toma de decisiones equivocadas en la vida.
Aumentan también el odio y la polarización social porque es más fácil escribir ideas que no somos capaces de decir o sostener cara a cara. Más aún, el anonimato ofrece sensación de impunidad que alienta la violencia verbal.
La pandemia aceleró los procesos de cambio en diferentes áreas del conocimiento y las actividades humanas, entonces es hora de aprovechar para cambiar los programas educativos en los niveles básico y medio superior con planes que enseñen a informarnos. Identificar las fuentes es tan importante como saber leer y escribir con buena ortografía.
Hasta las figuras destacadas de la vida académica e intelectual, sin importar las maestrías o doctorados, han mordido el anzuelo o resbalado ante supuestas historias verdaderas. Las han divulgado desde sus cuentas personales, originando a partir de ahí debates violentos y falsos. Después de Turquía, según la UNAM, somos el segundo país en el mundo en propagación de fake news.
Finlandia, sin estar en los primeros lugares de la lista, se adelantó a tomar acciones en las escuelas de educación básica para aprender a identificar las fuentes correctas. El proyecto se basa en el concepto de que nunca es demasiado tarde para aprender a defenderse de la desinformación. “Los cuentos funcionan muy bien. Coges a un zorro que siempre intenta engañar a otros animales con sus astutas palabras. No es una mala metáfora si pensamos en algunos políticos, ¿no crees?”, se pregunta la profesora finlandesa Kari Kivinen en una entrevista para The Guardian.
Explica cómo el sistema educativo de su país se ha adaptado a la necesidad de ofrecer a sus estudiantes una capacitación específica sobre desinformación y fact-checking.
En el programa didáctico de la escuela secundaria, la formación se vuelve más específica. Los alumnos de la escuela de Helsinki, donde Kivinen da clases aprenden en matemáticas lo fácil que es mentir con las estadísticas. El profesor de historia del arte da secretos sobre cómo se puede llegar a manipular el significado de una imagen. En la clase de historia, analizan las campañas de propaganda y desinformación más importantes del siglo pasado. Con el profesor de finlandés (equivalente al español aquí) reflexionan sobre cómo se pueden usar las palabras para engañar y confundir.
Es hora de dar el paso en nuestro país y salir de ese deshonroso segundo lugar. Expertos en educación, académicos, universidades autónomas, padres de familia y periodistas, necesitamos empezar una #luchacontraladesinformación.