El 27 de marzo, en Ginebra, el jefe de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que hacer pruebas a gran escala para detectar el nuevo coronavirus es una labor crucial. Pidió un cambio hacia estrategias de salud pública que “nos permitan vivir con este virus” hasta tener una vacuna. Los comentarios del doctor Michael Ryan indicaron un cambio de mentalidad en la OMS y la resignación de la agencia a que el virus identificado por primera vez en China a fines del año pasado ronde el mundo por un tiempo.
“En este momento, nadie puede predecir cuánto tiempo durará esta epidemia”, dijo Ryan en conferencia de prensa. “Estamos entrando y avanzando hacia un futuro incierto… Muchos países apenas comienzan el ciclo de esta epidemia”.
Samanth Subramanian, de The Guardian, narra en un artículo publicado el domingo que Vax es uno de los lugares donde puede nacer la vacuna contra el coronavirus. “Fundada por el patólogo canadiense Jonathan Heeney en la ciudad británica de Cambridge, esta pequeña empresa tiene su sede en un señorial edificio de ladrillos rojos al que, en tiempos normales, nos habríamos desplazado en persona para charlar con Heeney. Allí nos habría presentado a los miembros de su equipo y a su citómetro Aria III, que parece una cafetera espacial capaz de procesar los expresos más amargos pero que en realidad es una máquina que usa sus cuatro láseres para separar las células marcadas con un colorante fluorescente a medida que pasan a una velocidad de 10 mil células por segundo”.
Subramanian dice que en su oficina “habríamos intentado pasar hasta el laboratorio con nivel de contención 3, el segundo nivel de seguridad biológica más alto, donde los biólogos de Heeney investigan patógenos como el virus del Nilo Occidental o como la bacteria de la tuberculosis. Son tan letales que para evitar cualquier fuga el laboratorio es casi hermético, con las juntas en las paredes, el suelo y el techo selladas y reselladas. Siguiendo las directrices del gobierno, los paneles de acero de las paredes son “del tipo utilizado en la industria nuclear” y hay un flujo de aire constante hacia dentro para evitar que los gérmenes salgan cuando se abre la puerta. Si hubiéramos llegado hasta su oficina, Heeney incluso nos habría mostrado en persona las muestras de líquido transparente, conservadas en frascos de vidrio, candidatas a vacuna contra el coronavirus”.
Derrotar al coronavirus va a precisar algo más que vacunas, agrega. “Necesitaremos cuarentenas, medidas de distanciamiento social, atención médica para los enfermos, antivirales y otros medicamentos, pero el desarrollo de una vacuna, la bala de plata por antonomasia, se ha convertido en una idea de un atractivo irresistible”.
The Guardian dice que el coronavirus llega en una etapa de madurez de la tecnología genética. Los avances de los últimos cinco años han hecho posible que se multipliquen los proyectos de vacunas tan pronto como se secuencia un virus. Las vacunas de vanguardia no necesitan formas debilitadas del patógeno para construir la inmunidad, como hacían antes todas las vacunas. Las de hoy contienen pequeñas copias de partes del código genético (del ADN o del ARN) que les permiten producir fragmentos del patógeno dentro de nuestro cuerpo.
“Por primera vez, los científicos han sido capaces de iniciar posibles vacunas a pocas semanas de una nueva enfermedad de rápida propagación. En este momento, se están desarrollando al menos 43 vacunas para la COVID-19 en todo el mundo, con laboratorios de universidades y de empresas trabajando desde Brisbane hasta Hong Kong, pasando por EEUU y el Reino Unido. La mayoría de ellas son vacunas de ADN o de ARN. Una de ellas, fabricada en 63 días por una empresa biotecnológica americana llamada Moderna, ya ha sido sometida a ensayos con humanos: el 16 de marzo entró en el torrente sanguíneo del primero d
e los 45 voluntarios adultos sanos en Seattle”. Es una cifra récord, según The Guardian.
ASÍ ESTAMOS
La aprobación de una vacuna de ADN o de ARN contra la COVID-19 marcaría un momento decisivo. No sólo porque se confirmaría el potencial de la tecnología sino porque nos fortalecería contra futuras pandemias. En los últimos años, los epidemiólogos, los analistas de riesgos y los responsables políticos han hecho esfuerzos conjuntos para mejorar la investigación y replantear el modelo industrial de producción de vacunas en preparación para el desastre hipotético conocido como enfermedad X (cualquier enfermedad desconocida que irrumpa repentinamente en nuestra especie y se propague a través de ella con un coste elevadísimo).
Durante semanas, los funcionarios de la OMS hablaron en las sesiones informativas diarias en Ginebra de un “momento propicio” para contener la propagación del virus. Pero últimamente ha habido indicios de que ese momento se ha ido. El doctor Michael Ryan de la OMS pidió el viernes pasar de las medidas diseñadas para quitarle fuerza a la pandemia a las dirigidas a “objetivos mucho más precisos… que nos permitan, como mínimo, vivir con este virus hasta que podamos desarrollar una vacuna para deshacernos de él”.
No se espera que haya una vacuna contra el virus durante al menos 12 meses. El nuevo coronavirus causa síntomas leves o moderados en la mayoría de las personas, pero para algunos, especialmente los adultos mayores y las personas con problemas de salud preexistentes, puede provocar enfermedades más graves o la muerte.
Los funcionarios de la OMS siguen advirtiendo que aún se desconoce mucho sobre el virus, incluso por qué algunas personas que no son de edad avanzada ni tienen afecciones preexistentes se han enfermado gravemente de COVID-19. Ryan dijo que del 10 por ciento al 15 por ciento de las personas menores de 50 años tendrán una “infección de moderada a severa”. Al mismo tiempo, los funcionarios de la OMS enfatizaron la importancia de hacer pruebas a gran escala y dijeron que les permitiría a los funcionarios de salud conocer mejor los brotes, incluso si un número creciente de personas con resultados positivos puede provocar inquietud.
“No deberíamos castigar a los países por tener números más grandes”, dijo Ryan. “Si creamos una situación en la que reaccionemos de forma exagerada al número diario, entonces hay un desincentivo para hacer pruebas”. “Tener un número mayor significa que sé mejor dónde está el virus”, indicó.
ESTAMOS PERDIENDO
El 26 de marzo, el secretario general de Naciones Unidas dijo a los mandatarios de los 20 países más industrializados del mundo durante una cumbre virtual de emergencia que “estamos en guerra con un virus y no estamos ganando” a pesar de los cierres de fronteras, clausuras de negocios y cuarentena forzada para más de una cuarta parte de la población mundial, entre otras medidas drásticas.
Esta inusual videoconferencia reemplazó al habitual encuentro físico cuando gobiernos de todo el mundo destacan la importancia del distanciamiento social para frenar la propagación del coronavirus altamente infeccioso. El Grupo de los 20, blanco de críticas por no tomar medidas mancomunadas contra el virus o su impacto económico, prometió trabajar juntos. El grupo señaló que inyectará colectivamente más de 4.8 billones de dólares en la economía global para contrarrestar el impacto social y financiero de la pandemia.
Además, el G20 se comprometió a reforzar el mandato de la Organización Mundial de la Salud. Indicó que “la acción global, la solidaridad y la cooperación internacional” eran más necesarias que nunca, pero no ofreció comentarios específicos. “La inédita pandemia de COVID-19 es un recordatorio poderoso de nuestra interconexión y vulnerabilidades”, destacó el grupo. “El virus no respeta fronteras”.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, exhortó a los gobernantes a aprobar un plan de tiempos de guerra contra la pandemia. “Le tomó al mundo tres meses para alcanzar los 100 mil casos confirmados de infecciones”, dijo Guterres. “Los siguientes 100 mil sucedieron en tan sólo 12 días. El tercero, cuatro días. El cuarto, apenas un día y medio”.
“Esto es crecimiento exponencial y es apenas la punta del témpano”, advirtió Guterres al subrayar que los países deben ser capaces de combinar los exámenes sistemáticos, el rastreo, la cuarentena y el tratamiento, además de coordinar una estrategia para suprimir el virus hasta tanto se cuente con una vacuna. Arabia Saudí, que preside el G20 este año, inició la reunión con un pedido del rey Salman a los países más poderosos para que financien la investigación y desarrollo de una vacuna contra el virus, que provoca una enfermedad llamada COVID-19, y aseguren la disponibilidad de provisiones y equipos médicos vitales.
“Esta crisis humana requiere una respuesta global. El mundo cuenta con que nos reunamos y cooperemos para enfrentar este reto”, dijo el monarca saudí en declaraciones distribuidas luego a la prensa, que no pudo acceder a la reunión virtual. Algunos participantes publicaron imágenes de la videoconferencia. Primeros ministros como el indio Narendra Modi, el japonés Shinzo Abe y el canadiense Justin Trudeau, cuya esposa contrajo el virus, aparecieron en recuadros en una pantalla en fotos compartidas en Twitter por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
YA SE TRABAJA EN 20 VACUNAS Y 30 MEDICAMENTOS
La ciencia trabaja ya en un total de 20 vacunas y ha identificado un total de 30 medicamentos potenciales contra la COVID-19, alguno de los cuales está ya en su última fase antes de su aprobación definitiva.
Durante las últimas dos semanas, las vacunas en desarrollo que se están investigando en los laboratorios han pasado de cuatro a veinte, según los datos recopilados por Farmaindustria, que ha destacado que varios hospitales, empresas y centros de investigación españoles están al frente de esos ensayos clínicos.
Esta organización ha corroborado la colaboración entre la industria farmacéutica y los centros públicos con el objetivo de ganar tiempo y aumentar las opciones.
Según los datos recopilados por la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (Ifpma) -que representa a las compañías y asociaciones farmacéuticas basadas en investigación de todo el mundo y a la que pertenece la patronal española Farmaindustria- hay ya 20 vacunas en desarrollo en todo el mundo frente al coronavirus.
Además, laboratorios tienen identificados hasta una treintena de medicamentos potenciales, de los cuales 14 están en la fase inicial de investigación; otros cuatro en la fase I de desarrollo y tres en la fase II, y uno ha comenzado los ensayos de fase III, la última antes de su aprobación.
La mayoría de los laboratorios farmacéuticos implicados en estas investigaciones están desarrollando su labor en colaboración con las dos grandes redes mundiales existentes para fomentar la investigación biomédica: la Coalición para las Innovaciones y la Preparación para Epidemias (CEPI), en EU, y la Iniciativa de Medicamentos Innovadores (IMI), en la Unión Europea.
En total, según los datos de Ifpma, hay actualmente unos 80 ensayos clínicos en curso para nuevos tratamientos experimentales y vacunas en desarrollo frente a coronavirus, que incluyen estudios sobre la actual COVID-19 y también frente al Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS).
En el desarrollo de una posible vacuna, los investigadores calculan que antes de 12 ó 18 meses no será posible disponer de una eficaz. Esta es la estimación “en el mejor de los casos” y supondría que una o dos de las primeras vacunas que están en desarrollo tuvieran finalmente éxito, según la Ifpma, que ha recordado además que, por lo general, apenas una de cada diez vacunas en investigación logra finalmente ser aprobada.
Entre los candidatos a conseguir esta vacuna destaca la investigación de la farmacéutica alemana CureVac, que está desarrollando una vacuna profiláctica basada en la molécula “ARNm” contra el SARS-CoV-2 en colaboración con la alianza CEPI.
CureVac espera comenzar el ensayo clínico a principios del verano en Alemania y Bélgica. En cuanto a los posibles medicamentos candidatos se encuentran antivirales probados anteriormente en patógenos como el Ébola y el VIH -que ya han comenzado rápidamente los ensayos clínicos y la revisión de la literatura para uso urgente.
Otras líneas de investigación incluyen inhibidores ACE (enzima convertidora de angiotensina), inhibidores de la proteasa o fármacos inmunoterápicos, antimaláricos y anticuerpos monoclonales, cuya actividad se ha comprobado también que puede ser relevante para hacer frente al nuevo coronavirus.
Entre el grupo de medicamentos que se están estudiando se encuentran también combinaciones de fármacos antivirales, como lopinavir y ritonavir, del laboratorio estadounidense AbbVie; el antiviral remdesivir, de Gilead, o el interferón, investigado por las farmacéuticas Roche, Merck y Bayer.
La suiza Roche también avanza con su anticuerpo monoclonal tocilizumab, que fue aprobado por China el pasado 5 de marzo para tratar a pacientes con complicaciones pulmonares por COVID-19, y ha anunciado el inicio de un ensayo de fase III con este fármaco.
Otras compañías están trabajando con medicamentos diseñados originariamente para tratar la artritis, o con fármacos derivados del plasma sanguíneo para tratar a los individuos de alto riesgo.
Varios hospitales y empresas españolas son protagonistas de algunas de estas investigaciones con posibles tratamientos, ha recordado Farmaindustria.
Es el caso de los estudios con el antiviral rendesivir, de Gilead, en el que se ha anunciado la participación de ocho hospitales españoles: La Paz, Alcalá de Henares, Ramón y Cajal y el 12 de Octubre, en la Comunidad de Madrid; el Clínic y el Vall d’Hebrón, en Cataluña; el Hospital de Cruces, en País Vasco, y el Carlos Haya, en Andalucía.
Además, la suiza Roche ha anunciado que España será uno de los países que participe en el ensayo clínico con su fármaco tocilizumab.
Destaca además el anuncio de un equipo de investigadores del hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, de desarrollar un ensayo clínico con una combinación de medicamentos y que ha recibido ya la luz verde de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios para su puesta en marcha.