“Hay que recuperar, mantener y trasmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia” (José Saramago).
El reciente anuncio del presidente López Obrador de eliminar los “puentes” y la curiosa manipulación de las fechas importantes para la nación y, diríamos, la nacionalidad, reestableciendo el calendario cívico y, por ende, la civilidad que se espera de un país con memoria, ha recibido una acogida variopinta y llena de interés entomológico.
Usted dirá “¿y qué tiene que ver la entomología, que es el estudio sistemático de los insectos en este asunto de carácter nacional?”, a lo que le contestaré sin tapujos y reticencias que se necesita tener una mentalidad de cucaracha, mosca o cualquier otro bichejo como estos para no entender que el turismo y los ingresos que puedan caer en manos de los empresarios del ramo no valen tanto como el rescate de la memoria histórica y la identidad de una nación.
La iniciativa presidencial simplemente propone un retorno a las buenas prácticas cívicas que formaron a muchas generaciones de mexicanos en el respeto a la Patria, sus héroes y tradiciones, cuestiones de alta significancia si consideramos que estamos frente a un proceso de transnacionalización y transculturación mediada por el dólar, la mentalidad anglosajona y los impulsos depredadores, criminales y groseramente pragmáticos de los psicópatas avecindados en el norte y sus operadores de este lado de la frontera.
¿Usted cree que los “puentes” favorecen la actividad turística? Pues resulta que el criterio internacional en esa materia es proporcionar una buena experiencia a los turistas mediante óptimos servicios, precios razonables y la mejor cara de la nación o región que se visita, antes que abrir huecos artificiales al calendario laboral, lo cual es verdaderamente patético e inútil en términos reales porque una verdadera industria turística se sustenta en la calidad del servicio y los recursos naturales y culturales que se ofrecen antes que la manipulación del calendario.
En ese orden de ideas, resulta más creíble como justificación del mantenimiento de los “puentes” la operación de un plan para borrar la memoria y vaciar de contenido nuestra historia y trivializar las luchas por la independencia y la soberanía nacional.
Por otra parte, ¿cree usted que no es posible hacer un ejercicio cívico de respeto a las fechas históricas y al mismo tiempo cumplir con el calendario laboral? ¿Considera que los mexicanos somos seres anodinos sin conciencia de su identidad y valores y tradiciones que respetar? El menosprecio a la propia identidad es tanto como abrir la puerta a cualquier intervención extranjera e incluso creerla justificada.
Las objeciones al restablecimiento del calendario cívico y la eliminación de los famosos “puentes” dan cuenta de una mentalidad tristemente apegada a una percepción del mercado que no necesariamente tienen que ver con las expectativas económicas y sociales de los mexicanos.
Con respeto a las diferencias de criterio e intención, me parece que es importante el rescate histórico propuesto por el presidente de la república, porque traería consigo la congruencia entre la fecha y su significado.
Cuando se trata de fortalecer el conocimiento y respeto por nuestra historia no vale el mantenimiento de cambios de evidente frivolidad u oportunismo heredados de la oscura y ridícula etapa neoliberal cuyas consecuencias aún estamos padeciendo. La memoria histórica y el respeto ciudadano son, en este caso, los más firmes apoyos del calendario conmemorativo nacional.
Demos la bienvenida en los hechos y las palabras a una nueva etapa del desarrollo que supere las expresiones esquizoides del prianismo neoliberal y apoyemos el esfuerzo del gobierno que elegimos mayoritariamente, mediante el trabajo de todos y por el bien de todos.