Hermosillo, Sonora.- En Hermosillo existen muchas ocupaciones, pero las que desempeñan los canes se han vuelto prácticamente esenciales para algunos oficios, como las que realizaron Buzz de 14 años e Irka de 13 años, dos perritos policía jubilados que disfrutan su retiro tras años de ofrecer sus servicios en Hermosillo.
Gema Aguilar Atondo, responsable de los perros de la Unidad Canina K9 de la Policía Municipal, platicó que los perros jubilados descansan mucho y juegan poco, pues por la edad que tienen se volvieron delicados, además de que presentaron achaques por el tiempo, sin embargo, con cuidados y atenciones especiales tanto Buzz, como Irka, siguen siendo felices.
La oficial Aguilar añadió que Irka fue diagnosticada con un corazón muy grande, por lo que parte de su tratamiento es salir a dar paseos, pese a que casi no le gustan; por otro lado, a Buzz se le detectaron problemas hepáticos. Ahora vive con una dieta especial, y a diferencia de su ex compañera canina de la Policía, le encanta pasear, aunque eso ya no le está permitido.
Los canes que se dedican a dar apoyo a las autoridades realizan actividades como ayudar a localizar a personas atrapadas bajo escombros, extraviadas o brindar apoyo emocional sin pedir más que respeto y amor a cambio. Por esta razón, sus compañeros humanos se hacen responsables de ellos y velan por su futuro.
Ernesto Figueroa, fundador de ‘Camiso’ Club de Adiestramiento, compartió para Proyecto Puente que después de ser retirados, los perros que brindan apoyo a las autoridades suelen quedarse cerca de quienes fueron sus responsables, pues el vínculo que desarrollan es muy estrecho, sin embargo, si no es el caso, dependiendo de su ocupación, se les busca un hogar.
El entrenador canino hermosillense destacó que una vez que los perros cumplen su tiempo de labor, el cual depende de muchos factores como las exigencias laborales, condiciones de salud, antecedentes médicos, entre otros, se busca que se conviertan en mascotas y vivan el tiempo que les quede de forma plena.
Por su parte, Miriam Giménez, precursora en la intervención asistida con perros en la localidad, señaló que dadas las condiciones a las que se exponen muchos de los canes que se utilizan para servicio, independientemente de la labor sea de apoyo emocional, búsqueda de desaparecidos, detección de narcóticos, lazarillos, entre otros, pueden llegar a sentir estrés o ansiedad como cualquier humano.
“Por ejemplo, esta parte de la carga emocional que los perros puedan llegar a percibir, yo lo traduciría a lo mejor, como cierto tipo de movimientos, de situaciones que pueden llegar a ser molestia para el perro, pero generalmente se trabaja con estos niveles de tolerancia con ellos para evitar en la mayor medida de lo posible que el perro se sienta incómodo cuando un usuario se suelta llorando o lo abrace muy fuerte”, expuso.
La maestra de Psicología de la Universidad de Sonora subrayó que el retiro para los perros debe de ser progresivo y con alternativas de reemplazos que puedan servir para que el can no sienta un cambio abrupto en su cotidianidad, ya que ello les genera un sentimiento de confusión, pues pasan de vivir situaciones extraordinarias en su vida diaria a prácticamente no hacer nada.