El paradigmático caso de Ted Bundy
Pena de muerte. El pasado abril resurgió el recurrente tema de la pena de muerte en la vecina Texas, USA, a Melisa Lucio, ciudadana de origen hispano condenada por el asesinato de una de sus 15 hijos, una niña de dos años. Sus abogados de oficio y legisladores demócratas han logrado la suspensión, posposición y la posible reapertura del caso, reiterando su inocencia y controvirtiendo su confesión por tortura mental en el interrogatorio policíaco. Su suerte está en manos de los siete miembros de la Junta de Indultos y en la última palabra del gobernador republicano Greg Abbot, a quien el presidente Joe Biden ha denominado “un neanderthal”.
NETFLIX. Casualmente, en la moderna y adictiva opción de cultura cinematográfica bien utilizada, la plataforma Netflix, nos brinda a los maestros y alumnos universitarios de las ciencias de la conducta y de la comunicación social (Psicología, Derecho, Criminología, Criminalística, D. Penitenciario, D. Comparado) otra versión de paradigmático caso de Ted Bundy, el asesino en serie condenado y ejecutado en la silla eléctrica el 24 de enero de 1989.
TED BUNDY. Theodore Robert Bundy (nacido Cowell, 24 noviembre 1946-24 de enero de 1989), asesino en serie estadounidense. Después de más de una década negándolo, confesó 30 homicidios de mujeres, en siete estados, entre 1974 y 1978. El número real es desconocido. Estudiante aplicado y con buenas notas en las Universidades de Washington y de Puget Sound (Tacoma), consiguiendo una licenciatura en Psicología. Trabajó en varios lugares sin durar mucho tiempo. En 1967 se enamoró de Stephanie Brooks (seudónimo de Dayanne), de familia acomodada; fue el sueño hecho realidad de Bundy, pero dos años después ella se graduó en Psicología y finalizó la relación por considerar que su pareja era indiscreta y carecía de objetivos claros. Bundy nunca superó la ruptura y se obsesionó con ella, manteniendo contacto a través de cartas para intentar reconquistarla.
Abandonó los estudios durante un tiempo y regresó a la Universidad de Washington para matricularse en Derecho, considerado un estudiante brillante y estimado entre sus profesores. Inició una relación de cinco años con Elizabeth Kloepfer (seudónimo de Meg Anders), divorciada y tenía una hija pequeña. Sin embargo, Kloepfer desconocía que él había estado saliendo con una chica de San Francisco, Ca., con la que se seguía escribiendo cartas.
Durante 1969 y 1972 todo fue bien: envió solicitudes de admisión a escuelas de Derecho e involucrado en actividades comunitarias. Obtuvo una condecoración de la Policía de Seattle por salvar a un niño de tres años de morir ahogado; se relacionó con figuras importantes del Partido Republicano. Todo cambió en 1973, cuando se reencontró con Brooks, mantuvo una relación que duró entre el verano e invierno de ese mismo año. Al final, Bundy la abandonó sin que ella volviera a saber nunca más de él.
LA PELÍCULA. Se basa en un guion en el que el asesino desarrolla una extraña y complicada relación con Bill Hagmaier, agente del FBI, mientras detalla sus atroces crímenes. Dirigida por Amber Sealey (How to Cheat), el largometraje no muestra los actos violentos de Bundy (Luke Kirby). Al contrario: el psicópata está en su momento más vulnerable, en la cárcel y a punto de ser ejecutado por su sentencia de muerte. Es entonces cuando llega el agente Bill Hagmaier (Elijah Wood), quien tiene dos misiones: primero, pedir la ayuda de Bundy para entender los crímenes que estaban ocurriendo en Estados Unidos y, después, intentar que confiese.
Se estrenó el 27 de agosto de 2021 (Estados Unidos). Cinematografía: Karina Silva y directoras de casting: Amber Horn y Danielle Aufiero.
En el corredor de la muerte, Ted Bundy se compromete a revelar los detalles de sus crímenes, pero sólo a un hombre. Es la verdadera historia de la relación que se desarrolló entre ambos, a medida que el agente se adentra en la oscura y retorcida mente de Bundy. Ted Bundy no es sólo un psicópata. Se ha convertido en un boogeyman (El coco) y en una leyenda del mal. Al fin y al cabo, al margen de la cantidad de muertes que siguió a su existencia, el estadounidense desprendía encanto, belleza y simpatía. Hoy, más que ningún otro psicópata, se ha convertido en objeto de libros, series, documentales y más de cinco películas de ficción. Sin embargo, ninguna ha puesto al psicópata en el lugar que le corresponde como “Ted Bundy: La confesión final” (el título original es No man of god), que se estrenó en streaming.
Y es precisamente en este momento de la historia donde comienza. Así, a diferencia de lo visto en “Ted Bundy: Durmiendo con el asesino”, que sitúa al criminal como una especie de galán irresistible, el largometraje de Amber Sealey lo humaniza. Y al humanizarlo, queda más clara su línea de pensamiento, el odio que arrastra y la manipulación. Kirby se despoja de la vanidad y reduce el brillo. La preocupación, aquí, no es deificar al asesino.
Esto, curiosamente, nació paulatinamente en el largometraje. Amber fue llamada por su agente para hacer la película y empezó a convencer a Luke para que se embarcara. “Tras leer el guion, me reuní con Amber en un parque de Los Ángeles. Tuvimos una reunión fantástica. Fue una larga y rara conversación en la que hablé de todas mis preocupaciones”, cuenta Luke Kirby a Filmelier. “Un día después, EE.UU. impuso la cuarentena debido al covid-19”.
Con eso, todo quedó parado, estático, sin perspectivas. Hasta que empezaron a adaptar el guion a las necesidades que surgían debido al distanciamiento social por covid. “Ted Bundy: La confesión final” se ha convertido, cada vez más, en un show de entrevistas. Por otro lado, Luke Kirby seguía con sus preocupaciones, pero preparándose para convertirse en Bundy en la pantalla. “Hicimos el trabajo de investigación necesario. Eso fue desafiante y me revolvió el estómago”.
Desmitificando a Ted Bundy. Pronto, llegó el momento de filmar. Amber dice que le preocupaba, precisamente, no romantizar ni endiosar a este personaje. “Me preocupaba eso. No lo vi como un personaje romántico, sino como un patético e inseguro incel”, dice la cineasta. “Elegí a Luke para la película porque es un gran actor. Y luego me di cuenta de que Luke era más encantador. Me preocupaba por Luke. Es encantador, guapo. Le pedí que bajara un poco el tono [risas]”.
Según ella, uno de los puntos principales para llegar a la no romantización de Bundy fue también comprender quién era el personaje y desmitificarlo. “No veo a Bundy como este genio. Por supuesto que estaba por encima del promedio en inteligencia, sabía mucho sobre crímenes y cómo cometerlos. Pero creo que su principal característica fue la inseguridad, la necesidad, la desesperación por ser respetado”, dice la directora. “Preferí centrarme en eso, ya que todo estaba allí, en las conversaciones reales”.
Esa fue, pues, la diferencia que encontró Amber frente al mar de contenidos que lo rodean. “¿Creo que hay demasiadas películas sobre Ted Bundy por ahí? Sí. ¿Hice una más? Sí. Soy culpable, pero eso es lo que es”, dice.
En la ola del “true crime”, todo este movimiento, por cierto, no sale de la nada. Hablar de crímenes reales ha cobrado fuerza en los últimos años, ya que las series documentales han gozado de protagonismo en las plataformas de streaming, como fue el caso de “Tiger King”, “Don’t Fuck With Cats” y la serie documental sobre “Bundy, Conversaciones con asesinos”: Las cintas de Ted Bundy, que utiliza, precisamente, las de los agentes policiacos (incluido Hagmaier) con el psicópata estadounidense.
Sin embargo, “Ted Bundy: La confesión final” es casi un crimen posterior a la verdad. Una negación de estas producciones. Mientras ponen en evidencia al criminal, la película pone la lógica de la investigación, la mente y humaniza todo. A pesar de la resistencia inicial de Luke Kirby de participar en el largometraje, es interesante notar cómo la película se ha convertido, así, en una continuación de todo lo que piensa el actor, incluidas las exitosas producciones y el llamado “true crime”.
“Esto me da mucho miedo”, dice el actor, del movimiento “true crime”. “Creo que hay algo en la gente que disfruta estar en peligro, preguntándose quién está detrás de ese crimen, cosas así. No tengo idea de cómo esto puede ser tan exitoso. No es lo que consumo, pero [este movimiento] es fascinante”.
“No estoy loco”, dice el asesino todo el tiempo y mira fijamente al agente especial del FBI Bill Hagmaier, el que recibe la “confesión final”.
Una de las cosas que desmitifica a Ted Bundy esta película es precisamente a Ted Bundy, ese asesino serial, con cara de rockero, que recibía fotografías de mujeres desnudas todos los días en la cárcel, por las que obtenía la simpatía de los otros presos y que trata de llevar a las personas que están a su lado a su universo oscuro.
Entre 1974 y 1978, Bundy secuestró, violó y asesinó a numerosas mujeres jóvenes y niñas. Recibió tres condenas a muerte por los asesinatos en Florida de 1978 de Kimberly Dianne Leach, 12, Lisa Levy, 20, y Margaret Elizabeth Bowman, 21, y fue ejecutado el 24 de enero de 1989.
La película “Ted Bundy: La confesión final” se basa en las transcripciones reales de las entrevistas en el corredor de la muerte entre Hagmaier y Bundy, que tuvieron lugar durante los cuatro años anteriores a su ejecución. También incluyen los recuerdos personales de Hagmaier y sus propios escritos.
Es curioso porque uno empieza a preguntarse qué es realidad, qué es ficción, porque en el documental sobre Bundy, el asesino no había quedado tan claro y desnudo como en esta película donde la ex estrella de El señor de los anillos Elijah Wood, hace un rol excepcional. Deja sin sus argumentos a Bundy, a pesar de que él lo manipula en unas cuantas ocasiones, pero le mantiene la vista en los ojos y cuando cuenta uno de sus crímenes, él llora, lo que lo hace tan distinto al depredador.
Elijah Wood es un actor admirable, no sólo ha sabido despegarse de El señor de los anillos, sino que ha elegido con más o menor suerte aquellos filmes pequeños, donde se luce su calidad actoral. En “Ted Bundy: La confesión final” todo pasa por sus enormes y expresivos ojos, que permiten traspasar ese personaje del asesino e ir a verlo como una persona desnuda, sin valores, no loco claro, pero sí psicópata.
Por suerte para la directora Amber Sealey, el actor que hace de Leeny Bruce (un papel nada fácil) en Marvelous Mrs. Maisel, dijo que sí.
“Cada uno tiene su propio gusto. Este tipo de material es ciertamente el tipo de cosa que tiene más allá de un factor de “asco”. Tiene un factor de repulsión y me refiero específicamente al personaje, porque sé que la historia, escrita en grande, es más grande que eso”, dijo Kirby.
Amber Sealey es británica y una de las cosas que le preocupaban era precisamente endiosar a Ted Bundy: “Me preocupaba eso. No lo vi como un personaje romántico, sino como un patético e inseguro incel. Elegí a Luke para la película porque es un gran actor. Y luego me di cuenta de que Luke era más encantador. Me preocupaba por Luke. Es encantador, guapo. Le pedí que bajara un poco el tono [risas]”, dice la cineasta en entrevista de Matheus Man, el director de Filmelier.
También se hizo muy buena amiga de Hagmaier. Lo llamaba y le preguntaba: “¿Cómo se siente esto?’ Podría preguntarle sobre las cosas emocionales, las cosas familiares, y luego todo el camino hasta, ‘¿De qué color de cinturones usarías?”.
Héctor Rodríguez Espinoza
https://monicamaristain.com/ted-bundy-no-era-un-genio-era-un-pobre-hombre-y-un-psicopata/