Ernesto no escribe teatro para dar clases, lo hace para divertirse, para jugar. Aún así es inevitable ver un toque pedagógico en su dramaturgia. Quizás sea su vida en las aulas como profesor de primaria y secundaria, o su formación de normalista e incluso su Maestría en Teatro Escolar por la escuela de Bellas Artes en Nayarit lo que nos incline a clasificar su teatro como pedagógico o escolar, pero la realidad es que su propuesta va más allá de eso, es una invitación al juego y a la desmitificación.
En una entrevista que le realizamos para el Reto Lector Sonorense, Ernesto García Núñez nos confesó que cuando comenzó a escribir dramaturgia sus influencias se encontraban en el teatro del absurdo, que buscaba tocar temas serios, pero que nunca encontró el éxito con esas propuestas en los concursos literarios. Fue hasta cuando decidió divertirse al escribir cuando vio que sus textos dramáticos comenzaron a ser reconocidos por su calidad literaria.
El primer premio literario que Ernesto García Núñez obtuvo en el género de dramaturgia fue por la obra de “El Centauro” en la edición de 1995 del Premio del Libro Sonorense. Una obra en la que una pareja de historiadores desmitifica la figura histórica de Pancho Villa, “El Centauro del norte”, tomando el episodio histórico donde el héroe revolucionario saqueó despiadadamente San Pedro de la Cueva. Jugando con la historia, Amalia y Manuel, los personajes de “El Centauro”, la obra presenta dos versiones del acontecimiento histórico, mostrando dos rostros de Doroteo Arango, uno de bandolero despiadado, otro de un héroe con el corazón hecho pedazos por las desgracias de la guerra.
Otras obras dramáticas de Ernesto son “Jaque al Señor Presidente” Premio Chamán de Literatura en 1996, y más recientemente los textos publicados en el libro “¿A qué jugamos?” con cuatro textos: “Gran pez y dos sirenas”, “Vecina Soledad”, “Dejad que los niños vuelvan” y “El matrimonie”. En estas últimas entregas se puede ver como las influencias del teatro del absurdo están presentes en el universo teatral de Ernesto García Núñez, pero combinándose con las juguetonas búsquedas que se han convertido en una característica particular de su dramaturgia. Las obras de teatro en “¿A qué jugamos?” contienen un elemento lúdico, así como el absurdo que nos permite desmitificar las relaciones humanas, el matrimonio, la relación entre madre hija o la moral de una sociedad.
La dramaturgia de Ernesto invita a la reflexión a través del juego, despierta preguntas en el publico o en los lectores, porque en su propuesta lúdica esconde el planteamiento pedagógico para hacer que el teatro lleve a desarrollar un pensamiento crítico. Acercarse al teatro de Ernesto es recorrer un camino de juegos que nos llevan a desmitificar la naturaleza humana, la historia y las instituciones sociales para desarrollar el pensamiento crítico de manera divertida.