Hermosillo, Sonora.- Por cada loro cabeza amarilla que intenten vender en las calles o tiendas, hay probabilidad de que ocho aves hayan muerto para satisfacer tu interés, aseguró Gerardo Carreón Arroyo, director de Conservación en Naturalia A.C.
La adquisición de esta especie es tan demandada en Sonora, que algunos vendedores la decoloran, los tiñen o les pegan plumas para hacerlos parecer; muchos no soportan el proceso y mueren.
Aunque su compra y venta es ilegal, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) señala que se han convertido en un negocio millonario y ninguna otra familia de aves atrae tanto interés e inversión como los loros.
Las personas buscan adquirir un loro cabeza amarilla porque es una de las especies con mayor habilidad parlante, es decir, pueden llegar a imitar los sonidos de los humanos y esto lo vuelve más atractivo para poseer, dijo Gerardo Carreón Arroyo.
“Esto ha contribuido a que exista un tráfico ilegal de especies durante mucho tiempo y podría decir que en los años 80 o 90 se dio un boom en esta actividad, porque se llegó inclusive a comparar el tráfico de los loros, pericos y guacamayas con el de narcóticos.
Debido a que México tiene un número importante de estos individuos, de loros y pericos, el tráfico se incrementó, no solamente para el mercado nacional, sino también para el internacional y el comercio supuestamente legal”.
Este tipo de prácticas, dijo, “ha ocasionado que las poblaciones silvestres de algunas de estas especies, sobre todo los loros que tienen mayor habilidad para imitar la voz humana, sean los más saqueados de su hábitat natural. Sobre todo el cabeza amarilla”.
Basta con buscar el nombre de la especie en algunos foros, redes sociales o grupos de venta en Internet para encontrar publicaciones donde los ofrecen desde mil 500 hasta 6 mil pesos mexicanos o más.
Actualmente el loro cabeza amarilla está en peligro de extinción, según la Norma Oficial Mexicana 059 (NOM-059-SEMARNAT-2010), debido a la alta demanda, porque los extraen de sus hábitats naturales y no les permiten reproducirse.
Y se estima que por cada loro o periquito (ya sea cabeza amarilla o uno caracterizado para parecerse) otras ocho aves más murieron
“Los comerciantes han desarrollado diferentes técnicas para engañar a la gente que no conoce la fisiología o la taxonomía de estos pericos y lo que hacen es que los decoloran, les pintan la cabeza y los hacen pasar por estos loros de cabeza amarilla.
Esos periquitos que les venden en las jaulas a las orillas de las carreteras no van a crecer y con el paso del tiempo esas plumas amarillas las van a perder y se darán cuenta que tienen la cabeza con plumas naranjas o verdes”.
Pero otro problema, dijo, es que “se ha estimado que por cada perico en estas jaulas, al menos ocho más mueren en el transcurso, desde que son sacados de los nidos hasta que son trasladados a las principales ciudades donde los venden”.
Aunque la demanda en Sonora para poseer uno de estos animales es alta, la especie en realidad no habita en la entidad: se distribuye en la costa del Pacífico hasta Jalisco o Nayarit y en el Golfo de México hasta Tamaulipas.
Carreón Arroyo también resaltó que este comercio ilegal de loros o pericos en México provoca escases en sus hábitats silvestres, pero a la vez hace que lleguen especies exóticas a Sonora, como la cotorra argentina.
“Es esta que vemos en la ciudad de Hermosillo, Navojoa y otros municipios grandes, donde cada vez es más abundante, se adaptan a las condiciones de los sitios y pueden desplazar a las poblaciones nativas de la región de Sonora.
Si estas poblaciones invasoras se distribuyen en los hábitats naturales, como Álamos o en la sierra donde hay otros pericos, va a generar una crisis porque además compiten por los mismos recursos y pueden traer enfermedades no propias de la región”, aseveró Carreón Arroyo.
Según el artículo 420 del Código Penal Federal, fracción IV y V, se impondrá una pena de uno a nueve años de prisión a quien, de manera ilícita, realice cualquier actividad con fines de tráfico con especies de flora o fauna silvestre, acuática en veda, endémica, amenazada, en peligro de extinción, sujeta a protección especial o regulada por algún tratado internacional del que México sea parte.
También a quien dañe, a quien capture, posea, transporte, acopie, introduzca al país o extraiga del mismo algún ejemplar, productos o subproductos de todas las especies mencionadas en el párrafo anterior.