Entramos a la recta final de la actual administración, donde los grandes intereses aparecen obligadamente, unos para magnificar lo que se hizo y otros para lo que no se hizo.
En este artículo trataré de concretar mi idea, que tiene que ver con el comportamiento político y el rasgo de la personalidad llamado Egocentrismo, el cual hace referencia a centrarse en una exagerada exaltación de la propia personalidad, a través de rendirle culto a sí mismo en lo individual y convertirse en el centro de la atención.
Los psicólogos resaltamos que el egocentrismo consiste en creer que las opiniones y los intereses propios son más importantes que los pensamientos de los demás, dado a que el egocéntrico pretende desde su óptica que lo único que tiene valor surge de el mismo.
En el terreno de de los encumbrados funcionarios del servicio público, se da una lucha encarnizada por atribuirse logros que no les pertenecen, pero que están dispuestos a todo para que se les reconozca como suyos.
Este fenómeno psicológico no es exclusivo de la clase política sino más bien es donde más se nota y porque no decirlo es el ambiente adecuado para estudiarlo siempre y cuando hayas desarrollado un mínimo de capacidad de observación.
Recuerdo a un expresidente mexicano que su lema de campaña y después de su gobierno se alzaba con la bandera de la “Renovación moral de la Sociedad”, que desde mi punto de vista era y sigue siendo una condicionante para que nuestro país retome sus tradiciones morales y éticas y se proyecte en una sociedad más reflexiva que proactiva, en otras palabras, necesitamos una regeneración moral en la sociedad de gran alcance y que llegue a los partidos políticos.
Platicando con un académico muy ilustrado culturalmente me dijo, “los celos que se desarrollan entre administraciones por brillar exclusivamente como ejecutores de obras, los llevan a perder todo sustento ético”.
Me decía, si la obra la hace la federación, se desarrollan unos “celos” tremendos en la administración Estatal de que se trate, mientras en una actitud similar por parte de algunos gestores del Estado donde se trata de “ningunear” a las administraciones municipales más cercanas para que no aparezcan en las fotos.
Es decir, todos actúan igual en el fondo y eso es lo grave, no se alegran de lo que es bueno para los ciudadanos que es lo que importa, sólo les importa lo que hacen ellos, en un egoísmo antropológico y que demuestra claramente que los partidos políticos se han convertido en un fin en sí mismo y no en un instrumento al servicio del bien común.
Es decir, si la obra o el proyecto lo elaboro yo está bien y si lo hace otro hay que poner la zancadilla.
Por lo tanto, hay mucho que corregir en las actitudes y comportamientos de las élites gubernamentales de forma global y acabar con tanta miseria intelectual, el descrédito de la clase política no nada más en Sonora es tan grande, que suena lógico el hartazgo del votante, a tal grado de buscar en el 2021 romper con el bipartidismo histórico, para explorar otras alternativas que ofrezcan esperanza realista para nuestras familias y en general de la ciudadanía sonorense.