El futbol internacional se manchó de sangre tras la brutal pelea campal entre aficionados de Independiente de Avellaneda y Universidad de Chile durante los octavos de final de la Copa Sudamericana.
El saldo preliminar es de al menos diez heridos de gravedad, uno en estado crítico, y cerca de 90 detenidos, en su mayoría seguidores chilenos.
El encuentro, disputado en el estadio Libertadores de América, estaba empatado 1-1 al inicio del segundo tiempo cuando comenzaron los disturbios en la tribuna visitante, ocupada por unos 3 mil aficionados de Universidad de Chile.
Hubo destrozos en baños y lanzamiento de butacas y piedras hacia la afición local.
La violencia escaló cuando la policía inició el desalojo de los visitantes y, con el sector parcialmente liberado, un grupo de barras bravas de Independiente atacó a los chilenos que aún permanecían en el lugar.
Ante la falta de condiciones mínimas de seguridad, el árbitro uruguayo Gustavo Tejera decidió suspender el partido.
Más tarde, la Conmebol confirmó la cancelación oficial del encuentro por “falta de garantías” y anunció que el caso será turnado a sus órganos judiciales.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, se pronunció: “Lo sucedido en Avellaneda entre las hinchadas de Independiente y Universidad de Chile está mal en demasiados sentidos, desde la violencia en las barras hasta la evidente irresponsabilidad en la organización. La justicia deberá determinar los responsables”.
Agregó que la prioridad de su gobierno es atender a los compatriotas afectados y garantizar el respeto a los derechos de quienes permanecen detenidos.
Por su parte, el embajador chileno en Argentina, José Antonio Viera-Gallo, confirmó que entre los hospitalizados se encuentra un chileno de 30 años en estado grave.
A nivel internacional, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, condenó los hechos: “Condeno enérgicamente la impactante violencia que llevó a la cancelación del partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile, en Buenos Aires”.
“La violencia no tiene cabida en el futbol: los jugadores, los hinchas, el personal, los árbitros y todos los que disfrutan de nuestro hermoso deporte deben poder hacerlo sin miedo”, añadió.
“Desde la FIFA, nuestros pensamientos están con todas las víctimas inocentes, a la vez que esperamos que las autoridades impongan sanciones ejemplificadoras contra los autores de estos terribles actos”, sentenció Infantino.