Por Karina López Ivich
Las últimas encuestas de Hermosillo ¿Cómo Vamos? sobre “cómo vamos con el medio ambiente” detecta que los ciudadanos siguen calificando casi como reprobatorio la áreas verdes y recreativas de Hermosillo. También refleja que los ciudadanos están consientes de la relación entre la poca cobertura vegetal y la mala calidad de aire. Aunado a esto, la sociedad conoce más sobre las islas de calor, también relacionadas con la escaza cobertura vegetal y el aumento de áreas cubiertas de concreto, incluido adoquín de concreto, en Hermosillo. La buena noticia, según nos refleja la encuesta, es que la gente quiere cuidar sus áreas verdes, lo cual es fabuloso y positivo para la ciudad. Hermosillo necesita una participación activa y coordinada entre sociedad y gobierno para atender estos rezagos y para transformar la ciudad en un lugar más próspero y habitable.
Otras ciudades también han visto la participación del ciudadano crecer y han aprovechado esta condición. En lugar de rechazar las peticiones de vecinos y usuarios, han integrado sus ideas en el diseño de áreas verdes. Una herramienta poderosa para lograrlo es el “diseño participativo”, un proceso ordenado que involucra a la comunidad en la planificación y transformación de parques y áreas recreativas, en colaboración con especialistas y gobierno.
Promovido ampliamente por la Asociación Nacional de Parques y Recreación de México (ANPR), el diseño participativo parte de la idea de que las comunidades conocen sus necesidades y problemas, a su vez, los profesionales del diseño recogen y transforman estas inquietudes en espacios funcionales, estéticos y viables. Este proceso utiliza técnicas de diseño creativo que permiten construir consensos e integrar intereses, necesidades y recursos disponibles, generando espacios públicos de calidad, cercanos a las expectativas de la comunidad.
El proceso es sencillo, y de manera general consta de 5 pasos en los que vecinos y usuarios participan de manera proactiva y en igualdad de condiciones con gobierno y especialistas en los diferentes temas:
1 Diagnóstico – con un taller de diagnóstico participativo se detectan necesidades y problemas urbanos existentes en el área de intervención y sus alrededores.
2 Conceptualización – con un taller de diseño colectivo de soluciones se genera un plan de diseño urbano-arquitectónico, que incluye criterios de intervención.
3 Proyección – a través de un ejercicio creativo que recoge las ideas colectivas, sociedad y gobierno desarrollan un anteproyecto basado en las ideas comunitarias, que respondan a las necesidades, las condiciones del lugar y los recursos disponibles para la intervención.
4 Revisión – el anteproyecto se revisa y se discute con la comunidad a fin de conciliar las expectativas ciudadanas. Cuando las partes no están satisfechas, se regresa a la Proyección para hacer modificaciones hasta lograr acuerdos colectivos.
5 Desarrollo – el anteproyecto aprobado, es la base para desarrollar el proyecto ejecutivo: planos constructivos, especificaciones técnicas, presupuesto de obra y los documentos necesarios para someter el proyecto a una licitación de obra pública.
Este proceso fomenta la transparencia, la inclusión equitativa de todos los involucrados, la democracia con la construcción de acuerdos colectivos, y valora y utiliza la creatividad colectiva. Es ágil y estructurado, fortalece la unidad entre ciudadanos y autoridades y permite crear espacios públicos que responden a necesidades reales. Esto contrasta con las tensiones que surgen cuando se imponen proyectos sin participación ni diálogo con los usuarios, situación que desafortunadamente hemos visto de manera repetida en Hermosillo, que, al no incluir las necesidades de vecinos y usuarios, no socializar las propuestas y tratar de imponer una visión gubernamental, el gobierno ha generado situaciones de tensión y enfrentamiento con los usuarios que buscan que sus opiniones y necesidades sean escuchadas.
Existen casos exitosos que demuestran los beneficios del diseño participativo. Desde 2018, Mérida, en colaboración con ANPR, lo ha convertido en política pública para renovar parques y áreas recreativas. En Bogotá, Colombia, la ONU-Hábitat también lo promueve, generando espacios con enfoque cultural y ambiental y reforzando el sentido de pertenencia y la cohesión social. Estos ejemplos muestran cómo este enfoque genera parques más funcionales atendiendo las necesidades reales de los usuarios y los criterios técnicos y financieros adecuados para casa situación.
La invitación es para que Hermosillo adapte este proceso de Diseño Participativo para la transformación de áreas públicas del entorno urbano, donde se fortalezca la participación de todos los sectores, ya que será la única manera de transitar a un Hermosillo más próspero y humano para todos.
La invitación es para que Hermosillo adopte este proceso de diseño participativo como herramienta para transformar las áreas públicas del entorno urbano, fortaleciendo la participación de todos los sectores, unificados en un objetivo común: lograr un Hermosillo más próspero y humano para todos.
Karina López Ivich, Ing. Bioquímica en Recursos Acuáticos, ITESM, M.Sc. en Ingeniería Ambiental (Universidad de Guelph, Canadá) y M.A. en Economía Ambiental en Políticas Públicas. Actualmente realiza el doctorado en Sustentabilidad Ambiental en la Universidad de Ottawa. Ha colaborado ampliamente con empresas y organizaciones de la sociedad civil, directora de IAMM, A.C. y es voluntaria activa de Hermosillo ¿Cómo Vamos? LinkedIn.
