“Chinguen a su madre, qué manera de legislar”, expresó el elocuente y legendario Porfirio Muñoz Ledo en San Lázaro. Podríamos repetir esa icónica declaración en relación con los legisladores que hoy componen el Congreso de la Unión. Las contradicciones en las reformas aprobadas están generando una crisis constitucional. El partido oficialista se ha dedicado a grillar las asambleas legislativas sin preocuparse por garantizar iniciativas congruentes y con fundamento jurídico que ayuden a la gobernabilidad del país. La falta de seriedad con la que han tratado la reforma al Poder Judicial se manifiesta en su errónea redacción y en las incoherencias internas que se encuentran en sus propias propuestas. Los legisladores oficialistas con experiencia han tenido que salir a reconocer las fallas técnicas que presentan sus reformas para la cuarta transformación en materia constitucional.
El problema de sus iniciativas no radica solo en el fondo; lo preocupante es que, con las mayorías relativas, el dominio de los congresos estatales, el poder ejecutivo y una cantidad ilimitada de recursos, no puedan diseñar sus estrategias de manera adecuada. La prisa, la imposición, los discursos ideológicos y las actitudes de confrontación están afectando el destino de uno de los Poderes de la Unión, el encargado de la impartición de justicia en el país.
La desmesura ha regido en estos procesos legislativos. Entre burlas, con falta de humildad y una constante repetición de la ideología obradorista, están aprobando documentos ilegibles e incomprensibles. Los juristas reconocen las graves contradicciones que se encuentran en los procedimientos propuestos para la elección de los juzgadores; los letrados, que desprecian la visión legalista del mundo, muestran apatía e indiferencia ante los argumentos repetitivos y falaces que se manifiestan en las reformas. Por su parte, los iletrados no manifiestan el mínimo interés en intentar acercarse a redacciones tan complejas y pomposas que no les beneficiarán a largo plazo.
El desorden reina en el parlamento: se habla sin cesar, se argumenta sin reflexión y todos los oficialistas son cómplices de las fallas que están condenando a nuestra Constitución. Algunos votan sin conocer lo que se está votando. La tribuna es sosa, repetitiva, sin sorpresas; pocos legisladores presentan una alternativa de nación con fundamentos. Todo es un trámite; la oposición actúa como testigo histórico que avala, aunque den la batalla, las aberraciones que se aprueban con abuso y soberbia. Por ello, repito la acertada declaración que en 2019 pronunció el carismático Muñoz Ledo: “Chinguen a su madre, qué manera de legislar”.