Hermosillo, Sonora.- Hace un año y medio, Alma Angelina y Juan Horacio adoptaron un pequeño espacio en Hermosillo y plantaron árboles; aunque aseguran que ha sido difícil mantenerlos vivos, no han desistido en esta misión.
Alma Angelina Gutiérrez Millán y Juan Horacio Sánchez son una pareja conocida en la ciudad y es que, además de esposos, forman un equipo al trasladarse en bicicleta por toda la ciudad.
Cuando observaron un espacio sobre la calle Rosales, entre Pino Suárez y Sufragio Efectivo, convertido en una plancha de concreto y con los pocos árboles muriendo, decidieron intervenir y darle vida.
“Hace algunos años, tal vez tres, un amigo de nosotros le propuso al Ayuntamiento de Hermosillo venir a plantar algunas partes a esta plancha de concreto y se hizo toda una acción municipalista, vinieron autoridades de CIDUE en ese entonces.
Me tocó participar también en plantar los árboles que se plantaron en esa ocasión y recuerdo muy bien que incluso las empresas que están a los costados se habían comprometido a regarlos y mantenerlos”.
Después de todo, dijo, “un árbol es de beneficio, no únicamente para la persona que lo planta, sino para el ambiente en sí. Sin embargo y muy lamentablemente, no se dieron los árboles, no prendieron, algo pasó”.
Al analizar qué había sucedido, se dieron cuenta que el vandalismo fue una de las causas principales para que los ejemplares no crecieran y murieran: se robaron los tutores que se colocan para que el árbol crezca fijo y también notaron que algunos automóviles aplastaron las plantas al usar el lugar como un estacionamiento.
Fue entonces que al transitar una y otra vez por ese lugar, Angelina y Horacio decidieron actuar al respecto, adoptar el sitio y luchar por transformarlo, en medida de lo posible, en un espacio verde para que dejara de ser una plaza más de concreto en la ciudad.
“Mi esposo y yo pasábamos en bicicleta muy frecuentemente por esta área y veíamos cómo está el espacio desaprovechado, recordando esa excelente idea que se tuvo de plantar árboles. Fue así que, platicando, decidimos adoptar este pedazo de la ciudad.
Acudimos a los viveros municipales, al vivero estatal, y nos donaron algunos de los árboles que están aquí, aunque con uno en especial hemos batallado mucho”.
Recordó, “cuando llegamos a plantarlo, salió una persona de uno de los negocios y nos dijo ‘nombre, ni se tomen la molestia porque este árbol -señalando- no va a permanecer porque mucha gente sube los carros a la plaza, lo toman indebidamente como estacionamiento”.
Al menos cuatro veces los automóviles aplastaron al árbol que se colocaba en una de las esquinas. Tampoco ellos desistían en su objetivo de estacionarse en el lugar, pero la pareja tampoco se dejó vencer y siguió plantando más ejemplares, con el apoyo del área de Parques y Jardínes.
Mientras se realizaba un recorrido por el lugar, Alma Angelina pudo percatarse que el último árbol que fue plantado en ese punto específico, había sido dañado y le cortaron parte de sus ramas, dejándolo un poco más pequeño de lo que era.
A pesar del calor, el cansancio y el poco entendimiento de quienes han dañado el lugar, el matrimonio no ha perdido la esperanza de ver este pequeño espacio transformado; aún acuden a dar mantenimiento y regarlos.
“Varias veces venimos en bicicletas y con bidones que también nos han donado y los traemos para regarlos. Afortunadamente es temporada de mucha agua y lluvia y eso nos ha beneficiado.
Anteriormente no me gustaba mucho que lloviera y, a partir de que tenemos estos árboles, comienza la lluvia y me da mucho gusto porque ya se están regando”.
Alma Angelina recordó la importancia de la inclusión de zonas verdes en la ciudad y compartió que urbanistas, arquitectos y diseñadores están pidiendo que la plantación y la vegetación sean consideradas como un método para mitigar los efectos negativos del cambio climático.
Se estima que la temperatura se reduce entre un 8 y un 10 por ciento a la sombra, en zonas con árboles, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en México.