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viernes, noviembre 22, 2024

“Save the children”

Sara Thomson
Licenciatura en Periodismo. Maestría en Administración Pública. Doctorante de Administración Pública en el ISAP.

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Columna ¿Qué sigue?

… “nadie puede, ni debería poder, mirar de lado”.

En nuestro país, el final del mes de abril dirige algunas agendas en torno del antiguo ya, día del niño. Desde 1925, el “día Internacional del niño” fue proclamado por primera vez durante la Conferencia Mundial sobre Bienestar Infantil en Ginebra Suiza.  En 1924, siendo presidente de la República el general Álvaro Obregón y secretario de Educación José Vasconcelos, se planteó oficialmente celebrar el día.

Vasconcelos decía que había que hacer de cada escuela “un palacio con alma”, para que los niños pobres, descalzos y hambrientos vivieran en palacios las mejores horas de su vida y guardaran recuerdos luminosos; retoma todo este espíritu e impulsa la institución el 30 de abril como día del niño en México.

En una percepción generalizada y para muchos efectos, se identifican cuatro etapas de la infancia:  Infancia maternal (desde el primer día de vida hasta un año); Infancia temprana (niños de 1 año a 3 años); Edad preescolar (de 3 años a 7 años); Edad escolar primaria (de 7 años a 11 años).

La parte agradable de esta fiesta se concentra en las escuelas o en los centros de diversión infantil, donde los colores de la celebración hacen un día memorable que ha perdurado a través de las generaciones en la memoria de los mexicanos.

Lamentablemente y en especial en esta era de violencia fuera de control, la palabra “infancia” más que simbolizar el rostro del futuro y la esperanza, se ha vuelto estampa de la vulnerabilidad y el abuso, como resultado de los otros problemas sociales provocados al final por valores rotos. ¿Cuales? Pues parece ser que todos.

Las noticias sobre el fatal maltrato de prácticamente niños de cuna, nos pasa una “polaroid” que retrata el secuestro de la sociedad en manos de sus vicios, desatando una cadena de consecuencias que termina con el martirio del cuerpo y la mente de los que son por mucho, los más indefensos.

Materialmente, la atención se concentra en el “problema” de la violencia familiar; misma que se define como el uso intencionado y repetido de la fuerza física o psicológica para controlar, manipular o atentar en contra de algún integrante de la familia. Si, de acuerdo, pero en definitiva estamos simplemente ante un concepto muy presentable a la hora diseñar un marco jurídico o dar explicaciones a la sociedad de la “problemática” que está ocasionando tantas tragedias.

Sin embargo, el concepto nos puede perder, ya que la violencia en los hogares es un efecto provocado por infinitas razones o fallas. Particularmente de los casos de los últimos días, el tema obedece al consumo de la droga identificada como “cristal”. Pertenecer a una sociedad donde un individuo priva de la vida a golpes a un niño prácticamente de cuna, ni siquiera como un caso aislado, sino como una escena reincidente a los ojos de una sociedad que obviamente “tiene miedo”, es algo que como escuché por ahí, “nadie puede, ni debería poder mirar de lado”.

No tiene caso hacer señalamientos entre las que se dicen son las partes responsables, de plano, ni a quien irle; pero, aunque nos resulte muy estremecedor, por lo menos tomémonos 30 segundos para imaginarnos la inhumana escena y entonces preguntémonos si éste, es el límite de una actitud honestamente indiferente.

SAVE THE CHILDREN, es una organización que surgió en Europa, inspirada por la protesta al maltrato de niños después de la primera guerra mundial y que prevalece en el tiempo desde 1919. Con los años y la suma de voluntades, desarrolló programas relacionados con la salud infantil, nutrición, atención en emergencias, violencia, calidad educativa, y todos los derechos jurídicos que aparecen en las Constituciones del mundo entero.  Seguramente, existen infinidad de historias que validan este esfuerzo que puso enérgicamente un “alto” a actitudes abusivas que resistieron unos y otros no, tantísimos niños de aquellos años.

¿A que podemos convocar este 30 de abril ante tan lamentable escena, aquí, no muy lejos de nuestra casa? ¿Que está de nuestro lado? ¿Las tecnologías de la información? ¿Los vecinos? ¿Los maestros? ¿Tenemos un censo de niños en situación de peligro? ¿La sociedad lo sabe? ¿Tenemos un color para identificar la alerta de abuso a niño o niña de cuna? ¿podemos donar celulares? ¿saldo por lo menos? Definitivamente lamentarnos de los hechos es insuficiente ante el horror de un bebé acechado en su hogar por una fiera. Por esta vez, no pudiera compartir un “que sigue” positivo; si no hacemos algo, por pequeño que sea, habremos simplemente, “mirado de lado”.

En memoria de Manuel Alán “salvemos a los niños”

Por Sara Thomson

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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