Hermosillo, Sonora.- Luis Enrique inició en 2020 con un huerto en el patio de su casa y en 2021 comenzó a replicarlo en hogares del sur de Sonora.
A la fecha, logró apoyar a varias comunidades con la creación de 75 huertos familiares.
Aunque el interés por cultivar alimentos nació hace muchos años, fue al inicio de la pandemia que Luis Enrique Ortiz comenzó a sembrar y cosechar verduras y a compartir sus conocimientos con otros.
A raíz de una entrevista realizada por Proyecto Puente en abril de 2020, personas de diferentes lugares de México y fuera del país lo contactaron para pedirle consejos sobre huertos en casa y fue cuando decidió brindar cursos presenciales y en línea.
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“Nosotros no nos dimos cuenta que esta posibilidad ofrecía salir del encierro, ofrecía aprender cosas importantes para nuestra propia salud, era la producción de comida sana y, en medio de toda una crisis sanitaria, hablar de cosas positivas ayudó a que lo poquito que estábamos haciendo se conociera.
Afortunadamente caímos en manos de Proyecto Puente, hubo la sensibilidad de entender por parte del medio de comunicación que era importante lo que estábamos haciendo y pegó. Pegó tanto que de toda la República nos empezaron a mandar mensajes”.
Continuó, “hicimos un grupo de WhatsApp que se llama ‘La Pala y el Talacho’ que dio origen a una organización que poco a poco se ha ido consolidando como una opción en este tema de la producción de autoconsumo y en todo tipo de cuestiones ambientales”.
Entre los muchos interesados que lo contactaron, estaba una organización índigena llamada Jinanki Yoreme, con ella hicieron sinergia para llevar estas prácticas hasta Etchojoa y comunidades aledañas, donde ayudaron a crear los 75 huertos familiares.
“Empezamos una aventura conjunta con Jinanki Yoreme y la Pala y el Talacho para desarrollar todo un programa de capacidades y producción de huertos de traspatio.
Originalmente iba a ser solamente en la comunidad de la Bocana de mil 800 habitantes, de los que el 90 por ciento son de origen yoreme mayo y serían tres huertos: en un espacio público, en una escuela primaria y en la casa de alguien”.
Sin embargo, dijo, “en menos de un año tenemos más de 75 huertos en todo el municipio de Etchojoa, en comunidades indígenas de Buaysiacobe, el Sahuaral, Mochipaco 1, La Bocana, el Huichacá, las Guayabas y también tenemos solicitudes para trabajar en Sebampo , la zona más árida de Etchojoa”.
Luis Enrique puntualizó que no se trata solo de producir alimentos propios por una cuestión económica, sino también intercambiar el excedente con otras familias y sobre todo tener productos sanos, sin agroquímicos.
“No pensábamos que pudiéramos llegar tan lejos. Probablemente para otras personas no sea la gran cosa, pero brincar de tu patio trasero al patio de muchas familias, llevando un mensaje de salud, economía, de organización social y de colaboración, es una gran satisfacción.
Entendíamos que la ecología es un elemento importante para las sociedades modernas, pero en la medida que hemos ido avanzando vemos que estamos contribuyendo a la construcción de algo mayor”.
Agregó que “paralelo a la degradación ambiental, surgen cada vez más voces para reivindicar el consumo de alimentos orgánicos”.
Como proyecto a futuro, dijo, buscarán que los casos de mayor éxito sean canalizados para la creación de empresas sociales de mujeres que permitan darles la formalidad que necesitan para generar ingresos y estabilidad económica.