Corre paralelo al crecimiento físico, Adler consideraba que es una necesidad intrínseca de la vida misma.
Todas nuestras funciones siguen esta dirección, ya que el origen de la humanidad y el siempre repetido principio de la vida desde la niñez de “logra”, “surge”, “conquista” hace que el sentimiento y deseo por la anulación de cualquier imperfección este siempre presente.
El término sobre “Compensación Exitosa” utilizado por el impulsor de la Psicología Individual Alfred Adler (1870-1937) médico y psicoterapeuta austríaco, es algo que sería interesante retomar en estos tiempos.
Adler, intento mostrar como niños nacidos con alguna debilidad orgánica hereditaria presentaban no sólo una necesidad física de compensación y tendencia a sobrecompensar el defecto, sino que también el sistema nervioso total formaba parte en esta compensación. Así que, nos comportamos como un todo.
Aseguraba que había un juego de compensación sobre nuestros complejos.
Además consideraba, que la experiencia inmediata de la incapacidad física es la clave de las fallas en el desempeño, tan pronto como las demandas del mundo externo y la fuerza creativa del niño lo conducen a callejones “equivocados” y le imponen un interés injusto.
Habló sobre la inferioridad orgánica, como un desarrollo insuficiente de la forma física, de reflejos, funciones o retraso de estas últimas.
Por lo tanto, el síndrome de superioridad es una consecuencia de un previo complejo de inferioridad mal resuelto. La teoría dice que quien no se siente inferior, no necesita manifestar su superioridad.
Por lo que la compensación que pudiera ocurrir bajo circunstancias favorables, en cualquiera de estas partes, siempre las consideró como un factor decisivo.
Consideraba que una actitud hostil hacia el mundo puede ser resultado de tensiones excesivas que deben expresarse de alguna manera en características específicas.
Así que, desde la psicología individual podemos considerar que todo fenómeno psíquico se origina en la fuerza creativa particular del individuo y son expresiones de su personalidad.
Algo muy importante mencionar aquí fueron sus estudios, que los basaba en niños que nacían con algún órgano defectuoso o que sufrían algún daño en sus primeros años de vida, Él consideraba que se reprocharían constantemente a sí mismos y que por esta deficiencia se comportarían en forma diferente de lo que podría esperarse de un niño “normal”
Aquí esta el punto a donde queremos llegar: a veces les generamos a los niños escenarios artificiales como en los que estarían si sus órganos estuvieran defectuosos. Por ejemplo, si durante los primeros años de vida hacemos su trabajo tan difícil que aún sus órganos relativamente normales no se adapten a él, entonces están en la misma situación de angustia que aquellos con defectos físicos y por la misma condición insoportable de tensión, proporcionarán respuestas erróneas tan pronto como la vida los exponga a cualquier prueba.
Aquí esta una clave importante para la educación y formación del ser humano desde su infancia. Ya que éste médico aseguraba que toda la raza humana estamos dotados con órganos deficientes para enfrentarnos a la naturaleza y que consecuentemente estamos siempre obligados a buscar la forma de encontrar cierta clase de armonía con las exigencias de la vida y que cometemos errores a lo largo del camino.
Vemos hoy, como aún pasado tiempo, sigue muy vigente esta información y es de gran utilidad el sentido que nos da sobre la importancia de la educación para equilibrar estos sentimientos. Porque el ser humano desde su centro se puede impulsar para crecer, vivir con poder, dirigir su vida por sí mismo, con una estructura mental propia, consciente, vinculada con su Ser mas completo o Superior.
Identifiquemos nuestros complejos, son innecesarios. “Quien es… es”