Columna Y sin embargo
Dedicado a Elisa y Alex
Los ingleses tienen una expresión muy curiosa, llamada la maldición china, que dice así: “¡Que vivas tiempos interesantes!”. La gracia de la expresión está en la ambigüedad de su significado. Si alguien nos desea que vivamos tiempos interesantes, no queda claro si estamos ante una maldición o ante una bendición.
En la actualidad en México estamos viviendo tiempos interesantes. Pero no sabemos si son favorables o desfavorables; lo sabremos hasta el final del sexenio. ¿Cuál será el saldo final del sexenio de López Obrador en 2024?
A como le va en la feria
Es muy probable que la respuesta a la pregunta anterior dependa de a “cómo nos va en la feria”, es decir de cómo nos vaya en lo personal. Antes se consideraba que si le iba bien a las élites, le iba bien al país. Ahora eso no está tan claro. Las clases alta y media están muy incómodas con el gobierno actual, mientras que la mayoritaria clase de menores ingresos parece estar contenta. Como la sociedad está polarizada, hay una respuesta diferenciada.
Mientras que las clases alta y media perciben riesgos ominosos, la población de menores ingresos parece estar llena de esperanza de que éstos son buenos tiempos y de que el saldo va a ser favorable, al menos para la mayoría más pobre de la población. ¿Quién está en lo correcto?
La clave parece estar en la cuerda floja de la economía nacional. Hay un muy precario equilibrio entre las políticas redistributivas (como los programas sociales) y las políticas de crecimiento y fomento económico (como la inversión pública, privada y extranjera). Para que las primeras tengan éxito se requiere que la inversión y el crecimiento no se vengan abajo. Si las variables macroeconómicas de inversión y creación de empleos continúan deteriorándose, van a nulificar los efectos de las pensiones y apoyos de los programas sociales. Va a ser como cuando la inflación se come los aumentos de salario.
A la mitad del sexenio, aunque ha habido un manejo cuidadoso y conservador de la deuda y el equilibrio presupuestal, la inversión y el crecimiento no repuntan. La inflación está prendiendo focos rojos de alerta y si no se renueva la confianza en los inversionistas privados y extranjeros, es probable que tengamos un fin de sexenio accidentado en lo económico. Todo depende del manejo de la economía que dicte el Presidente.
El cambio de régimen
Una cuestión interesante es si estamos o no ante un cambio de régimen. Si consideramos que este cambio se da cuando cambian de manera permanente las reglas del ejercicio del poder, habrá que ver si ha habido cambios sustanciales en este campo.
Un dato claro es que el ejercicio del poder se ha centralizado y personalizado en la figura del Presidente. El problema de estos cambios es que se vienen abajo en cuanto haya un cambio de líder. Es muy difícil que el líder pueda heredar su carisma a su sucesor. La dinámica va en contra de eso y más bien lo que se suscita son rompimientos y divisiones.
Un verdadero cambio de régimen requeriría la construcción y fortalecimiento de instituciones de nuevo cuño. Pero la personalización es lo opuesto a la institucionalización y ni los programas sociales, ni el INSABI, ni la Guardia Nacional parecen estar institucionalizando nuevas reglas de ejercicio del poder. Morena está muy centrada en el liderazgo de AMLO y está aún más lejos de la institucionalización. Las únicas instituciones que parecen estarse fortaleciendo son el ejército y la marina.
De acuerdo al informe de AMLO el 1 de diciembre, la fortaleza del cambio está en una toma de conciencia social de los nuevos poderes adquiridos. Algo hay de eso en la 4T; sin embargo no es un cimiento suficiente para el cambio de régimen. Harían falta instituciones (impersonales) que hagan perdurable el cambio de régimen y éstas no se ven por ningún lado a menos que se quiera militarizar el país. El tiempo está corriendo y el cambio de régimen no termina de concretarse.
Nicolás Pineda