Cada día que nos levantamos y empezamos a demandar recursos naturales por nuestras mismas actividades, dejamos de ver, la importancia o el valor que tiene la naturaleza, dando por hecho que todos los bienes y servicios que nos proporciona nuestra madre tierra, siempre van estar ahí para nosotros.
Por ejemplo, el suelo nos ofrece servicios obvios que incluyen el alimento que consumimos, el agua que bebemos y la materia vegetal que usamos como combustible, material de construcción y medicinas. El suelo es un componente vital del ambiente, por lo cual su cuidado es esencial para el sostenimiento de nuestra misma existencia.
Cada 05 de diciembre, se conmemora el Día Mundial del Suelo; este día nos permite reflexionar y entender que nuestras actividades diarias están amenazando su funcionamiento, ya que es un recurso finito no renovable. Las tierras y suelos productivos son pilares básicos para nuestras vidas y nuestras economías. Son nuestro recurso natural más preciado y sin embargo la demanda se mantiene en un espiral descontrolada.
Según United Nations Convention to Combat Desertification (UNCCD), el mínimo absoluto de tierra cultivable necesario para abastecer de manera sostenible a una persona son 0.07 hectáreas. En 1961, cada persona disponía de 0.45 hectáreas de tierra para su alimentación. En 2011 esta superficie se había reducido a sólo 0.20 hectáreas.
La disponibilidad de agua en las actuales tierras de cultivo destinadas a la producción de alimentos, será insuficiente para la población de 9,000 millones de personas que se estima exista en 2050 si los actuales hábitos alimenticios y tendencias de las prácticas de gestión continúan como hasta ahora. Para 2050, 1,800 millones de personas vivirán en países o regiones con absoluta escasez de agua y dos tercios de la población mundial (5,300 millones) podrían vivir bajo condiciones de estrés hídrico.
México es también un país mega-diverso en suelos (cuenta con 26 de los 32 grupos de suelos reconocidos internacionalmente, de acuerdo con el INEGI); se estima que el 64 % de los suelos tienen algún daño, ya que la agricultura usa aproximadamente 26 % de los suelos del país.
Como vemos, estamos perdiendo nuestro capital natural a un ritmo acelerado. La sobreexplotación del capital natural puede resultar desastrosa y no sólo en términos de degradación de la tierra y desertificación. La pérdida de la productividad del ecosistema y de la resiliencia hace que muchas regiones sean más propensas a manifestaciones climáticas y fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones, los desprendimientos de tierra y las sequías.
United Nations Convention to Combat Desertification (UNCCD) señala, que durante los últimos 40 años se ha perdido alrededor de un tercio de la tierra cultivable mundial por la erosión y continúa perdiéndose una media de más de 10 millones de hectáreas por año.
Entonces, ¿Cómo podemos cuidar nuestros suelos?, aquí les comparto algunas cosas que debemos evitar, ya que son altamente contaminantes o dañar directamente nuestros suelos.
• El uso de pesticidas y plaguicidas químicos tóxicos en los cultivos.
• Frenar la deforestación.
• Reducir nuestro consumo y evitar seguir con la economía lineal.
• Las filtraciones de las aguas grises de los alcantarillados.
• Las quemas de residuos (sólidos, especiales y peligrosos).
• Acumulación de residuos y basura en vertederos.
• Acumulación de productos industriales y de productos radiactivos.
• Incendios forestales.
Lic. Pamela Ibarra Dávila
Docente y Presidenta de Cultura Verde Amor por el Planeta A.C
@culturaverdeac