Este martes se reveló un excepcional golpe dado al crimen organizado internacional a través de la sofisticada operación de inteligencia “Escudo de Troya”. Lanzada por el FBI en conjunto con la policía australiana, esta operación encubierta tendió una trampa a los delincuentes a través de teléfonos encriptados ‘AN0M’ que fueron comprados por 300 bandas criminales en más de 100 países. Los delincuentes no sabían que las fuerzas del orden de 16 países estaban recibiendo copia de los mensajes intercambiados entre ellos durante 18 meses de vigilancia, de manera que los dispositivos se convirtieron en un caballo de Troya para infiltrar a las fuerzas del orden. Gracias a esta argucia, que evoca a la serie televisiva The Wire, cerca de 800 personas fueron arrestadas en 20 países y se confiscaron 8 toneladas de cocaína, 22 toneladas de cannabis, 2 toneladas de metanfetamina, cientos de armas, decenas de vehículos de lujo y 48 millones de dólares en efectivo y criptomonedas. Además, se informó que se evitaron más de un centenar de asesinatos.
El gobierno de los Estados Unidos dio a conocer que en 2018 tras el desmantelamiento de “Phantom Secure” (una empresa de servicios de comunicación encriptada que entre sus clientes tenía al cártel de Sinaloa), un testigo que había anteriormente distribuido celulares a redes criminales informó al FBI que había invertido importantes sumas de dinero en el desarrollo de un nuevo dispositivo encriptado. A cambio de una reducción en su sentencia, el testigo acordó vender teléfonos inteligentes AN0M a las redes criminales que ya lo conocían, lo cual dio credibilidad a la trampa.
En un comunicado de prensa la Europol señaló que “se trató de la operación más sofisticada de la historia en la lucha contra la actividad criminal encriptada”.
Sin duda el combate contra el crimen organizado ha cambiado de época, hoy la cooperación internacional y el uso de nuevas tecnologías son imprescindibles para esta lucha. La característica común de las crecientes amenazas a la seguridad es su corte transnacional, no se circunscriben a un territorio ni se ven limitadas por fronteras nacionales, por el contrario capitalizan la falta de coordinación entre las autoridades de diferentes países y la falta de instituciones con un enfoque adecuado para identificarlas y atenderlas. El crimen organizado –incluyendo el tráfico de armas, drogas, personas y dinero-, las amenazas a la ciberseguridad, el terrorismo e incluso las pandemias, se benefician de la ineficacia de gobiernos que mantienen formas, orientación y métodos tradicionales o domésticos de atención a la seguridad.
Por ello es una buena noticia que, más allá de la especulación que se generó al respecto, el subdirector de la CIA, David Cohen, visitara nuestro país en fechas recientes; y que este martes, en el marco de la visita de la vicepresidenta de los Estados Unidos a México, se comunicara que los dos países acordaron llevar a cabo una reunión de alto nivel sobre cooperación en materia de seguridad y “establecer un grupo operativo especializado en combate al tráfico y trata de personas a través de una metodología que busca compartir información e inteligencia”.
El Jefe del Comando Norte de Estados Unidos, Glen D. VanHerck, ha señalado que el 30 por ciento de nuestro territorio está controlado por organizaciones criminales. El combate al crimen organizado es uno de los mayores y más complejos problemas que enfrenta el estado mexicano y sin duda uno que no podrá resolver aislado de la cooperación internacional. La imparable ola de violencia que vivimos los mexicanos debería ser motivo suficiente para que, más allá de visiones estrechas sobre la cooperación internacional que no distinguen entre cooperación binacional e intervención unilateral, el diálogo México-Estados Unidos en materia de seguridad sea retomado e intensificado. No cabe duda que más vale cooperar que lamentar.
@B_Estefan