Vine a Tláhuac a recorrer las grietas y hundimientos que cruzan las colonias que colindan con Los Olivos hasta llegar a la ballena desplomada durante el paso de un convoy elevado dejando 26 personas muertas y más de 70 heridas.
Fueron tres kilómetros de ruta. Empecé en Villa Centroamericana. El terremoto del 19 de septiembre de 2017 tuvo su epicentro en Puebla y a la Ciudad de México entró por San Gregorio, Xochimilco, cuyas calles parecían haber sido escarbadas y las casas demolidas con dinamita.
El hachazo que partió a la ciudad continuó por Tláhuac, sus manifestaciones más evidentes empezaron en la unidad, que al inicio de los 90 albergó atletas de los juegos Centroamericanos y el Caribe. Veo escuelas que faltan por demoler, amplias grietas rellenas con tezontle y mezcla, e impresionantes hundimientos. Una inmensa cancha de fútbol con piso de cemento está quebrada en dos, abandonada con ramas y hierbas crecidas que huelen a perro muerto. Entré en los departamentos de 45 metros cuadrados de los damnificados que se quedaron a vivir allí a pesar del alto riesgo porque su condición de pobreza no les permite pagar renta en otro lado.
Habitantes de esta colonia esperan los estudios que les hicieron
En el edificio 20A, la señora Edith me enseña graves cuarteaduras en muros de carga y cómo tiene que levantar la puerta de su vivienda cada que abre y cierra. La unidad está inclinada. Una canica en el piso se desliza y cobra fuerza. Edith me cuenta lo que sintió la noche que la alerta sísmica sonó por equivocación.
El departamento de su vecina tiene fisuras por donde se filtran los primeros rayos de sol de este sábado. “Se ve y se oye todo”, me dice con humor mientras muestra las grietas y escuchamos cantar los pájaros y colarse por esos recovecos. Desde su azotea vemos obras inconclusas de 20 departamentos que tuvieron que ser derrumbados.
La Línea 12 del Metro era hasta el 3 de Mayo una de las rutas obligadas de más de 2 mil 200 familias de esta villa, así como parte de la colonia del Mar, Metropolitana y Miguel Hidalgo. La altura a la que estamos es a la de la estación La Nopalera, antes o después de Los Olivos según de donde se venga.
Justo hacia allá apuntan las diferentes grietas y hacía ese recorrido vamos para seguir contando lo que descubrimos en el traslado hasta toparnos con los hierros retorcidos y escombros de la zona cero del Metro.
Los habitantes de este punto de Tláhuac aún esperan el resultado de los estudios al que se comprometieron del gobierno de la Ciudad de México, de la UNAM y la alcaldía de Tláhuac para dar a conocer los detalles del trabajo de campo que estudió los 60 socavones y 142 grietas a cuyo fondo no llegaron los expertos.
Nadie, sin embargo, quiere dar a conocer la información, ni han contestado a la solicitud de entrevistas para que digan qué ha pasado desde los sismos a la fecha, cuáles son sus conclusiones y las medidas que se deben de tomar en Tláhuac. Continuará mañana…