Cuando salgo a la calle a alguna actividad esencial, imagino cómo será el mundo cuando salgamos del confinamiento.
Lo que creo es que el tiempo post COVID-19 será una impronta contra el hacinamiento del siglo XXI, después de este virus que reproduce la muerte a la velocidad de un estornudo.
A continuación, algunas reflexiones en tiempos de pandemia:
Será inconcebible un salón de clases con un maestro y 50 alumnos como lo conocíamos.
No deberá haber escuelas sin internet, ni computadoras.
En todas deberá haber agua, jabón y papel de baño. Es un sueño, pero también debe estar de planta un médico.
Los niños tendrán que jugar más en la calle. Debemos hacerlas seguras.
El sistema de Salud público ya no podrá dar citas médicas con espacio de tres meses.
Tenemos que hacer ejercicio, comer mejor y darnos tiempo para cocinar, y acudir al médico cada tres meses por prevención.
Los médicos y enfermeros son indispensables, junto a los maestros, ingenieros, campesinos, policías, y muchos oficios y profesiones.
El alcohol no es indispensable. La “cultura sonorense” cervecera no es destino inamovible.
Ahora sí tenemos que ver que el alcoholismo es una enfermedad real.
Los choferes del camión urbano ya no gritarán que se recorran para que suba más gente.
Los camiones tienen que estar limpios siempre, no sólo por el virus.
Es posible la responsabilidad social de las empresas.
La jornada laboral deberá respetar el tiempo de los empleados.
Se puede hacer en cinco horas, lo que antes nos llevaba ocho.
La pequeña y mediana empresa se construye con esfuerzo y solidaridad.
Los grandes consorcios también dependen de sus empleados.
La innovación retribuye.
Debemos aprender a convivir mejor en familia.
La violencia del narcotráfico seguirá si no la combatimos en serio.
Hablar con un psicólogo porque nos sentimos atribulados es deseable.
Los ciudadanos sí escudriñan al gobierno y los medios también nos equivocamos.
La responsabilidad colectiva puede salvar vidas.
El uso de la banca electrónica es ahorro de tiempo y dinero. Ahorrar nos prepara a lo imprevisible.
El mercado no es lo único. La globalización será repensada geoestratégicamente.
México puede cambiar, independientemente de sus problemas.