El pequeño Oscar Haskell padece una rara enfermedad cerebral y se encontraba en cuidados intensivos cuando su ritmo cardíaco se aceleró.
Los médicos avisaron a la madre, Zoe Relph, para que se preparara para lo peor ya que su hijo se estaba deteriorando rápidamente y no respondía a ningún tratamiento.
“No esperábamos que saliera adelante”, admite Relph a The Mirror. “No estaba respondiendo en absoluto y su ritmo cardíaco estaba por las nubes. Estaba conectado a 26 tubos, seis sondas cerebrales perforándole el cráneo y tenía máquinas que lo mantenían con vida“.
Pero luego a los médicos se les ocurrió una alternativa muy diferente para conseguir que el niño de tres año mejorar: reunirlo con un perro, un golden retriever llamado Leo.
“Los médicos preguntaron si estaríamos interesados en conocer a un perro de terapia. Me sorprendió pensar en la presencia de un perro en un área de cuidados intensivos, pero merecía la pena probar. Los médicos me dijeron que siguiera hablando con Oscar para que pudiera escuchar mi voz así lo hice”, explica la madre.
Aun sin saber si el niño podía escucharles, la madre le prometió que tendrían un cachorro.
Recordando entre lágrimas las palabras que le dijo a su hijo, Zoe dice: “Le prometí que si lo superaba, le conseguiría un perro”. Eso es todo lo que le decía una y otra vez “.
Lo único que hizo Leo fue colocar una de sus patas sobre él, sobre la mano de Oscar. El ritmo cardíaco del niño bajó de inmediato.
Fue algo tan increíble que hasta los médicos de cuidados intensivos lloraron. Según la madre es un milagro, el niño no había movido la cara, no movía nada en absoluto. Pero gracias al perro sonrió.
Eso fue en octubre de 2016 en el Hospital de Niños de Southampton y desde entonces Oscar, que ahora tiene siete años, ha mejorado.
Oscar había sido diagnosticado con encefalomielitis aguda diseminada. “Significa que tenía un error autoinmune que engañó a su cerebro para atacarse a sí mismo”, explica Zoe.
“Ha probado muchos tratamientos diferentes, pero nada se compara con la forma en que Leo le ha ayudado”.
Desde que conoció a Leo, el joven mejoró lentamente día a día y niño y perro han construido una relación especial.
Zoe, de 44 años, de West Sussex en Inglaterra, cree que su hijo, ahora de siete años, podría no haber sobrevivido sin la ayuda del perro.
Leo es uno de los seis perros de terapia en el Hospital de Niños de Southampton que han ayudado a 10 mil niños. El equipo de perros de terapia SCH, bajo el liderazgo de Lyndsey y Leo, proporciona intervención asistida por animales, incluidos cuidados intensivos pediátricos, oncología, cardiología, ortopedia, salas de cirugía renal y quirúrgica.