La industria textil es la segunda más contaminante a nivel mundial, por debajo de la industria petrolera. Según la Organización de las Naciones Unidas confeccionar un pantalón requiere 7 mil 500 litros de agua.
Este negocio produce un 20% de las aguas residuales y un 10% de las emisiones de gas del total que se genera en el mundo; es así como la producción de ropa se ha convertido en una de las principales amenazas del planeta.
En Hermosillo, hay opciones sustentables para aminorar la problemática que se enfrenta, donde jóvenes crean sus propios negocios de segunda mano para vender o intercambiar prendas.
Hace dos años, Andrea Soto inició lo que ahora llama “Garage Sale”, una tienda de moda circular, con el objetivo de reducir y contrarrestar el consumo de ropa nueva, barata y de mala calidad.
“El bazar inicia hace casi dos años por la necesidad de no querer comprar cosas nuevas, porque me di cuenta de toda la contaminación que eso genera y también para darles una concientización a las demás personas.
“Se puede comprar de segunda mano sin prejuicios y sin verlo como un tabú, normalmente lo que me lleva a hacer esto es porque tengo arraigado que el medio ambiente es importante y es parte de mi formación como estudiante de Biología”.
Continuó, “al momento de hacer una búsqueda de cuánto es la contaminación que esto provoca, me di cuenta que sí es un problema muy grave”.
Dentro de la industria textil, la llamada “moda rápida” es un modelo en el que funcionan miles de empresas, donde te ofrecen un producto a precios muy bajos pero de mala calidad; ello ocasiona condiciones precarias de trabajo para quienes los elaboran.
Varias cadenas comerciales han adoptado prácticas amigables para la producción de textiles, pero la elaboración de ropa continúa y los daños al medio ambiente no cesan.
“El fast fashion (moda rápida) es cuando compras una prenda hecha con una calidad muy baja, a partir de un precio muy bajo y que se producen en masa, con base a una producción muy baja.
Esto forma parte de una economía lineal porque compras el producto y lo desechamos, porque la tela o de lo que está hecho se va a romper muy fácil y la mano de obra también es muy mal pagada”.
Con bazares continuos, informando y sensibilizando a los ciudadanos sobre el impacto negativo de una cultura de consumismo y promoviendo acciones amigables con el planeta, es como Andrea busca generar cambios en la sociedad.
Como ella, Michelle Zúñiga inició en octubre de 2019 “My closet HMO”, una tienda en línea donde comparte prendas de segunda mano disponibles a precios accesibles pero garantizando una mejor calidad en cada producto.
“Cuando yo inicié con la página, sinceramente no tenía la noción de todo lo que había detrás y hay muchos reportajes o publicaciones sobre las consecuencias que trae al medio ambiente porque la industria textil es la segunda en utilizar más agua.
Ya sea para el cultivo del algodón, para la maquinaria del cultivo y para crear la ropa en sí, entonces se necesitan como 7 mil litros de agua para un solo kilo de algodon con el que se produce un pantalón”.
La Organización de las Naciones Unidas, en la conferencia sobre Comercio y Desarrollo, dio a conocer que el sector del vestido utiliza 93 mil millones de metros cúbicos de agua cada año, lo que equivale a la cantidad que se necesita para que sobrevivan cinco millones de personas.
Por si fuera poco, la generación de ropa en masa provoca que al ser una “moda rápida”, se queme aquellas prendas que no lograron ser vendidas; se estima que cada segundo se quema o se entierra lo equivalente a un camión de basura.
“Me gusta mucho que ya se está normalizando los bazares y el trueque en el tema de second hand porque antes era ‘está usado y ya no lo quiero’ o algo así.
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Ahorita los jóvenes estamos entrando en ese mundo y se nos hace más normal y ayudamos al medio ambiente porque estamos utilizando ropa de segunda mano”.
Como Andrea y Michelle, cada vez son las personas que dimensionan el impacto de acciones diarias que parecen ser pequeñas, pero que generan grandes consecuencias cuando millones de seres humanos las llevan a cabo.
La ventas de segunda mano se han convertido en un método para aminorar el problema y concientizar sobre el desperdicio de una prenda barata y de mala calidad, mientras que una prenda de estos bazares puede pasar hasta por tres, cuatro o cinco personas y seguir permaneciendo útil después de varias generaciones.
Para consultar las tiendas de ropa de Andrea y Michelle, puedes hacerlo a través de las siguientes cuentas de Instagram: @modacircular.hmo