Comenzó a jugar beisbol de manera amateur a los 14 años de edad en su tierra natal Santiago Conguripo, Michoacán, donde don Dionisio Torres Jiménez desempeñó la posición de jardinero derecho durante su adolescencia.
En las canchas de este pequeño pueblo del centro de México, don Dionisio solía pasar sus ratos libres entrenando un deporte que se convirtió en su pasión, tanto, que hace seis años empezó a vender artículos de beisbol.
Son guantes, taquetes, rodilleras y bats que el hombre de 84 años de edad vende a distintos precios en la esquina de la calle General Piña y Avenida Once, en la colonia Jesús García, en Hermosillo, Sonora.
Estos artículos deportivos son traídos desde San José, California, Estados Unidos.
“Ha venido gente que me dice que agarre préstamos, pero les digo que no, con lo poco que tengo me divierto, les digo (risas). ¿Para qué voy a echarme compromisos si a veces no hay venta?. A veces que vendo 200 pesos en todo el día, no hay venta, está muy malo, mucha gente aunque quiera no compra, no tiene la facilidad”.
“Mucha gente cree que estoy haciendo mucho dinero, pero está equivocada, muchos me dicen “¿ya vendiste unos 2 mil o 3 mil pesos?”, les digo “¿cuáles?”, a veces que vendo 200 pesos, a veces no vendo nada”, expresó don Dionisio.
Estos artículos le recuerdan a Don Dionisio cuando jugaba en la liga “Los Halcones” de Santiago Conguripo, Michoacán, bajo el mando del capitán del equipo Felipe, a quien apodaban “El Marinero”.
Esas memorias ayudan a que don Dionisio siempre tenga una actitud positiva cuando vende sus productos los martes, de 9:00 a 16:00 horas y en ocasiones los viernes en el mismo horario.
Sin haber recibido ninguna educación, Don Dionisio empezó a trabajar desde los 7 años en su tierra michoacanense, donde descubrió su amor al deporte y también el sacrificio que significa ganarse el pan de cada día.
“Me gustó mucho porque me divertía, allá presentaban unos juegos como ver aquí las Grandes Ligas, llenábamos el pueblo de gente, iba gente desde Guadalajara, La Piedad, Zacapu, Irapuato, iba un gentío y se llenaba el pueblo. Eran unos juegos muy buenos, pero había muy buen pitcheo”.
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“Por eso me apasioné al deporte. Aquí, dije, voy a ponerme a ver qué hago, ya no trabajo a esta edad. Saco como 150 kilos (de artículos deportivos) en un diablito y a mi edad ya no es para poder. Ya 80 y tantos años, ya gente de mi edad no anda, mucho menos cargarse esa cantidad”.
“No es fácil. Me dicen ¿por qué lo hace?, está muy pesado. Tengo que cargarlo, ya estoy impuesto y ya digo tiene uno que hacer esfuerzo para lo que hace: trabajar”, agregó don Dionisio.