Tras más de 3.000 años de ausencia en el continente australiano, los demonios de Tasmania volvieron a nacer en estado salvaje. El acontecimiento representa un hito histórico para la conservación de la biodiversidad y se posiciona como una de las noticias ambientales más alentadoras de los últimos años.
La reintroducción de esta especie icónica supone una reparación ecológica y evidencia que la ciencia y la conservación pueden revertir procesos de extinción causados por la acción humana.
El demonio de Tasmania desapareció del continente australiano hace aproximadamente 3.000 años, probablemente debido a la introducción de perros dingos y a la presión humana. Desde entonces, solo logró sobrevivir en la isla de Tasmania.
Ahora, gracias a un programa de conservación a largo plazo, varios ejemplares nacieron con éxito en libertad en el continente, un hecho que no ocurría desde tiempos prehistóricos.
Cómo fue el proceso de reintroducción
La iniciativa fue impulsada por organizaciones de conservación, que durante años trabajaron en la cría controlada y la reintroducción gradual de la especie en reservas naturales protegidas.
El proceso incluyó:
- Selección genética cuidadosa para garantizar diversidad.
- Monitoreo constante mediante collares y cámaras.
- Ambientes controlados, libres de grandes depredadores.
- Evaluación del impacto ecológico en el ecosistema.
El nacimiento de crías en libertad confirmó que los demonios de Tasmania lograron adaptarse nuevamente al entorno continental.
Un rol clave en el ecosistema
Lejos de su nombre temible, el demonio de Tasmania cumple un papel fundamental como especie carroñera. Al alimentarse de animales muertos, contribuye a:
- Reducir la propagación de enfermedades.
- Mantener el equilibrio del ecosistema.
- Controlar poblaciones de especies invasoras.
Su regreso podría generar efectos positivos en cadena para la fauna nativa australiana.
Una esperanza frente a la crisis de extinción
Este acontecimiento ocurre en un contexto alarmante, ya que Australia figura entre los países con mayor tasa de extinción de especies en el mundo. El retorno del demonio de Tasmania demuestra que la extinción no siempre es irreversible, cuando existen políticas ambientales, inversión científica y compromiso a largo plazo.
Para los especialistas, este nacimiento simboliza más que la supervivencia de una especie: es una señal de que aún es posible reparar el daño ambiental.
Conservación, ciencia y futuro
El caso del demonio de Tasmania refuerza una idea clave: restaurar ecosistemas es posible. Aunque el desafío es enorme, iniciativas como esta abren la puerta a nuevos proyectos de reintroducción y recuperación de especies en peligro.


