La ceremonia de Honores a la Bandera, que se realiza cada lunes en escuelas y dependencias públicas, es una práctica que distingue a México del resto del mundo.
De acuerdo con especialistas en cultura cívica, ningún otro país mantiene un ritual semanal de esta naturaleza, lo que convierte al lábaro patrio en uno de los símbolos más presentes en la vida cotidiana nacional.
Una tradición que tomó fuerza en el siglo XX
La incorporación de esta ceremonia a la vida escolar comenzó a consolidarse a mediados del siglo XX, cuando las autoridades educativas promovieron actos cívicos para fortalecer la identidad nacional tras una etapa de cambios políticos y sociales.
Con ello se adoptaron elementos como el saludo a la bandera, el juramento y el canto del Himno Nacional, protocolos que se mantienen vigentes hasta hoy.
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La SEP y la formalización del ritual
Fue la Secretaría de Educación Pública (SEP) la que estableció la realización obligatoria de los honores en planteles educativos públicos y privados.
La medida convirtió el acto cívico en un componente fijo del calendario escolar y en uno de los rituales más reconocibles para generaciones de estudiantes.

Un ejercicio de identidad y pertenencia
Autoridades y docentes coinciden en que los honores buscan reforzar el sentido de pertenencia, el respeto por los símbolos patrios y el reconocimiento de la historia nacional.
Por ello, además de las escuelas, la ceremonia se replica en instituciones gubernamentales y eventos oficiales en todo el país.


