Lo que inició como un proyecto de investigación en la maestría de Ciencias de la Educación hace 13 años, se convirtió en una alternativa y un espacio de apoyo a familias con hijos neurovegetentes, ahora también apoyan a personas con cáncer y lupus.
Ave Badú nació en 2012 del amor de Vivian Bautista Mariscal por su hijo Arat, para crearle un lugar seguro, inclusivo, de aceptación. Arat tenía Síndrome de Down y falleció en 2023, pero el sueño y la misión de ayudar, continuaron.
“Este proyecto inició en el 2012 con el objetivo de tener un espacio para mi hijo Arat quien tenía síndrome de down; que fuera un espacio donde los niños pudieran ser aceptados y recibidos con amor”, dijo.
Destacó que en sus instalaciones, ubicadas en la colonia Hacienda de la Flor, los pacientes pueden tener la seguridad de que serán recibidos con amor y empatía, respeto, y que encontrarán el apoyo y acompañamiento que necesitan.
Sin embargo, Ave Badú no se ha limitado solo en apoyar a personas neurodivergentes y ha expandido su visión. Bautista Mariscal destacó que ha buscado alternativas para ayudar también a personas con cáncer, lupus o alguna otra condición de salud.
Una de las actividades que han comenzado a realizar con este objetivo, ha sido la recolección de material reciclable, como un sustento económico, y para donar a pacientes en caso de que requieran medicamentos o terapias.
“Sí es difícil, soy una persona preparada pero no con suficiente apoyo económico para poder ayudar con los tratamientos que se necesitan: mi opción fue salir a buscar oportunidades con base en mis tiempos que son muy pequeños”
Aún así, los padres de familia que tienen a sus hijos en Ave Badú han manifestado encontrarse satisfechos por el trabajo que Vivían ha desarrollado en cada uno de ellos, proporcionando la atención hasta cuatro pacientes al día.
Si usted se encuentra interesado en acudir a las instalaciones de Ave Badú, puede consultar a través de sus redes sociales.





