La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos (NTSB, por sus siglas en inglés) concluyó que una serie de errores en la fabricación, inspección y supervisión por parte de Boeing y sus proveedores permitió la expulsión de un panel de puerta en pleno vuelo de un Boeing 737 Max 9 operado por Alaska Airlines, ocurrido en enero de 2024.
En su informe preliminar, la presidenta de la NTSB, Jennifer Homendy, subrayó que el incidente fue el resultado de una falla sistémica: “Un accidente así solo sucede cuando hay múltiples fallos del sistema”. El panel, conocido como door plug, se desprendió poco después del despegue desde Portland, Oregon, provocando una descompresión súbita en la cabina. Ocho personas resultaron con lesiones leves.

Una falla que acumuló omisiones
Según la investigación, el desprendimiento se originó porque los pernos que aseguraban el panel no fueron reinstalados después de que se retirara la pieza en la planta de Boeing para reparar remaches. Spirit AeroSystems, responsable de fabricar e instalar el panel, tampoco documentó la intervención, lo que impidió cualquier verificación posterior.
La NTSB advirtió que “la tripulación no debió ser heroica, porque este accidente nunca debió haber sucedido”, y criticó tanto a Boeing como a la Administración Federal de Aviación (FAA) por no garantizar los niveles de seguridad necesarios en la producción del 737 Max 9.

El vuelo y la emergencia en el aire
El vuelo 1282 de Alaska Airlines, con 171 pasajeros a bordo, se dirigía al Aeropuerto Internacional de Ontario, California, cuando a 4,800 metros de altitud (16,000 pies), el panel de 61 x 122 centímetros, ubicado sobre una salida de emergencia inutilizada, se desprendió del fuselaje. La rápida descompresión activó las mascarillas de oxígeno, expulsó objetos personales y generó un estruendo que causó pánico entre los pasajeros.
“Sabíamos que algo andaba mal. No sabíamos qué ni cuán grave era. No sabíamos si íbamos a estrellarnos”, relató el pasajero Kelly Bartlett a la agencia AP.
El avión logró regresar y aterrizar sin víctimas fatales. La aeronave presentaba además una avería en la bomba de combustible, lo que, según la aerolínea, limitó su operación a vuelos sobre tierra firme, una condición que influyó en la rápida respuesta.
Fallas acumuladas y controles insuficientes
Los análisis de la NTSB revelaron que el panel fue reinstalado sin pernos y que durante los 154 vuelos previos al incidente, la pieza se fue desplazando gradualmente hacia arriba. El reporte indica que la documentación del proceso fue inexistente y que las auditorías de la FAA eran limitadas, sin criterios consistentes ni registros completos, lo que debilitó la capacidad de detectar errores estructurales.
Aunque Boeing introdujo en 2015 un nuevo plan de seguridad como parte de un acuerdo judicial tras los mortales accidentes del 737 Max en 2018 y 2019, la NTSB apuntó que dicho plan aún estaba en fase inicial cuando se ensambló el avión implicado en el incidente de Alaska Airlines.
Repercusiones y rediseños en curso
Tras el incidente, la FAA impuso un límite de producción de 38 unidades mensuales para el 737 Max y exigió a Boeing una revisión completa de sus protocolos de seguridad. La compañía, junto con Spirit AeroSystems, trabaja actualmente en un rediseño del sistema de puertas que incluirá un mecanismo de respaldo, aunque su aprobación no se espera antes de 2026.
Pese a la gravedad del caso, el gobierno de Estados Unidos evitó iniciar un proceso penal contra Boeing, luego de que la empresa alcanzara recientemente un acuerdo con el Departamento de Justicia, según reportó la agencia AP.
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La NTSB prepara nuevas recomendaciones para reforzar los controles internos y externos en la industria aeroespacial, con el objetivo de evitar que una cadena de omisiones vuelva a poner en riesgo la vida de cientos de pasajeros.