El feedback o retroalimentación es una práctica que contribuye a canalizar de forma correcta las expectativas de los líderes, colaboradores y de la empresa como tal. Asimismo, sirve también para detectar problemas a tiempo y anticiparte a los mismos. Esto permite visibilizar y corregir actitudes y comportamientos, sin esperar a que estas situaciones crezcan y generen inconvenientes de mayor impacto en la organización o entre los colaboradores.
Uno de los mayores beneficios de tener esta práctica con tu equipo de trabajo es que se fomenta una cultura de aprendizaje y ser fortalecen las relaciones laborales dada la necesaria comunicación abierta que abanderan estas intervenciones.
Para dar una retroalimentación efectiva es importante que lo hagas de manera individual con cada uno de los integrantes de tu equipo, una conversación cara a cara, una interacción presencial siempre será mucho más valorada por los colaboradores que hacerlo por mail o quizás por una llamada telefónica, adicionalmente considerar los siguientes elementos:
Claridad: Asegúrate de que tu mensaje sea claro y específico. Evita la ambigüedad y proporciona ejemplos concretos.
Equilibrio: Combina comentarios positivos con áreas de mejora. Reconocer lo que se hizo bien, inclusive los “baby steps”, muchas veces se comete el error, de solo celebrar o reconocer el logro máximo y perdemos de vista los pequeños esfuerzos del día a día.
Objetividad: Mantén un enfoque objetivo. Evita juicios personales y céntrate en el comportamiento o resultado actual, deja el pasado en el lugar donde pertenece, en el pasado.
Escucha activa: Fomenta un diálogo. Permite que el equipo comparta su perspectiva y hazlos sentir escuchados, especiales, sobre todo hazlos sentir que todos tus sentidos están concentrados en ellos.
Enfoque en soluciones:En lugar de solo señalar problemas, ofrece sugerencias o alternativas para mejorar. Plantea preguntas que incentiven la curiosidad y la proactividad de tu gente.
Empatía: Muestra comprensión y respeto hacia las emociones y el esfuerzo del equipo. Esto crea un ambiente de confianza.
Seguimiento y Frecuencia: Ofrece la oportunidad de revisar el progreso y ajustar el feedback en el futuro, lo que demuestra que te importa el desarrollo continuo. Por lo que se sugiere que estas intervenciones se realicen de manera recurrente, al menos una vez al mes.
Estilo de comunicación: El asertivo debe ser el estilo que predomine, recuerda que la asertividad viene de la calma. Por lo tanto, estar en control de tus emociones es fundamental para poder iniciar cualquier sesión de retroalimentación.
También me gustaría compartir algunas preguntas de las que te podrías apoyar para este formato:
Lo ideal es iniciar desde lo personal, empezamos con: ¿Cómo estás?, ¿Cómo te has sentido últimamente?, ¿Cómo va todo con la familia? Y una vez que “rompimos el hielo” entonces sí podemos adéntranos en el trabajo, ¿En el último mes cómo te has sentido con el equipo?, ¿Cómo te sientes con la empresa?
Otras preguntas que te pueden ayudar son las siguientes:
1.- ¿Qué has aprendido desde nuestra última sesión?
2.- ¿Qué obstáculos estás enfrentando actualmente?
3.- ¿En qué proyectos o tareas te gustaría recibir más apoyo?
4.- ¿Cómo te sientes respecto a tu carga de trabajo?
5.- ¿Qué objetivos personales te gustaría alcanzar en los próximos meses?
6.- ¿Hay algo que te gustaría cambiar en nuestra dinámica de trabajo?
La mejor retroalimentación es en dos vías, por eso es importante que tú como líder también estes abierto y seas autocrítico para recibir feedback por parte de tu colaborador, para lo cual puedes cerrar el ejercicio con estas preguntas: ¿Cómo me ves a mí como líder?, ¿Qué cosas puedo mejorar para que tu día a día sea más fácil?
El camino al éxito nunca es plano, pero realizar este tipo de acciones puede mostrarnos nuevas veredas y señalizaciones que sirvan de apoyo y acompañamiento en ese proceso.