¿Puede un debate cambiar el destino de unas elecciones? La historia de los procesos electorales mexicanos indica que los debates han influido en la campaña, pero hasta el momento no han determinado el resultado electoral.
Hace apenas 30 años México estrenó el debate como parte de las contiendas electorales y, desde entonces, estos se han celebrado en cinco elecciones presidenciales con resultados variopintos. Hay campañas en las que quien ganó los debates no ganó la elección, y campañas en las que el ganador de los comicios hizo debates cumplidores, pero no brillantes.
No hay registro de que un buen debate haya implicado un vuelco definitivo en las tendencias y en el resultado electoral.
A la fecha, han ocurrido diez debates en campañas presidenciales, y decenas en campañas por gubernaturas y por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Los debates se han convertido en parte de la cultura política y, actualmente, se encuentran regulados en la ley electoral y son obligatorios para candidatas y candidatos.
Sus formatos han evolucionado para dejar de ser programas rígidos diseñados, precisamente, para que los contendientes no debatieran, a encuentros en los que se fomenta el contraste de ideas y el intercambio directo.
Breve historia del debate en México
El 12 de mayo de 1994, en el Museo Tecnológico de la CFE, el perredista Cuauhtémoc Cárdenas, el panista Diego Fernández de Cevallos y el priista Ernesto Zedillo marcaron el inicio de la era de los debates presidenciales.
Se trató de un encuentro televisado, con amplia audiencia, en el que la moderadora se limitó a ver el cronómetro y a dar la palabra a los candidatos.
Aunque había nueve candidaturas en campaña, el debate excluyó a seis candidatos de las fuerzas minoritarias: Cecilia Soto, del PT; Jorge González Torres, del PVEM; Rafael Aguilar Talamantes, del Frente Cardenista; Álvaro Pérez Treviño, del PARM; Marcela Lombardo, del PPS, y Pablo Emilio Madero, de la UNO.
El llamado “Jefe” Diego, candidato del PAN, ganó el debate, pero Zedillo y el PRI ganaron las elecciones.
Tres años después, en la inédita elección por la jefatura de Gobierno del Distrito Federal de 1997, Cuauhtémoc Cárdenas y Alfredo del Mazo debatieron, excluyendo al panista Carlos Castillo Peraza, quien apareció horas más tarde en un programa de televisión replicando a los candidatos del PRD y el PRI, y mostrando una mucho mayor capacidad de oratoria.
El ingeniero Cárdenas tampoco ganó ese debate, pero a la larga ganó las elecciones y se convirtió en el primer gobernante electo en la capital del país.
En el año 2000, hubo dos debates presidenciales; uno que incluyó a todos los candidatos (Francisco Labastida, Vicente Fox, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís y Gilberto Rincón Gallardo), y otro en el que sólo participaron los tres candidatos con posibilidades de ganar los comicios: Fox, Labastida y Cárdenas.
El candidato panista ridiculizó a Labastida, ignoró a Cárdenas y ganó el debate, y su estilo bravucón y directo consolidó su campaña. El 2 de julio, Fox ganó con una clara ventaja sobre el PRI, que por primera vez perdía unas elecciones presidenciales.
Seis años después hubo dos debates. En el primero de ellos, según varios analistas, Andrés Manuel López Obrador perdió las elecciones, pues su ausencia permitió que el panista Felipe Calderón se consolidara como el candidato que le disputaría la campaña al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, que era puntero en todas las encuestas.
En ese primer debate de 2006, el candidato del partido Nueva Alianza, Roberto Campa, fue enviado por la maestra Elba Esther Gordillo a aniquilar al priista Roberto Madrazo, quien después de ese encuentro se estancó en un lejano tercer lugar.
En contraste, la silla de AMLO vacía, visible en la transmisión del debate por televisión, fue una escena que marcó un parteaguas en la campaña.
El segundo debate, celebrado el 6 de junio de 2006, sirvió para que López Obrador cuestionara a Felipe Calderón, pero la elección ya se había cerrado y, el 2 de julio, el panista ganó los comicios por una diferencia de apenas 0.56 por ciento.
Hubo una mujer en aquellos dos debates: Patricia Mercado, del Partido Alternativa Socialdemócrata, quien hizo un buen papel, con propuestas y una visión fresca de la política, pero en los comicios obtuvo apenas el 2.7 por ciento de la votación.
En las elecciones de 2012 hubo también dos debates, con la participación del perredista Andrés Manuel López Obrador, la panista Josefina Vázquez Mota, el priista Enrique Peña Nieto, y Gabriel Quadri, de Nueva Alianza.
Ambos debates fueron irrelevantes en una campaña que de principio a fin fue dominada por el candidato priista, quien como gobernador del Estado de México había usado la televisión para apuntalar su imagen.
El segundo de esos debates ocurrió en Guadalajara, y aunque Vázquez Mota tuvo una participación destacada, haciendo ver que Peña Nieto y López Obrador habían decidido no debatir, para ella era demasiado tarde: tres semanas después se colocó en un lejano tercer lugar en las elecciones, con 25 por ciento de la votación nacional (siete millones de votos por debajo de Peña Nieto y tres millones de votos menos que AMLO).
En las elecciones de 2018, el Instituto Nacional Electoral estrenó nuevos formatos que hicieron de los tres debates encuentros menos rígidos y acartonados que los anteriores.
Entre las novedades, destacaban dos: la moderación activa con periodistas que no sólo daban la palabra, sino que intervenían con preguntas y comentarios, y la participación de la ciudadanía, a través de preguntas enviadas vía redes sociales y -en el segundo encuentro- con personas dentro del foro para cuestionar a los candidatos.
En el primero de esos debates había cinco contendientes: el morenista Andrés Manuel López Obrador, el panista Ricardo Anaya, el priista José Antonio Meade, y dos aspirantes sin partido: Margarita Zavala y Jaime Rodríguez, alias El Bronco.
Zavala se bajó de la contienda en mayo, y ya no participó en el segundo y tercer debates, celebrados en Tijuana y Mérida, respectivamente.
Los debates de 2018 dejaron varias escenas para el anecdotario: la frase del Bronco diciendo que él promovería que se le corte la mano a los ladrones, y la graciosa escenificación del intérprete de señas; AMLO escondiendo su cartera cuando se le acercó Anaya -a quien apodó en ese instante como Ricky Riquín Canallín, y el momento en el que Anaya dijo que él metería a la cárcel a Enrique Peña Nieto.
López Obrador resistió los embates de Anaya, a quien la mayoría de los medios declararon ganador de los tres debates. Y, al final, el político tabasqueño ganó las elecciones con más de 30.1 millones de votos y una amplia ventaja sobre sus rivales.
Escenarios 2024
En las actuales campañas se prevén tres debates entre tres contendientes: Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez.
El primero de ellos ocurrirá el próximo domingo, 7 de abril, a las 8 de la noche, y se prevé que tenga amplia difusión en radio, televisión, redes sociales y plataformas de internet.
Este primer debate tendrá cuatro segmentos temáticos: 1.- Educación y salud, 2.- Transparencia y combate a la corrupción, 3.- No discriminación y grupos vulnerables y 4. Violencia contra las mujeres.
Es previsible que Claudia Sheinbaum salga a defender la amplia ventaja que le dan la mayoría de las encuestas, resistiendo los ataques de sus rivales.
En esa lógica, quien tiene que arriesgar todo es Xóchitl Gálvez, pues el debate es su oportunidad para colocarse realmente en la contienda, por lo que se prevé que salga a la ofensiva, tratando de descolocar a la puntera con algún golpe sorpresivo y contundente.
Para Álvarez Máynez, este primer debate es la oportunidad de meterse a la campaña, dándole sentido a una candidatura que hasta el momento ha sido irrelevante. Aunque el candidato de MC también podría ser recordado como el comparsa que necesita Sheinbaum para distraer a Xóchitl Gálvez.
Cuando ocurra este primer debate estaremos a sólo 56 días de las elecciones del 2 de junio. Vendrán dos debates más, uno el 28 de abril y otro el 19 de mayo.
Este, el primero, será decisivo para saber si las tendencias aún pueden moverse, o si estamos en una campaña con un final previsible: el inevitable triunfo de la candidata del oficialismo.
¿Puede un debate cambiar el destino de una elección? Eso aún está por verse.