Parece quedar claro que el concepto de felicidad es algo difícil de definir, sobre todo si existen tantas teorías sobre su no existencia. Eso complica muchos las cosas porque vivimos en una gran sociedad organizada supuestamente para que todos sus integrantes tengan las condiciones para al menos intentar perseguir bienestar.
Irónicamente algo menos difícil de definir es la infelicidad. Un estado de ánimo provocado por la carencia de elementos para satisfacer nuestras necesidades. Algunas son afectivas otras económicas y las más difíciles son de salud. Con lo que concluimos que hay gran duda sobre la existencia de la felicidad, pero gran certeza de la infelicidad.
Las leyes de este país y las de muchos otros están inspiradas en los ideales de muchos pensadores como lo describe la película ‘En busca de la felicidad’, donde hace referencia a la Declaración de la independencia de Estados Unidos y que en su redacción proclama el derecho humano por la vida, la libertad y el derecho inalienable de perseguir la felicidad.
La película estadounidense la primera protagonizada por Will Smith junto a su hijo Jaden Smith, se estrenó en 2006 y está basada en la historia real de Chris Gardner quien hoy es un millonario empresario, conferencista y filántropo.
En síntesis, es la lucha por la sobrevivencia de un hombre inteligente de pobre currículo académico en un mundo altamente competitivo que le niega la tranquilidad de un presente con satisfactores y un futuro prometedor. Algunas veces en los pasajes de la producción, hace referencia el pensamiento de Thomas Jefferson y argumenta la extraña mención de la palabra felicidad en la declaración de la independencia norteamericana y el calificativo a quienes intentaban interponerse en este camino como los “Perturbadores de la Armonía”.
Aunque había más historia detrás Gardner, la obra cinematográfica nos lleva desde a la complicación del abandono de su esposa y luego desalojo de su apartamento y cuando él y su joven hijo se encuentran solos sin ningún lugar a donde dormir. A pesar de que Chris eventualmente consigue trabajo como aprendiz en una prestigiada firma financiera, la posición no le genera salario. La vulnerable familia de dos, debe vivir en un albergue y enfrentar el terror del abandono, pero Chris no cede a la lucha por conseguir una vida mejor para él y su hijo.
Los últimos días la sociedad mexicana ha experimentado un sentimiento de contradicción colectiva. A lo largo de toda la historia de esta nación, con altas y bajas, con dudas y cuestionamientos, con aciertos y reproches, la población siempre tuvo certidumbre de un objetivo unificador; y ese fue siempre la construcción de un mejor futuro para los mexicanos, al menos en propósito. Por encima de cualquier programa, comenzando por el movimiento libertador y revolucionario, el constitucionalismo, pasando por democratización, la separación de la iglesia, la petrolización, la dolarización, hasta la globalización y la digitalización, absolutamente siempre el más alto valor fue la mejora del sistema y alcances de la Educación.
Hace 62 años y durante el gobierno del presidente López Mateos se creó la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos y para el año de 1960 la primera remesa de libros fue entregada en las escuelas primarias a los niños de México, repartiendo más de 17 millones de libros de texto gratuitos sobre matemáticas, ciencias naturales, historia, civismo y español y geografía. Por el año 1966 se diseñó la primera versión en Braille y en 1972 la vista y diseño de los libros fue modernizada; para el año 82 la secretaria de educación lanzó las monografías de los estados de la República. La noticia de la edición de libros de texto con bajo nivel educativo no puede tener a este país más inconforme.
En una escena impactante de la película que por cierto a la fecha ha recaudado un total de 308 millones de dólares, es la imagen de la gran derrota social que son las filas de personas que, durante las frías noches de San Francisco California, hacen una larga fila a diario por un lugar para pasar la noche.
Pero en este país la economía no da para tanto, son muy limitados los programas para albergue nocturno, sin embargo, los sistemas de vivienda llamados invasiones proliferan y se popularizan y son nuestro fracaso social. Estos asentamientos con altas densidades poblacionales que abarcan a comunidades o individuos albergados en viviendas autoconstruidas bajo condiciones de habitabilidad deficientes, especialmente en términos de acceso a servicios y pese a sus altas condiciones de dificultad, se han vuelto un programa social provocado y organizado por la misma población pero que no tienen reconocimiento legal, por lo que se posesionan de terrenos en los bordes de las ciudades en zonas marginadas.
La mayoría de las personas que enfrentan el reto de hacerse de una vivienda a través de estas prácticas, pertenecen a los individuos que, por alguna razón, las condiciones en que desarrollaron su infancia y su juventud no permitieron la preparación académica que les proporcionara libertad de elegir qué futuro los esperaba que por supuesto implicaba menos limitaciones y sobre todo muchas menos dificultades.
En un nuevo mundo del que no podemos, aunque lo intentáramos permanecer ajenos, la calidad de la educación debe permanecer al alza, de lo contrario nuestra población estará bajo la amenaza de convertirse en presa eterna de sus limitaciones.
Hay mucho que comentar sobre este tema y se pudiera decidir no entrometerse en lo que no nos atañe si ya hemos cruzado el umbral de la preparación suficiente, pero eso sería una ingratitud a los privilegios que otras generaciones tejieron para nosotros.
El final de la historia es un final feliz; sin embargo, no es el común denominador en las historias de los ciudadanos del mundo, por eso el verdadero Chris Gardner ocupa sus días en la lucha filantrópica por las oportunidades de educación para los grupos menos afortunados.
Particularmente en esta ocasión, les recomiendo volver a ver la película. Defendamos la historia de México, sobre todo, la nueva historia.