Por Javier Lugo Sau
La violencia criminal por la que atraviesa nuestro país tiene su máxima expresión a través de los homicidios. Las cifras oficiales, tanto del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) como las del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), dan cuenta de cómo se ha incrementado el número de víctimas de este delito, tanto en México como en Sonora.
Basta con echar un vistazo al Informe de Seguridad y Justicia 2022 del Comité Ciudadano de Seguridad Pública del Estado de Sonora (disponible en https://sonora.ccsp.mx/wp-content/uploads/2023/02/INFORME-ANUAL-2022.pdf ) para darse cuenta de que se triplicaron los homicidios dolosos, tan solo de 2016 a 2021, al pasar de 630 a mil 930 víctimas. Cabe señalar que para 2022 se registró una reducción de 10% al registrarse mil 744 homicidios dolosos.
En este contexto de violencia, y a propósito de que en abril se celebra el Día del Niño, vale la pena preguntarse ¿cuál ha sido el comportamiento en los homicidios de las personas de 0 a 17 años? Para explorar esta situación, utilicé la información del INEGI, toda vez que el SESNSP proporciona información sobre las características de las víctimas de homicidio a partir del 2015, pero sin ofrecer un desglose por edad, más allá de indicar si son menores o mayores de edad.
Así, según el INEGI, de 1990 a 2021 se registraron 686 víctimas de homicidio, cuya edad oscilaba entre 0 y 17 años, y de las cuales el 75% eran hombres y el resto mujeres. La cuarta parte de las víctimas (169) fueron asesinadas tan solo durante los últimos cinco años, mientras que el resto (517) en el transcurso de 27 años. Además, 2021 fue el año con el mayor número de menores de edad víctimas de homicidio: 52 menores, que equivale a cuatro homicidios mensuales, o a uno por semana.
Para dimensionar mejor esta situación, veamos la tasa de homicidios por cada 100 mil personas de 0 a 17 años en Sonora. Así, en 1990 la tasa fue de 1.5 homicidios por cada cien mil menores de edad. Para el 2000 fue de 1.3, en 2010 llegó a 3.1, en 2015 a 2.5 y para 2020 llegó a 5.1 y en 2021 a 5.6, siendo estos dos últimos años las mayores tasas desde que se tiene registro. Cabe mencionar que en 2021 la tasa nacional fue de 3.6 homicidios por cada 100 mil menores de edad, la cual resulta ser más baja que la de Sonora.
Al analizar por edades, y como es de esperarse, de los 686 menores de edad víctimas de homicidio de 1990 a 2021, el 63% tenían entre 15 y 17 años lo que los coloca como el grupo de mayor riesgo. Así, de los 32 años analizados, solo en cuatro (2004, 2007, 2012 y 2013) la proporción de víctimas menores de 14 años fue mayor a la del grupo de 15 a 17 años. Además, a partir de 2018 se observó una tendencia al alza en las víctimas de 15 a 17 años, al pasar de 17 en ese año a 41 en 2021.
Las cifras aquí presentadas solo nos dicen cuántos menores de edad fueron víctimas de homicidio en Sonora, pero la información que no se encuentra disponible es sobre las circunstancias en que fueron asesinados. Pudieron haber perdido la vida en un contexto de violencia familiar, en alguna riña o víctimas colaterales de algún hecho violento donde estos menores no eran el objetivo. La información oficial disponible no permite saber más sobre cómo es que un menor de edad es asesinado. Lo que sí podemos inferir es el grupo de riesgo, y son los adolescentes. Aquellas y aquellos entre los 15 y 17 años.
Este riesgo se incrementa cuando los menores de edad se desenvuelven en contextos donde prevalece la violencia familiar, consumo de drogas y alta incidencia delictiva, volviéndose incluso prospectos para ser reclutados por grupos delincuenciales con el propósito llevar a cabo actividades ilícitas.
Cada menor de edad víctima de homicidio es el resultado de una serie de situaciones adversas donde le tocó vivir a ese niño, niña o adolescente. No podemos afirmar que fue debido a decisiones de vida que haya tomado, porque se trata de personas que requieren de la tutela de una persona adulta que los guíe y oriente en las primeras etapas de su vida.
Además, no podemos perder de vista que, por cada menor de edad asesinado, hay otras y otros menores de edad en contextos difíciles donde día a día sortean diversas situaciones para lograr salir adelante…o simplemente para poder vivir al día.
Como sociedad, no podemos ni debemos ser omisos ante el incremento en los homicidios de niñas, niños y adolescentes. Además, resulta pertinente que las autoridades de los tres órdenes de gobierno realicen una rigurosa evaluación de política pública para determinar si los programas y acciones encaminados a la prevención de la violencia, especialmente los de impacto directo en menores de edad, están brindando el resultado esperado.
El autor es Economista y Maestro en Ciencias Sociales, especializado en Teoría y Análisis de Asuntos Públicos. Analista en temas electorales, seguridad y justicia. Integrante de la Mesa de Seguridad de HCV.