Dra. Amelia Iruretagoyena Quiroz*
En el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Hacia las Mujeres y las Niñas se realizan diferentes tipos de actividades por la academia y las organizaciones de la sociedad civil para recordarle al Estado y a la sociedad en general, la importancia del fortalecimiento de la política pública para prevenir, atender y sancionar la violencia de la cual son víctimas en forma creciente estas poblaciones.
El impacto de la violencia es pavorosamente destructivo porque destroza sus vidas, la de sus familias y resquebraja profundamente el tejido social.
El delito de violencia contra mujeres y niñas es un problema de Derechos Humanos y de salud pública, el cual se ha invisibilizado en contextos socioculturales en los cuales el machismo naturaliza una posición de dominio que subordina y discrimina a las niñas y mujeres.
Delitos tales como agresión sexual, feminicidio (asesinato perpetrado basado en el género), lesiones que van de leves a graves, homicidios dolosos, la trata, entre otros, son cometidos por concepciones basadas en la discriminación hacia el género femenino por una percepción de vulnerabilidad y/o inferioridad de la mujer. El agresor piensa que la mujer, no tiene los mismos derechos que él por lo que una forma de expresar su poder es través del abuso y la coacción, imponiendo a la mujer, actos contrarios a su voluntad, inclusive como en el delito de trata utilizándose como mercancía o el caso del tráfico de drogas, forzándolas a la venta y facilitando el tránsito de la misma.
Si bien la violencia de género no solo es la perpetrada en contra de las mujeres también pueden sufrirla los hombres o quienes se identifican o adoptan una identificación sexual distinta a la de su sexo, regularmente el concepto está referido a las mujeres por la forma desproporcionada en que a estas les afecta. La violencia hacia la mujer está comprendida en la violencia de género.
La violencia hacia las mujeres y niñas se atribuye originada en el factor cultural que ha posibilitado la discriminación y la desigualdad, que a su vez se relacionan a factores estructurales y de naturaleza individual, por ejemplo, un hombre que considera por su machismo, que la mujer, aunque se requiera económicamente, no debe de trabajar fuera de casa y si ella lo decide esto genera agresiones hacia ella.
Los bajos salarios serían un factor estructural, el machismo el factor cultural y factor individual de la predisposición a la violencia por características de una personalidad insegura y baja autoestima del varón.
El machismo se sostiene en gran parte en los roles de género que históricamente se han asignado a los hombres y las mujeres. Los hombres socialmente deben ser los proveedores y las mujeres dedicarse al trabajo doméstico y al cuidado de los hijos, enfermos, ancianos, la cultura machista introyectada por la familia, la escuela, y las religiones, ha sido profundamente reforzada en nuestro país y Sonora no es la excepción, por medio de la música popular, el cine, la televisión, “las charras”.
Desmontar este comportamiento exige una educación distinta en todos los ámbitos mencionados, tanto de niñas como niños y así como de las y los jóvenes, principalmente.
Los gobiernos pueden incurrir en violencia y en el caso de México en reiteradas ocasiones ha sido objeto de observaciones y recomendaciones por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, considera que “la violencia de género hacia la mujer puede manifestarse: a) dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual; b) Que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende, actos como violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y c) Que sea perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra”, (Ministerio de la Mujer Y Poblaciones Vulnerables; 2016, Perú. PP 11).
Contamos en Sonora con leyes que protegen los derechos a la igualdad y no discriminación de las mujeres y niñas pero ellas por sí mismas, ni las sanciones previstas evitan la comisión de las distintas violencias, es necesario una política pública integral y presupuestos sensibles al género, así como contar con estructura organizacional en los distintos municipios y comunidades que posibiliten la implementación de las medidas que las distintas leyes contemplan.
Es importante que los gobiernos tomen en cuenta a las organizaciones de mujeres para orientar las prioridades de la política pública en materia de la construcción de paz, en la lucha contra la violencia.
No se puede desconocer que han sido las organizaciones feministas las que históricamente han luchado por abatir la discriminación hacia niñas y mujeres en todo el mundo.
Sonora cuenta con agrupaciones formales e informales que aportan su esfuerzo, conocimientos y capacidad en la ruta por abatir las distintas formas de violencia contra niñas y mujeres.
*Dra. en Criminología y Delincuencia Juvenil especializada en Mediación y Justicia Restaurativa, Defensora de Derechos Humanos de las NNA y Mujeres. Facilitadora del Diálogo en Hermosillo como Vamos.