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viernes, abril 19, 2024

Kathia Segovia: la gastrónoma seri que se inspira en su cultura para crear pasteles únicos

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Punta Chueca, Sonora.- Kathia siempre escuchó de la voz de su abuela los cantos e historias sobre los animales del mar y del monte. En su cultura -la comcaac o seri- el territorio ancestral y todo lo que habita en él son sagrados y, por eso, rendirles homenaje también se volvió parte de la profesión que la joven desarrolló con los años.

Kathia Segovia, de 26 años, es una gastrónoma y pastelera originaria de Punta Chueca, Sonora, que se inspira en sus tradiciones para hornear y decorar: un pastel realista con forma de tortuga marina que hizo para festejar su cumpleaños la volvió popular en redes sociales, pero en su repertorio hay otros con forma de jaiba, delfines, sapos, leones y otros diseños basados en el mar y el desierto sonorense.

“Está bien bonito, la verdad, me inspira mucho mi pueblo: el monte, el mar… siempre me han encantado”, dice vía telefónica desde su pueblo, “Punta Chueca es bien bonito, su playa, los animales y el monte. Yo le digo a mi mamá que he visto diferentes montes que también son bonitos, pero no como aquí. También me inspira mi nana”.

Nana Lidia Ibarra es un emblema vivo de la Nación Comcaac: artesana y cantora mayor del pueblo indígena y, en uno de sus cumpleaños, Kathia hizo un pastel especial para agradecerle todo lo que aprendió de ella.

“Mi abuela fue la que ha aportado un poco en esto, porque ella desde chiquitos nos hablaba de la naturaleza, de las leyendas de la Isla Tiburón, de la tortuga, de los cantos e historias”, contó la pastelera, “yo le hago ‘carrilla’ a mi abuela diciéndole que le gusta más comer caguama que admirarla, pero cada que veíamos una en la playa, íbamos a mirarla, a hacer una fiesta y desde entonces me pareció un animalito muy bonito”.

Y agregó: “Cuando entró y vio el pastel, se quedó con la cara así, como los ojos bien abiertos y me dice: ‘mijita, ¿esto es pastel? Ay no, no lo puedo creer’. Y empezó a hablar en su lengua, a cantar y a llorar. Yo le dije ¡nana, me pones nerviosa, cálmate! Y me dijo que estaba muy orgullosa de mí, que ella ya sabía que yo era buena en esto, pero que esta vez hice un trabajo bien bonito y quería que lo subiera a Facebook, para que lo mirara todo mundo”.

Kathia es Técnica Superior Universitaria en Gastronomía por la Universidad Tecnológica de Hermosillo (UTH). Entró a la escuela en 2014 cuando se decidió por esta área en lugar de la Biología Marina, porque, aunque era una carrera que le apasionaba, representaba irse fuera de Sonora a estudiar y no quería separarse de su familia.

“Todo empezó cuando salí de la prepa y mis amigos y yo estábamos en búsqueda de una carrera: me llamó la atención gastronomía -no sé por qué lo tenía en mente, pero siempre pensaba en que, cuando tuviera hijos, me gustaría hacerles sus pasteles en las fiestas- y la otra fue ser bióloga marina, pero investigué y en Hermosillo no había la carrera, me tenía que salir de Sonora, pero ni mis papás ni yo queríamos que me fuera lejos, porque siempre somos muy unidos y no nos gusta separarnos”.

Y continuó: “Entonces dije: pues estudio gastronomía y, si me animo, después estudio Biología Marina, siempre le he tenido amor al mar. Cuando entré a gastronomía, primero aprendí de repostería y el siguiente cuatrimestre, fue pastelería. Cuando me di cuenta de que me salían bien las cosas, dije qué suave y me gustaba que mis profesores me decían qué bonito te salió, me preguntaban si yo ya sabía desde antes, pero yo nunca había hecho ningún pastel en mi casa. El primero que hice en la escuela, me salió a la primera. Fue de una técnica que se llama rosetones -que son como flores de betún- y era de vainilla con relleno de cajeta”.

Kathia terminó sus estudios en 2016 y regresó a Punta Chueca para continuar con su proyecto de familia, pues ya estaba casada y esperando a su primera hija. Al tiempo, puso su negocio: Kared Pastelería, nombre que creó combinando los de sus hijos Ariana Kared y Luis Eduardo, esposo Luis Eduardo y ella misma, Kathia Karime.

Ahí hace pasteles de todo tipo, entre sus favoritos están los que emulan las pinturas faciales de la tribu seri, que llevan motivos de su cultura y que generalmente ofrece cada Año Nuevo en su pueblo, cuando se festeja la llegada de las lluvias que reverdecen el desierto en pleno verano.

Pero definitivamente, Kathia tiene muy presentes a las tortugas. Sabe de su importancia para la biodiversidad, pero también para su cultura originaria, pues son animales que se consideran sagrados. Por eso también formó parte del Grupo Tortuguero de Punta Chueca, junto a su papá, sus tíos, su esposo y otras personas de la comunidad, para proteger a las diversas especies que habitan el territorio de la Nación Comcaac.

“En el final del último cuatrimestre de gastronomía, tuvimos un examen y nos dejaron un diseño libre, entonces yo hice una tortuga dibujada en el pastel y casualmente iba a ser día del padre y mi papá y yo ya estábamos en el grupo de tortugueros para proteger a las especies en la comunidad y decidí regalárselo porque eso hacemos juntos”.

Ahora el pastel más nuevo con forma de tortuga es su mayor orgullo. Decenas de personas comentaron y compartieron las fotos de la tortuga de caparazón con matices color café y ojos brillantes, recostada sobre la arena hecha de galleta y conchas de mar comestibles de fondant.

Contra todo pronóstico y trabajando a contrarreloj porque tenía otro pedido que entregar antes que dedicarle tiempo a su propio pastel de cumpleaños, lo logró. Tardó 24 horas en hacer la tortuga perfecta para festejar con su familia el 15 de julio pasado.

“Me pasé de lanza”, ríe la pastelera, “lo miraba y no lo podía creer… una que otra lagrimilla se me quería salir, pero me aguanté; me siento muy feliz por mí. No me van a creer, pero no lo he partido. La miro y no puedo. La verdad, porque muchas veces yo pensaba que nunca me iba a salir un pastel así”.

De hecho, cuenta que podía pasar horas obsesionada viendo el reality show “Cake Boss”, protagonizado por el popular pastelero estadounidense e italiano Buddy Valastro, o las publicaciones de Instagram de Elda Esparza, especialista en pasteles realistas de Hermosillo.

“Yo miraba Cake Boss y me preguntaba cuándo haría algo así o a Elda Esparza y pensaba en no hacerlos como ella porque es única, pero de perdida probarlos”, cuenta Kathia, “yo siempre pensé que no me saldrían pasteles de ese nivel y he querido ir a cursos de Elda, pero no he tenido tiempo o no juntaba el dinero para pagarlos”.

De cualquier forma, Kathia nunca se rindió y ahora gente de las dos comunidades comcaac Punta Chueca y El Desemboque, además de Bahía de Kino, Hermosillo y Puerto Libertad, la reconocen, le piden sus pasteles y la retan con los diseños.

“La gente de Punta Chueca es única”, asegura, “porque me retan, me dicen que ya han visto lo que puedo hacer y me dicen ‘a ver si es cierto’ y me ponen diseños que digo ¡a la torre! No me va a salir, como pasteles camuflados, de cacería, de los carros de la gente de aquí, de la tortuga del desierto, hacer jaibas de fondant, un tigre o un sapo pintado, de delfín y de una orca, también de buzos me piden mucho, la mayoría tienen que ver con el mar”.

Y todo eso le encanta: “Es lo que me gusta porque, con cada pastel que hago, me imagino a la persona y trato de que quede lo más parecido posible a su personalidad o al tema que me piden”.

Su familia está maravillada con sus resultados y por eso la apoyan en todo, desde su hermana que supervisa sus creaciones hasta su hermano menor que apoya con algunos detalles de las decoraciones. Incluso sus papás le regalaron un cuarto que construyeron para que ella instalara su taller y cocina para los pasteles y por eso les estará agradecida por siempre.

Además, Punta Chueca es una comunidad que carece de servicios básicos como el acceso al agua potable y, como están aislados de otras comunidades, por eso la colaboración de sus papás también ha sido esencial con las salidas a Hermosillo para comprar materiales o a Bahía de Kino para conseguir agua: todos son un equipo.

“También le quiero agradecer a Dios porque él fue quien instruyó mis manos para que esa tortuga y todos los pasteles que hago, me salgan”, concluyó, “él me ayuda cuando tengo nervios y le digo Diosito por fa, ayúdame; no voy a decir que nunca me equivoco porque claro que he cometido errores, pero trato de volverlo a hacer hasta que me salga. Agradezco a mi familia, mi esposo y mis dos hijos. Mi niña de cinco años me dice que soy una gran repostera y esas palabras son las que me dan ánimo. A toda la gente que comentó, no lo puedo creer: gracias por tomarse un minuto de su tiempo y comentar sobre el pastel y, en general, gracias a mis clientes que siempre han confiado en mí. Y mi mensaje es que todo se puede en esta vida: querer es poder, como dicen por ahí, porque yo no creía en mí, yo nunca pensé que podría hacer un pastel en 3D y ahora en Facebook me hicieron darme cuenta de que sí se puede. Si te lo propones, echándole muchas ganas y metiéndole amor, pasión y mucho corazón, por supuesto que se puede lograr”.

Para conocer más sobre el trabajo de Kathia, puedes visitar Kared Pastelería en Instagram y Facebook. También puedes encontrarla como @kathia.segovia en TikTok y en WhatsApp en el número 662 937 3748.

Sigue toda la información en el noticiero de Proyecto Puente con el periodista Luis Alberto Medina a través de nuestro canal de YouTube, dando click aquí.

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