Cada día estamos más cerca del periodo post pandemia o como se le llama comúnmente “la nueva normalidad”. Este término se usa para referirnos al regreso a las actividades interrumpidas en su totalidad, a las actividades que cambiaron la forma de sus procesos e inicio de nuevos proyectos o metas.
Padres y madres de familia, así como personal docente y psicopedagógico en las escuelas, centros especializados, instituciones gubernamentales y privadas, candidatos y candidatas en campaña, ya deben de estar preparando el terreno para la atención de los efectos psicológicos derivados de la pandemia.
No solo pasó en tu casa, en tu familia, miles de familias sufren las consecuencias del aislamiento social, de la pérdida de familiares, del cambio de rutinas, de la pausa del proyecto de vida, postergación de planes, eventos familiares, viajes, cierre de empresas, despidos laborales, y más. Según UNESCO son 1.3 billones de niños y niñas en el mundo los que se quedaron sin escuela.
La postpandemía será tan diversa como las condiciones que cada individuo tiene para el regreso, para algunas personas no hubo pausa, siguieron en sus oficinas haciendo las mismas actividades de siempre, en estos casos también habrá repercusiones causadas por el descuido o abandono obligado de hijos o hijas en casa, la incapacidad de apoyar en el cuidado de algún familiar, incertidumbre laboral, por mencionar algunas; para otros la etapa postpandemia apenas inicia ya que la mayoría de las actividades se iniciaron con semáforo en verde.
En el marco psicológico las razones de afectación son la exposición a un evento traumático, pues una pandemia es considerada como un desastre natural, y ha provocado en el 30% de la población mundial un Trastorno de Estrés Postraumático. Se suman a este, casos de duelo anticipado o prolongación de las etapas del duelo, ansiedad y depresión a causa de la reducción de interacción social y de actividades fuera del domicilio, miedo al contagio, así como la custodia por mecanismos oficiales (restricción de horarios para circular, salvoconducto para poder transitar por la ciudad, no más de 2 personas en un vehículo, entre otras). En caso de niños o niñas diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista, la alteración de rutinas, la imposibilidad de salir al exterior, aumentaron el ánimo irritable y las alteraciones de la conducta.
Pero, ¿qué ocasiona los problemas? El confinamiento prolongado, los cambios de rutinas y hábitos de vida en niños y niñas, el intento de papá y mamá de compaginar el trabajo con el cuidado de hijos e hijas y la supervisión de tareas escolares; tener una vivienda reducida con alta ocupación (como es el caso de familias que se integraron y saturaron su espacio físico durante el confinamiento). Violencia en casa en sus múltiples manifestaciones y sin olvidar que nos conocimos, es decir, la convivencia diaria por 24 horas dejó en evidencia lo poco y lo mucho que conocíamos a las personas que viven con nosotros generando estados de fricción, hartazgo y aburrimiento, alteraciones que sin duda impacta en la salud emocional de los menores.
Trabajar en la recuperación del bienestar mental de nuestros hijos e hijas debe ser una tarea seria, planeada y sustentada en las necesidades que observamos. Dentro de las estrategias para afrontar esta problemática esta la comunicación positiva, establecer una buena comunicación que permita a las y los menores expresar sentimientos tales como el miedo, el agobio o el aburrimiento. La ausencia de conversaciones localizadas en las emociones generan ansiedad en la niñez respecto al estado emocional de los adultos que los rodean, lo que puede fomentar en ellos un estilo de afrontamiento evitativo y dificultades para reconocer y expresar sus sentimientos. No clarificar dudas o negarse a hablar abiertamente de la pandemia y sus repercusiones con ellos favorece la sensación de miedo y amenaza. Es recomendable que los adultos a cargo de los menores se esfuercen en dar ejemplo y expresar también sus propias emociones.
Otra de las claves para poder avanzar favorablemente es educar en hábitos de salud, las rutinas son muy importantes para un correcto desarrollo de la infancia, y son necesarias para los hábitos de vida saludables. Se recomienda tener horarios de comida y sueño estructurados, separar espacios de aprendizaje y escolarización online de otros de ocio, mantener una dieta equilibrada, practicar ejercicio y activarse en familia. Los horarios estructurados permiten disminuir la incertidumbre y el aburrimiento en los niños, y el ejercicio físico y el descanso nocturno son fundamentales para mantener un buen estado emocional.
Intercalar el uso de pantallas pues estas no deben ser la ventana al mundo, deben utilizarse con horarios y días determinados, en esos mismos horarios programar actividades individuales o en familia en otros días, serán una actividad más pero no pueden ser un todo. No queremos sumar a lo que ya vivimos, un síndrome de abstinencia.
Si en nuestro intento por aplicar estas estrategias nos vemos limitados para implementarlas o superados por los problemas, es importante acudir a asesoría o acompañamiento psicológico, sobre todo para las familias que detuvieron en su totalidad sus rutinas, el trabajo para la reinserción de los y las integrantes de la familia a la nueva normalidad será fundamental.