BUENOS AIRES (AP) — No hay niños corriendo ni gritos que aturden. Tampoco el llanto desconsolado de los más pequeños al separarse de sus madres. En una postal poco habitual para el primer día de clases de un jardín de infantes de Buenos Aires, los alumnos ingresan a paso lento, con tapabocas, distanciados y en silencio.
“¡Qué maravilla estos chicos!”, los anima la maestra Raquel Echeverría mientras los guía hacia el aula después de medirles la temperatura e higienizar sus pequeñas manos con alcohol en gel.
La primera lección fue cómo saludarse sin contacto: con un “beso japonés”, es decir una reverencia, con “besos voladores como mariposas”, con el pie o con el codo.
Más de 370,000 estudiantes de nivel inicial y los primeros ciclos de primaria y secundaria inauguraron el miércoles el año escolar en las escuelas de la capital argentina después de 11 meses alterados por la pandemia de coronavirus. También volvieron a las aulas en las provincias de Santa Fe, Santiago del Estero y Jujuy.
El sistema educativo argentino enfrenta el desafío de retomar la educación presencial obligatoria en un país con baja tasa de vacunación contra el covid-19 por la escasez de dosis y al mismo tiempo reparar el daño que ha provocado el prolongado encierro en los niños y adolescentes, especialmente los de nivel social más vulnerable.
“Qué alegría volver a vernos”, rezaba un cartel de distintos colores en el ingreso a la escuela estatal infantil número 5 Polo Mujica, a la que concurren en su mayoría niños de la Villa 31, unas de las barriadas pobres, más antiguas y más habitadas de Buenos Aires.
“Los nenes están como anestesiados, esta situación no es normal”, admitió Analía Valverde, maestra jardinera de ese establecimiento, al describir el comportamiento de los pequeños vestidos con guardapolvos celestes a cuadros. Recordó que antes de la pandemia “venían con otra energía. El primer día en general todos quieren sobresalir, todos quieren hablar, participar. Ellos ahora están atentos a lo que se habla, qué se puede y qué no. No hemos vivido esta situación anteriormente”.
Argentina, que suma más de dos millones de contagiados y 50,432 muertos, implementó una de las cuarentenas más extensas del mundo entre marzo y octubre de 2020. Recién en la última parte del año las escuelas reabrieron para recibir a pequeños grupos de alumnos, en especial aquellos que tuvieron dificultades con la modalidad virtual.
“No tenemos acceso a internet. Sabíamos que estaban mandando tarea (durante la cuarentena) y hay cosas que no pudo hacer”, admitió Roxana Fierro, madre de Ayelén, una alumna de segundo grado del colegio primario estatal número 21 Ángel Gallardo. “Por eso está bastante atrasada. No veía la hora de que empiecen las clases y ella también. Está como perdida, es como si empezara primer grado”.
Según cifras oficiales, se estima que un millón de alumnos de todo el país se desvincularon del sistema educativo en el último año. En la ciudad de Buenos Aires, 38% de los estudiantes secundarios debe al menos dos materias y 9.5% de los de primaria no cumplieron los objetivos -cuando antes de la pandemia el promedio era de 2%-.
Con un osito de peluche en una mano y arrastrando una mochila con rueditas, Gemma Tanaka de seis años expresó: “Tengo tantas ganas de estar en la escuela y aprender. Y también estoy feliz de estar acá”.
Sin embargo, no toda la comunidad educativa avaló el regreso a las clases presenciales.
Bajo la consigna “sin condiciones epidemiológicas, ni de infraestructura, ni salariales, las clases no empiezan” el gremio Ademys de la capital convocó a una huelga de 72 horas.
Algunos sindicatos plantearon que el regreso a las aulas sólo puede darse si los maestros están vacunados, lo cual no sucederá al corto plazo por la escasez de vacunas.
Argentina recibió este miércoles 580,000 dosis de las vacunas de Oxford/AstraZeneca, que se suman a las 1.2 millones de dosis de la rusa Sputnik V que llegaron en distintos embarques a partir de Navidad. La cifra total es escasa para inmunizar a una población de más de 40 millones de habitantes.
La alcaldía de Buenos Aires puso a disposición tres centros de testeos para que 110,000 maestros puedan hisoparse de manera gratuita. A nivel nacional se confeccionó un protocolo sanitario basado en las recomendaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría.
“El 2021 no va a ser igual que el 2019, va a ser un año de transición”, advirtió Omar Tabacco, titular de esa entidad médica. “Es importante explicárselo a los chicos, necesitamos que las familias generen confianza. El riesgo cero no va a existir nunca”.
Marta Teijido, directora del jardín de infantes de la Villa 31, le tiene más miedo a las escuelas cerradas que al coronavirus.
“A veces un maestro hace la diferencia en la vida de un nene, sobre todo en estas comunidades vulnerables. Somos un refugio para los nenes, que atraviesan tantas cosas”, reflexionó.
En Asunción y en el interior de Paraguay algunos colegios privados comenzaron también las clases con grupos divididos y combinando la modalidad presencial con las clases virtuales. Otros colegios se preparan para retomar las clases en los próximos días.
Con información de AP.