Hace un par de semanas la digitalización de la “Obra reunida e inédita de Abigael Bohorquez” desató una discusión en Twitter entre el académico y editor del poeta caborquense y @la_pirateca. Una de las consecuencias de esta polémica en la red social de los 280 caracteres fue un nuevo interés por la obra poética de Abigael, no solamente en la entidad, sino también en todo el país.
Cuando leí las amenazas de denuncias a quienes digitalizaron la poesía de Abigael para ponerla de manera gratuita a sus lectores potenciales, de inmediato me dio coraje tanta soberbia, pero después pensé la ceguera que está produce y me pregunté: ¿Qué no se da cuenta a dónde se va el dinero de las ventas del libro? No es necesario responder a esta pregunta para decir que por este motivo decidí dar el 40% de descuento al polémico libro a todos los vayan a la librería Pequebú con el libro en PDF.
Algunos clientes de la librería comentaron que les parecía interesante el statement que estábamos haciendo con la promoción del libro de Abigael, algo que en su momento no lo pensé así, pero observando las reacciones de los compradores reconozco que su lectura de la oferta fue así. Y un poco para dar forma al statement que los clientes de Pequebú han visto, quiero explicar unos detalles de cómo funciona la comercialización de la literatura.
La industria editorial funciona repartiendo el porcentaje a partir del precio de venta al público (PVP) que generalmente se reparte de la siguiente manera: 50% es para la librería, 10% para el distribuidor, 20% es por el costo de edición, producción y publicidad, 10% son las regalías para el autor y 10% son las ganancias para el editor. Es de esta repartición del porcentaje que se dice que las apuestas editoriales son en igualdad de términos entre autor y editor. Sin embargo, cuando hablamos de publicaciones que hace el estado, como es el caso del libro de Abigael, las cosas son un poco diferente porque es el Estado quien hace la inversión con un propósito social o de preservación de la cultura, como es el caso de la obra poética de Bohórquez
Las librerías locales para poder vender los títulos del Instituto Sonorense de Cultura (ISC), firmamos un acuerdo para recibir a consignación los libros que editan, repartiendo el porcentaje a partir del precio de 60% para el ISC y 40% de la librería. El 60% es para que la institución cultural del Estado recupere lo invertido y pueda seguir publicando otros títulos de autores sonorenses contemplando los pagos de regalías para los autores, los editores, así como los costos de producción. La librería prácticamente asume el costo de la promoción y estos a veces son muy limitados al entorno inmediato sin poder llegar a los potenciales lectores fuera del municipio en donde está el establecimiento.
Ya sabiendo como se reparte el dinero por venta de los libros de Abigael, me pareció sorprendente que el editor se quejará por la digitalización de la antología poética. El acceso gratuito a la versión digital no le afecta económicamente a nadie porque las regalías ya las pagó el Estado tanto al editor como a los herederos del poeta. Las ganancias por las ventas del libro de Abigael en estos momentos se las queda la librería solamente.
La razón por la cual en Pequebú damos el 40% de descuento a quienes lleguen por el libro y muestren la versión digital es para decir que la poesía es libre y que ningún académico se puede adueñar de ella. El resultado de este statement ha sido un aumento de las ventas, tanto en nuestro establecimiento como a través del comercio en línea, donde no podemos tener la oferta porque el envío y el servicio de tienda en línea hace que cambie la repartición de los costos del PVP, pero aun así muchos lectores de varias partes del país decidieron comprar el libro a pesar de tener ya la versión digital. Es decir, el PDF abrió la puerta para que compraran el libro en línea. Y en el establecimiento, los compradores que aprovecharon la anarquista oferta, agradecidos por nuestro statement, terminaban comprando otros libros para apoyar a la librería independiente.
Al final los lectores agradecen a quien se pone de su lado para facilitar el acceso a sus autores favoritos. Así que mientras unos refunfuñan por la ceguera intelectual que los hacer creer merecer unas ganancias que en estos momentos ya no les corresponden, quienes decidimos facilitar que la poesía sea libre, terminamos con más ganancias como en un acto de justicia poética.